Actualizado 11 de diciembre 2023
La temporada navideña, con todo su encanto, es de singular importancia para las familias… Una época de amor, unión, generosidad, consideración y muchas cosas simpáticas y divertidas. Ojalá ustedes y sus hijos gocen de estos relatos y videos. Si bien las historias están dirigidas a los niños, puede que les resulte bien ameno leer (o ver) algunos de los relatos con toda la familia, cuentos que tocan el corazón, contribuyen a enriquecer la personalidad y celebran las dichas y bellezas de estas fiestas que todos los años nos deparan algo especial. ¡Feliz Navidad! 0 – 4 años
5 – 7 años
8 – 11 años
¡NUEVO! 12 – 16 años
Foto gentileza de Wikimedia Commons.
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En el centro de la Navidad yace el niño de Belén, que nació en este mundo, a menudo frío y hostil, para transmitirnos el calor del Padre celestial. La fiesta navideña partió por un niño, y son los niños los que la mantienen viva y vibrante.
Todas las historias, tarjetas didácticas y páginas para colorear se pueden descargar en formato .pdf. Puede usarlos en el hogar, la iglesia o en otros entornos. ¡Feliz Navidad!
Historias y libritos de Navidad
Flashcards de Navidad Videos
Libros para colorear y actividades simples
Actualizado Noviembre 2018
Haz clic en cualquiera de los siguientes enlaces para ver estas películas de Navidad en línea. Películas ¡NUEVO! ¡Qué bello es vivir! - El filme es un clásico del cine estadounidense, y su emisión en televisión se ha convertido en toda una tradición navideña. Está protagonizada por James Stewart en el papel de George Bailey, un hombre que ha renunciado continuamente a sus sueños debido a su sentido de la responsabilidad, su generosidad y su altruismo, y cuyo propósito de suicidarse en Nochebuena provoca la intervención de su ángel de la guarda, Clarence Odbody (Henry Travers). Clarence muestra a George cuántas vidas ha afectado con su ayuda, y cómo sería la vida en su pueblo si él nunca hubiera existido. Un Cuento de Navidad (1984) - Ebenezer Scrooge es, un hombre avaro y tacaño que no celebra la fiesta de Navidad a causa de su solitaria vida y su adicción al trabajo. No le importan los demás, ni siquiera su empleado Bob Cratchit, lo único que le importan son los negocios y ganar dinero. Una noche, en víspera de Navidad, Scrooge recibe la visita de un fantasma que resulta ser el de su mejor amigo y socio Jacob Marley, que muere siete años antes del inicio de la historia. El espectro le anuncia la visita de tres espíritus de la Navidad, que le darán la última oportunidad de salvarse. La historia de la Natividad - La historia de María y del acontecimiento que cambió para siempre su vida y el destino de la humanidad. El cuarto Rey Mago - Cuenta la leyenda que hubo un cuarto Rey mago que llegó tarde a la cita con los otros tres por ayudar a un anciano. Se desplazó por sus propios medios a Belén, pero la Sagrada Familia había partido ya hacia Egipto, en donde intentó buscarlos infructuosamente, pues siempre se enredaba ayudando a algún necesitado. Cuando después de 30 años oyó lo que se comentaba del profeta de Galilea, quiso verlo. Desafortunadamente, nunca llegaba en el momento oportuno, pues siempre tenía que atender las miserias que iba encontrando en el camino. Por fin, ya anciano, alcanzó a ver a Jesús subiendo al Gólgota, y le dijo: «Toda mi vida te he buscado sin poder encontrarte». Jesús contestó: «No necesitabas buscarme, porque tú siempre has estado a mi lado». La mujer del predicador - El bondadoso reverendo Henry Biggs se da cuenta de que su matrimonio con Julia está en peligro debido a que dedica demasiado tiempo a resolver los asuntos de sus feligreses. Por si esto fuera poco, su iglesia se ve amenazada por un promotor inmobiliario. Desesperado, ruega a Dios que le ayude, y la respuesta es un ángel llamado Dudley, que traerá, al principio, más complicaciones que soluciones. Feliz Navidad (Joyeux Noël) - Ha estallado la I Guerra Mundial. Tres ejércitos enemigos -franceses, alemanes y escoceses- libran el conflicto desde las trincheras. En el Día de Navidad sus tenientes acuerdan pactar una tregua. Los soldados comparten unas escasas horas de paz en las que fraternizarán. Este video es para niños mayores y es basado en una historia verdadera. Dibujos Animados y Vídeos de Música ¡NUEVO! Chiquisaurios: La peña navideña - Una vez al año llega el momento de rescatar del olvido el baúl de Navidad. Los chiquisaurios aprenden a ceder y terminan