o ¡Nunca debemos perder la fe en nuestros niños! Si no podemos saber la verdad acerca de algún asunto, cuando el niño dice ser inocente y no hay manera de probar lo contrario, la mayoría de las veces es mejor dejarlo pasar y no correr el riesgo de castigarlo o juzgarlo injustamente. ¡Debemos tratar de confiar en que nos dicen la verdad! Esa manifestación de amor les demostrará que tenemos fe en ellos, y les inspirará a no defraudar la confianza que hemos depositado en ellos. Mostrarle a un niño que confiamos y tenemos fe en él, es mostrarle que le amamos. o Es conveniente tratar de ponerse en lugar del niño siempre que sea posible. Esto nos ayudará a comprenderle mejor. Cultivar el hábito de ver las cosas desde su punto de vista y forma de razonar suele dar muy buen resultado. Conviene preguntarse: "¿Qué pasaría si se tratara de mí? ¿Cómo me gustaría que me trataran si yo estuviera en esta situación? Si yo tuviera 5 años, ¿cómo me sentiría si los adultos se rieran de mí?" Algo que a nosotros tal vez nos parezca muy bonito o gracioso puede resultar muy humillante y vergonzoso para un niño. La mayoría de nosotros sabemos lo que es sentirse humillado, ofendido o desairado. Si tomamos conciencia de que esas experiencias pueden ser mucho más traumáticas y dolorosas para un niño pequeño que no las ha experimentado antes, haremos todo lo posible por tratar de evitar tales incidentes. Si imaginamos una situación lo más parecida posible a la del niño, y nos ponemos en su lugar, tratando de suponer cómo nos sentiríamos nosotros, podremos comprender más profundamente al niño y sus sentimientos. o El elogio y el ánimo son algunas de las cosas más importantes en la formación de un niño. Es importante elogiar al niño y demostrarle que apreciamos sus buenas intenciones y su buen comportamiento. Por ejemplo, si ha sido recibido una mala calificación en la escuela, aún podemos hallar algo por lo cual podamos elogiarle, como su buena caligrafía, tal vez. Siempre habrá algo digno de elogio y aprecio. Los elogios hacen que los niños den lo mejor de sí. Es más importante elogiar al niño por sus actos de bondad y su buen comportamiento que regañarle por su mal comportamiento. ¡Es mejor tratar siempre de acentuar lo positivo! Por supuesto, cuando elogiamos al niño o le mostramos aprecio, tenemos que ser sinceros, y el elogio debe ser justificado. Por ejemplo, si un padre cree sinceramente que su hija adolescente es hermosa, y en realidad no lo es tanto al compararla con otras chicas de su edad, ella podría llegar a pensar que su padre la engaña con adulaciones si éste no cesa de repetirle lo bella que es, por más sincero que sea. Mejor sería elogiarla por alguna otra cosa en la que se destaque más: su elocuencia, o sus buenas calificaciones, o su carácter afable y amoroso. No nos ahorremos las palabras de elogio y de aliento a nuestros niños. Casi todo el mundo quiere a los niños, pero es muy importante que ellos lo sepan, de manera que es conveniente decírselo y demostrárselo. Todas estas sugerencias y consejos son maneras de poner nuestro amor en acción. El amor no es "real", ni tiene aplicación práctica a menos que nosotros, los padres que hoy estamos moldeando el futuro, demos un ejemplo viviente de él. El mundo de mañana lo estamos forjando los padres y madres de hoy: ¡según cómo educamos a nuestros hijos! Escrito por D.B. Berg. © La Familia Internacional. Usado con permiso.
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