Gabriel V. Ahora que mi hija se apresta a tener su primer hijo, se me ha confirmado algo que he sabido desde hace años: la maternidad —y la paternidad— hacen aflorar nuestras mejoras cualidades. Los nuevos padres sienten enseguida el impacto emocional y físico de la llegada del nene: los lazos de amor que se establecen nada más nacer la criatura y que se consolidan día a día; el sueño interrumpido y otros reajustes de horarios y prioridades. Se dan también, sin embargo, otros cambios más sutiles que los demás suelen ser los primeros en advertir: ese halo que rodea a los nuevos padres y que Dios reserva para ellos; y esa madurez que se alcanza a consecuencia de los sacrificios y esfuerzos realizados para satisfacer las necesidades del recién nacido. Es difícil determinar qué produce en un hombre mayor satisfacción, si llegar a ser padre o alcanzar la casta de abuelo. Ambas son experiencias cumbre. Sin embargo, un amigo que ha alcanzado ya la nada desdeñable suma de 11 nietos me cuenta que se siente doblemente honrado a la llegada de cada uno: orgulloso de su nieto y orgulloso de los padres de la criatura. Ya que se enteraron de que voy a ser abuelo, los jóvenes padres quizá me pidan que los agracie con algún consejo sapiencial. Además de los tres de rigor —amen incondicionalmente a sus hijos; exprésenles ese cariño con frecuencia; prioricen los momentos provechosos con ellos—, yo diría: dejen que desarrollen libremente su personalidad. La mayoría de los padres desean que sus herederos se destaquen. Y es cierto que conviene ayudarlos a alcanzar su máximo potencial. Sin embargo, a veces es fácil caer en el error de exigirles o exigirse demasiado. Ni ellos ni nosotros alcanzaremos jamás la perfección. Aprendamos, por tanto, a celebrar sus triunfos y despreocuparnos de lo demás. Cultivemos el amor y la confianza mutua y olvidémonos de la perfección. Esa actitud contribuirá a crear con nuestros hijos lazos perdurables que resistan las veleidades de la vida. Les deseo muchas satisfacciones en su labor de padres. Y para los doblemente favorecidos, ¡muchos gratos momentos con sus nietos! Gentileza de la revista Conéctate. Usado con permiso.
0 Comments
¿Te gustaría canalizar la ilimitada energía y curiosidad de tu hijo de modo que lo pase bien y al mismo tiempo aprenda? Preescolares es una guía pedagógica con cantidad de consejos e ideas de actividades entretenidas y fáciles de realizar con las que tu pequeño terremoto se mantendrá ocupado por horas y horas. Y, lo que es más importante, te enseña a prepararlo para los desafíos y cambios a los que se enfrentará y a cimentar su fe, la cual le orientará y sostendrá el resto de su vida.
¿Recuerda este dicho: «El silencio es oro»? Es un concepto que nos cuesta entender a los padres. Creemos que cuando un hijo dice algo, que implícitamente quiere que respondamos. Y, claro, lo hacemos, al pensar que es importante la comunicación con nuestro hijo. Sin embargo, le entrego este nuevo concepto: No tiene que contestar algo a todos los comentarios de su hijo. A veces, la forma más eficaz de comunicación es guardar silencio. Hay casos en que está bien que el niño diga la primera, la última y la única palabra. En particular se aplica a las veces en que los niños llegan y anuncian algo que parece una queja, tal vez hasta sean comentarios que lo sorprendan y parezcan culparlo a usted de manera injusta. Por lo general, los padres responden a esos comentarios con una sugerencia, una aclaración o, simplemente, expresan su desacuerdo. Sin embargo, esas respuestas aparentemente inocentes tienen posibilidades de iniciar una lucha por el poder ya que sin darse cuenta desafían a los chicos a hacer más hincapié en una cuestión. En vez de responder, limítese a escuchar. Demuestre que pone atención, pero no se sienta obligado a hacer un comentario cuando no sea necesario. Recuerde que a menudo el silencio es una valiosa técnica de comunicación. […] El silencio es [una] manera de reconocer lo que le preocupa o molesta a su hijo sin hablar del tema. Usted no es hostil ni manifiesta rechazo; al mismo tiempo no se coloca en el papel de chivo expiatorio de la ira de su hijo. Aunque no lo crea, en la mayoría de los casos los chicos dicen algo solo para desahogarse y en realidad no esperan que usted haga nada. Tenga presente esas palabras fáciles de olvidar e infravaloradas: «Ah, mmmhhh, ¿ah sí?, ¡no me digas!» Esas palabras son un salvavidas que le evitarán una pelea. Esas palabras que se pasan por alto son tan versátiles como cortas. Puede emplearlas de muchas maneras. El secreto está en el tono de voz y la puntuación que le ponga. Es posible que quiera ponerle un punto final