disfrutando mucho de los preparativos para la celebración. Un Cuento de Navidad (1971) Querbín: El Canto del Ángel - La historia de la primera Navidad, contado por Querubín. Incluye canciones divertidos y es ideal para niños de 1 a 6 años. Historias Bíblicas Animadas: El Rey ha nacido La Biblia para Peques: La Historia del Nacimiento El Juguete que salvo la navidad - Parte del serie popular "Veggie Tales". La Navidad de Charlie Brown - Charlie Brown está deprimido porque piensa que la navidad carece de sentido, ve a Lucy y Snoopy obsesionados con regalos y decoraciones, Schroeder obsesionado con la obra de navidad, y todos los demás concentrados en las tarjetas y cartas a santa, todo esto lo hace cuestionarse el verdadero significado de la navidad. Charlie se disgusta por ver como la festividad se ha convertido en un comercialismo total. Cuando los chicos se comprometen a dar a Charlie la tarea de seleccionar un árbol de navidad para la obra, el escoge uno feo y solitario, pero Linus con un conmovedor discurso logra hacer que todos comprendan el verdadero significado de la navidad. El Deseo de Annabelle - Una pelicula navideña que cuenta la historia de una vaquita que dona su voz a su dueño. El burrito de Navidad - Bonito cuento navideño que nos narra las aventuras de Pequeño, un burrito en navidad y su pequeño dueño. Chiquivideo: Alegría Navideña – Video musical infantil para peques. El Desván del Tio Ivan: Amiguitos Navideños - No hay nada mejor que capte con mayor realismo el magia de la Navidad como unos alegres villancicos en voces de niños, ¡o relizar un viaje fantástico al pasado para presenciar en persona el origen de esta fiesta universal! Este entretenido y variado programa navideño transmite innumerables emociones, canciones y sorpresas que harán rebosar de entusiasmo a los chicos al tiempo que avivan su imaginación. El pequeño público descubrira el milagro y significado de la Navidad. Para ver una lista de Cuentos de Navidad gratis para ninos, haz clic aquí. Para ver páginas para pintar y actividades Navidenas, has click aquí.
Descriptions from Wikipedia, filmaffinity.com and assorted internet sources. Image courtesy of Sean Dreilinger via Flickr.com
Versión navideña de 1 Corintios 13 Si adorno mi casa a la perfección con cintas de raso, guirnaldas de luces y brillantes esferas, pero no manifiesto amor, no soy sino una decoradora. Si me esclavizo en la cocina, horneo docenas de galletas navideñas, preparo cenasgourmet y las sirvo en mesas exquisitamente dispuestas, pero no manifiesto amor, no soy sino una cocinera. Si me ofrezco de voluntaria para servir en comedores solidarios, canto villancicos en hogares de ancianos y doy todo lo que tengo para obras de caridad, pero no manifiesto amor, de nada me sirve. Si arreglo el árbol con ángeles resplandecientes y copos de nieve tejidos a crochet, asisto a innumerables celebraciones y participo en la cantata de la iglesia, pero no pienso en Cristo, olvido lo principal. El amor deja de cocinar para abrazar a un hijo. El amor deja de lado la decoración para besar al esposo. El amor es bondadoso, aunque esté abrumado y cansado. El amor no envidia la casa del vecino o pariente donde se sirve la cena navideña en platos de porcelana fina sobre manteles bordados. El amor no grita a los niños para que dejen de estorbar; más bien agradece que estén ahí, por más que impidan el paso. El amor no da solo a quienes tienen medios para devolver el favor, sino que se alegra de ser generoso con los desfavorecidos. El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. El amor nunca decae. Los teléfonos inteligentes se rompen, los juguetes se olvidan, las bufandas y sombreros se pierden, la nueva computadora quedará desfasada; pero el don del amor perdurará. Gentileza de la revista Conéctate. Usado con permiso. Foto: Krystine Lovett/Flickr Chalsey Dooley La Navidad pasada no tuvo en ningún momento esa chispa mágica que suele tener. No me hacía ninguna ilusión decorar el árbol. Tampoco deseaba el estrés y el sentimiento de culpa que suele producir el esforzarse frenéticamente por darle sentido a todo. Este año, sin embargo, ha sucedido todo lo contrario. De hecho, comenzamos a prepararnos en julio. ¿Qué pasó? A mitad de año los niños y yo hicimos un plan para darle a Jesús mil y un regalos antes de Su cumpleaños. Desde entonces, todos los días le enviamos unos cuantos. La puerta de la cocina está cubierta de listas y gráficos. Hay varios cientos de señales que indican los regalos que ya le hemos hecho. Hay una tabla de los actos de bondad que hemos tenido para con los demás, otra de los versículos de la Biblia que hemos memorizado, y otra más de los pequeños relatos bíblicos que vamos grabando para enviárselos a otros niños. Otro gráfico muestra las cartas que hemos escrito para animar a nuestros amigos, y otro señala las veces que hemos hecho una pausa para pasar unos momentos con Jesús. Esos son apenas algunos de los regalos de Navidad que le hemos ido entregando a Jesús. Ha sido muy gratificante comenzar la temporada navideña hace meses. No hay prisas, ni presiones, ni sentimientos de culpa, ni momentos de desconcentración. Estamos alcanzando las metas que nos propusimos y empleando nuestro tiempo para hacer feliz a Jesús y también a los demás. Los gráficos están casi llenos. Cuando terminemos de llenarlos colocaremos cada lista en una cajita envuelta en papel de regalo y pondremos las cajitas debajo del árbol. Son regalos del corazón. Cada uno representa tiempo, amor y esfuerzo, obsequios que sin duda a Jesús le agradará recibir. Ya sabemos cuál será el último regalo: una simple vela de cumpleaños. La encenderemos un rato todos los días y rezaremos para que personas de todo el mundo lleguen a conocer el amor de Jesús. Esas oraciones son otros regalos que podemos ofrecer a Aquel que nos lo dio todo. Chalsey Dooley vive en Australia. Escribe textos motivacionales para niños y educadores y se dedica de lleno a la formación de sus hijos. Gentileza de la revista Conéctate. Foto: Molly Sabourin/Flickr.
Iris Richard Nací en 1955, apenas diez años después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las penurias de la guerra estaban aún frescas en la conciencia de la gente. Mi abuelo nos hablaba del hambre y del agotamiento extremo de aquellos días, y de la lucha por mantenerse vivo durante los largos y gélidos meses de invierno. Nuestra ciudad se encontraba en el corazón de la zona industrial de Alemania, por lo que todo estaba cubierto con una capa permanente de un polvo café grisáceo proveniente de las acerías. Al menos esa impresión teníamos nosotros. En la primavera, la hierba y los brotes verdes pronto se teñían de marrón. Lo mismo sucedía con la nieve en el invierno, lo que daba al manto blanco un aspecto deslucido al cabo de apenas un día. Nuestra familia siempre se reunía el primer domingo de diciembre alrededor de la mesa de la pequeña cocina de nuestro apartamento. Mi madre, mi hermana Petra y yo encendíamos la primera vela de la corona de Adviento y cantábamos villancicos. En la imaginación nos transportábamos lejos, muy lejos de aquella ciudad polvorienta, a la época de los tres Reyes Magos y su viaje a lomo de camello. Cada semana encendíamos una vela. El pesebre que esperaba el nacimiento de nuestro Salvador iba cobrando vida, y poco a poco la paz y la alegría nos iban embargando el corazón. Al fin llegaba la tan ansiada oportunidad de elaborar repostería navideña, singular desde todo punto de vista, pues la mantequilla, las nueces y los huevos eran escasos, y el chocolate, una delicia poco común. El delicioso aroma de las galletas recién horneadas llenaba la casa. Nosotras las guardábamos cuidadosamente en grandes latas. La mañana de Navidad nos levantábamos e íbamos a admirar el árbol que nuestros padres habían preparado la noche anterior. Entrábamos sigilosamente en la sala de estar y veíamos a papá encender las velas una a una con una larga cerilla. ¡Qué alegría encontrar los calcetines llenos de galletas caseras, frutos secos, chocolates, naranjas y manzanas y vestidos recién tejidos para nuestras muñecas! También había crayones y libros para colorear, sombreros, guantes y bufandas. Eran días de alegrías sencillas y juguetes artesanales. Todo ello me recuerda que debo buscar los valores verdaderos, el calor humano y las cosas que perduran, sobre todo en los tiempos tan acelerados en que vivimos, plagados de dispositivos tecnológicos y actividades centradas en pantallas electrónicas. También es para mí un recordatorio de que debo andar con los ojos abiertos para ver las necesidades de los demás, amar y compartir. Son esos gestos los que hacen realmente inolvidable esta temporada y los que dejan una hermosa huella en la memoria de nuestros hijos y de las personas con las que entramos en contacto. Iris Richard es consejera espiritual. Vive en Kenia, donde realiza desde 1995 labores voluntarias entre la población. Gentileza de la revista Conéctate. Foto: Celeste Lindell/Flickr.