que signifique: «Fin de la discusión»; un signo de exclamación que signifique «tu comentario causó un impacto en mí»; o un signo de interrogación que signifique «quiero más información». Cuando emplee las técnicas «el silencio es oro» y «que sea breve y sencillo» puede: — detener una batalla antes de que se inicie. — comunicar a su hijo que lo ha escuchado. — evitar ponerse a la defensiva. — evitar involucrarse en un asunto que no tiene intención de resolver. - Evonne Weinhaus y Karen Friedman * La importancia de llegar a ser buenos para escuchar lo dice directamente Santiago, un hombre que conocía bien a Jesús: «Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar» (Santiago 1:19). Los dos escuetos mandamientos al principio de ese versículo encajan muy bien. Cuando nos damos el tiempo de escuchar con atención —y evitamos caer en el error de responder con declaraciones autoritarias— será mucho menos probable que nuestros hijos nos den respuestas defensivas y expresadas de manera muy desagradable. A su vez, eso reduce la tensión y es muy posible que nos evite intercambios llenos de ira. Dr. Bob Pedrick * Escucha lo que tengo que decirte acerca de tus hijos. Es un don que te he otorgado para facilitar tu labor de padre o madre. Es un cheque de regalo que no caduca jamás, no tiene una suma tope y es canjeable en cualquier hora y lugar. Te puedo indicar las razones por las que tus niños exhiben determinada conducta, los móviles que tienen, el origen de su comportamiento y la solución a todo ello. Te puedo comunicar las palabras que puedes dirigirles y que los ayudarán e incentivarán. Te puedo señalar las virtudes por las que los puedes elogiar y las debilidades que debes ayudarlos a superar. Te puedo consolar y dar aliento cuando te sobrevenga el cansancio y el desaliento. Puedo infundirte paciencia y fe cuando éstas te hagan falta. - Jesús, hablando en profecía * Los niños se portan de forma más responsable y madura si se les habla con el mismo respeto que se le tiene a una persona mayor. Si un niño percibe que contamos con que se va a comportar de manera responsable, lo más probable será que intente estar a la altura de lo que se espera de él. Debemos hacer todo lo posible por ponernos en el lugar de los niños y dirigirnos a ellos de la manera en que nos gustaría que la gente se dirigiera a nosotros si estuviéramos en su lugar. - María Fontaine * ¿Cómo se sentiría usted si una persona que fuera su superior se alterara y le gritara? A lo mejor querría encogerse y esfumarse de allí. Pongamos que hubiera espectadores en el lugar: sería bochornoso y mortificante. Y aunque usted se apresure a hacer lo que ese superior le haya pedido, lo despreciaría por la vergüenza que le hizo pasar. Los niños no difieren mucho de los adultos en este aspecto. No les gusta que los desprecien y los denigren, y menos delante de un público. Mejor sería poder contenerse antes que se irrite tanto que esté a punto de soltar un grito. Le proponemos algunas ideas: Cuando su hijo no esté prestando atención la primera o segunda vez que usted le habla, pruebe a bajar la voz en lugar de alzarla. Acérquesele, mírelo a los ojos y repítale suavemente lo que quiere decirle. Usted tal vez quiera llevar esto un poco más lejos y aplicar el método del silencio. Acérquese y póngase al lado de su hijo sin decir ni mu hasta que él se vuelva y lo mire. Cuando el chico ya esté prestando plena atención, haga su pedido. A veces basta con dejar reposar la mano suavemente en la espalda del niño y esperar hasta que esté prestando atención. Una vez que tenga la atención de su hijo, presente su petición con claridad y firmeza. De ahí, cerciórese de que su hijo haga lo que usted le ha pedido. Verá que actuando así su hijo estará más dispuesto y tendrá un mayor deseo de obedecer, sin que haya efectos colaterales dañinos. ¡Y al mismo tiempo se sentirá usted mucho mejor después de haberse calmado y atenuado el mal humor! - Dr. Kay Kuzma * ¿Alguna vez te sientas con tu hijo o hija y hablas unos minutos de lo que le preocupa? Dedicar unos minutos a diario para hacer esto reportará excelentes beneficios a fin de que llegues a tener una relación de confianza afectuosa con tu hijo. ¿De qué hablarías? ¿Qué le interesa más a tu hijo? Los que son buenos conversadores dirán que se puede hablar durante horas con alguien de cualquier edad, de cualquier nivel intelectual, adulto o niño, y mantener a esa persona cautivada. Todo lo que hay que hacer es manifestar interés sincero en esa persona y hacerle preguntas que te ayuden a explorar ese interés. ¿Qué hace esa persona? ¿Cómo lo hace? ¿Cómo es ella? ¿Por qué? Si quieres que la gente manifieste un