La Navidad tiene por objeto el amor. Tiene por finalidad la alegría, la generosidad, la risa, el reencuentro de parientes y amigos en medio de luces y adornos multicolores. Pero ante todo la Navidad tiene por objeto el amor. No quedé convencida de ello hasta que un alumno vivaracho, algo travieso, candoroso y de sonrosadas mejillas me hizo un regalo maravilloso cierto año por esas fechas. Mark era un huérfano de 11 años que vivía con una tía de mediana edad, amargada por tener que haberse hecho cargo del hijo de su hermana cuando ésta murió. Constantemente le recordaba al pequeño Mark que de no haber sido por la generosidad de ella, él habría terminado abandonado en la calle. Pero a pesar de la frialdad y las continuas regañinas, era un chiquillo encantador y servicial. No había reparado en Mark de manera especial hasta que empezó a quedarse todos los días al terminar la clase (a riesgo de enojar a su tía, según descubrí más tarde) para ayudarme a limpiar y poner en orden el aula. Lo hacíamos tranquilamente y sin hablar mucho, pero disfrutando de la soledad de aquella hora del día. Las pocas veces que conversábamos, Mark me hablaba más que nada de su madre. Aunque era bastante pequeño cuando ella falleció, la recordaba como una señora muy tierna y cariñosa que pasaba mucho tiempo con él. Cuando faltaba poco para Navidad, Mark dejó de quedarse después de clase. Siempre esperaba con ilusión su llegada, y cuando vi que pasaban los días y seguía marchándose tan frescamente al final de la jornada, le pregunté una tardé por qué no me ayudaba como antes. Le dije que lo extrañaba, y se le iluminaron sus grises ojazos mientras me preguntó: —¿De verdad? Le expliqué que había sido mi mejor ayudante. —Es que le estoy preparando una sorpresa —susurró en todo confidencial para Navidad. Se ruborizó y salió disparado. No volvió a quedarse más después de clase. Por fin llegó el último día de escuela antes de las vacaciones navideñas. Hacia el final de la tarde, Mark entró sigilosamente en el aula. Traía algo oculto a sus espaldas. —Le traigo su regalo —dijo con voz tímida cuando alcé la vista—. Espero que le guste. Alargó las manos hacia mí, y en sus pequeñas palmas sostenía un cofrecito de madera. —Es precioso, Mark. ¿Tiene algo dentro? —le pregunté mientras lo abría para mirar su interior. —Lo que guarda es invisible —repuso en voz baja—; tampoco se puede tocar, probar ni sentir. Pero mi madre siempre decía que es algo que te hace siempre feliz, te arropa cuando hace frío y te protege cuando estás solo. Observando el interior del cofre, le pregunté: —¿Y qué es eso que me hará tan feliz, Mark? —Amor —respondió bajito—. Mamá siempre decía que lo mejor es regalarlo. Y dando media vuelta, salió del aula en silencio. Desde entonces tengo un cofrecito de madera sobre el piano de la sala de estar y me limito a sonreír cuando las visitas ponen cara de asombro cuando les explico que contiene amor. Pues sí, la Navidad es tiempo de alegría, de cantares y de buenos regalos. Pero ante todo es un tiempo de amar. - Laurie. Gentileza de www.anchor.tfionline.com
Josie Clark Era Nochebuena, y andaba correteando con mi hija de diez años por las calles de Morelia, en México. Habíamos salido a hacer unas compras de último momento. En los semáforos se agolpaban los mendigos. -¡Mira esa señora! -me dijo Caty, llamándome la atención sobre una anciana que estaba pasando frío y había dejado momentáneamente de mendigar para frotarse los pies descalzos. -Es una abuela -pensé en voz alta- y en vez de estar en casa con su familia, está aquí descalza bregando por reunir un poco de dinero para una cena de Navidad. Entonces se me ocurrió una idea. -Caty, vamos a casa a buscarle un poco de comida. Me imaginé que no estaría mucho tiempo más en el semáforo, pues ya oscurecía. Nos apresuramos por llegar a casa, buscamos un par de bolsas que aguantaran bastante peso y comenzamos a llenarlas de provisiones que sacamos de la alacena y la nevera. Arroz, frijoles, jalapeños secos, un frasco de salsa