interés motivado por el amor respecto a lo que a ti te interesa, piensa cuánto más tu hijo quiere que como padre o madre que eres, la persona más importante para él, manifiestes interés amoroso por lo que a él le interesa. ¿Qué decir exactamente en esos valiosos ratos de charlas con tu hijo? Eso depende de lo que tu hijo haya hecho. ¿Acaba de llegar del colegio? ¿Es hora de leer un cuento antes de ir a la cama? ¿Acaba de romper un plato favorito? ¿Tu hija tiene una pataleta? ¿Tu hijo te contesta con insolencia? ¿Tu hija acaba de entrar a la casa llorando porque sus amigas no la trataron bien? Para empezar, ten en cuenta las circunstancias. Ese siempre es un buen punto para comenzar, porque en ese momento es lo que más le interesa a tu hijo. Luego, parte de ahí. - V. Gilbert Beers Gentileza del sitio web http://anchor.tfionline.com/es/post/el-arte-oculto-de-la-comunicacion-con-los-hijos/. Foto tomado por dadblunders/Flickr.com María Fontaine Los padres llevan a cabo una de las labores más importantes del mundo, y se merecen el aprecio, honra y elogio que podamos darles. Es posible que algunos tengan la tentación de permitir que otros aspectos de su atareada vida consuman su tiempo y tengan prioridad por encima de su labor de padres y el tiempo que pasan con sus pequeñitos. O bien, si se dedican plenamente a su labor de padres, tal vez les parezca que los ministerios o trabajo que hacen otros son más importantes que lo que hacen ustedes. Pero les recuerdo que sus sacrificios y la desinteresada labor que realizan por sus preciosos niños, será recompensada. Todo lo que inviertan en los niños llevará fruto algún día. Aunque los miembros de su familia o amigos no siempre vean el amor que manifiestan ustedes, el tiempo que dedican, las penalidades que sufren, los retos que enfrentan, las batallas que libran y el espíritu de perseverancia que poseen para superar obstáculos, Jesús sí lo ve, y los recompensará en consecuencia. Toda dificultad parecerá insignificante al compararse con la gloria y el honor que el Señor les dará con prodigalidad por haber hecho un buen trabajo. Jesús dice: Te he elegido para que seas vasija humilde y con mucha entrega. Renuncias a tu propia vida, a todo lo que tienes y lo que eres, y andas sobre la Tierra como anduve Yo, buscando primeramente el reino. El honor que te he concedido es muy grande. Habrá ocasiones en que no te parezca un honor, sino más bien todo lo contrario; una pesadez, una tarea agotadora, llena de penas y desengaños, ingrata, difícil, que exige mucho. A veces puede ser todo eso. Pero esas ocasiones no describen el verdadero panorama. Al instruir, educar, criar y cuidar a tus hijos, tu labor se asemeja a la creación de obras maestras de arte viviente; no son pinturas plasmadas en lienzos, ni esculturas de piedra, ni algo que quede grabado en los muros de una amplia iglesia. No; esas obras de arte pasarán, pero la obra de enseñar, criar y cuidar a tus hijos vivirá en la vida de ellos. Tus hijos son creaciones Mías, los hice a Mi imagen, y eres la persona a la que he elegido para que los críe en Mi disciplina y amonestación. El trabajo que tienes por delante es una montaña que puede parecer elevada. Puedes sacar muchos paralelos de las experiencias de quienes escalan montañas. En pocas palabras, el de ellos es un trabajo de toda la vida. Los verdaderos montañistas se entrenan toda la vida para su ascenso a la cumbre. Planean cuidadosamente cada paso: la cantidad de equipo que necesitarán, las personas con las que irán, la época en la que lo harán, la provisión de alimentos, etc. Trazan la ruta, y luego emprenden el viaje. Y aun así, por bien que se hayan preparado, surgen circunstancias inesperadas que añaden intensidad al reto. A veces se encuentran en situaciones imposibles y se juegan la vida para llegar a la cima. Los desafíos físicos y espirituales que afrontan los padres en su escalada se pueden comparar con los de los que escalan las montañas físicas. Pero tú cuentas con una clara ventaja, la máxima, la que te garantiza la conquista de tu meta: me tienes a Mí por guía. Cuentas con el poder de las promesas de Mi Palabra para toda situación imposible en la que te encuentres. ¡Eres Mi montañista! * El mundo del mañana será lo que las madres de hoy hagan de él, según cómo críen a sus hijos. David Brandt Berg * Criar a los hijos supone una enorme tarea. Sin embargo, a grandes trabajos, grandes recompensas. David Brandt Berg * Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. Salmo 127:3-5 Post courtesy of www.anchor.tfionline.com. Photo copyright (c) 123RF Stock Photos |
Categories
All
LinksCuentos bilingües para niños Archives
March 2025
|