mexicana, tortillas de maíz, pollo cocinado. Teníamos tanta abundancia que no costó mucho llenar las bolsas. Una barra de pan, mermelada, tocino. Cerré las bolsas haciendo unos lazos con unas cintas y partimos hacia el sitio donde estaba la señora. Al principio pensamos que nos habíamos demorado demasiado y que se había ido; pero después la vimos caminando penosamente por la calle envuelta en su chal, quizá rumbo a su casa. -Hola -le dijo Caty-. La vimos en el semáforo y le trajimos algo para la cena. ¡Ojalá que usted y su familia puedan sentir el amor de Dios esta Navidad! La mujer nos miró, y le rodaron lágrimas por las mejillas. Tomó a Caty de las manos y se las besó. -Gracias, gracias. Que Dios te bendiga. Eres hermosa. Eres un ángel de Navidad. Tomó las bolsas y siguió caminando. Nuestra Nochebuena fue animada y alegre, como de costumbre. Por la mañana Caty abrió sus regalos. Cuando le pregunté si estaba pasando una linda Navidad, me respondió: -¿Sabes, mamá? El mejor regalo de esta Navidad fue ver tan feliz a la señora de anoche y que me besara las manos. Creo que lo mejor de la Navidad es lo que damos a los demás. Gentileza de la revista Conéctate. Usado con permiso.
Evelyn Petersen, reimpresión de un artículo sacado de la Internet
Se acerca la Navidad, y con ella el frenesí de las compras y el incesante «quiero, quiero» de los niños en las tiendas. Eso es lo que motiva esta carta. Padres, por lo que más quieran, si desean hacer algo especial para sus hijos este año, ayúdenles a aprender a dar en vez de recibir. Muchos de los niños de la actualidad no conocen lo que es dar. Debemos tomarnos el tiempo para impartir ese valor familiar. Los niños que son solo receptores de regalos de Navidad, no tienen idea del verdadero sentido de la ocasión. Además, desconocen por completo la alegría que se obtiene al dar a otra persona un regalo con sentido. Debemos dejar de hacer hincapié en lo que vamos a dar a los niños y dedicar algo de tiempo a enseñarles a dar a los demás. Si ayudas a tus hijos a hacer regalos sencillos, harás que conozcan los sentimientos duraderos de satisfacción y autoestima, los cuales resultarán mucho más gratificadores que cualquier juguete. El tiempo que pases con ellos —unas pocas horas cada fin de semana—, bien valdrá la pena en cuanto a las cosas que el dinero no puede comprar, como valores familiares, comunicación y tradiciones. Este es el momento para comenzar a planear los regalos que confeccionarán tus hijos. Reúne a tus hijos este fin de semana —puedes llamarlo el Club de la Navidad— para hacer una lista de las personas para las que quieren hacer regalos, y planeen lo que van a hacer. Reserva unas cuantas horas de los fines de semana siguientes para hacer los regalos. Haz regalos sencillos. Las habilidades artísticas de los niños son limitadas, y los padres no cuentan con mucho tiempo para reunir materiales y ofrecer asistencia. No esperes; comienza ahora. Cuanto más se acerque la Navidad, más difícil te resultará hacer tiempo para esto, que es una entretenida actividad familiar, no una tarea. Regalos sencillos que pueden hacer los niños de 2 a 5 años:
Otras cosas que pueden hacer los niños de 5 a 7 años:
Curtis Peter Van Gorder
La Navidad es una época muy entrañable. Diríase que un aura extraordinaria ilumina el mundo. Ese día, el nacimiento de Cristo se reconoce en todo el mundo. Aunque la Navidad parezca empañada de materialismo, no deja de llevar a los hogares y corazones el regalo de amor de Dios: Jesús. Y lo hace en mayor medida que ninguna otra fiesta o celebración. Pedí a mis amigos y colaboradores de diversas nacionalidades y orígenes que me ayudaran a confeccionar una especie de collage con sus impresiones de navidades anteriores. Reproduzco a continuación algunos ejemplos de lo que se nos ocurrió. Recuerdo que… …En Nochebuena los niños nos acostábamos temprano, porque nos decían que así «mañana llegaría antes». …Cuando era chiquita, nos sentábamos junto al árbol y los adultos nos contaban anécdotas y nos hartábamos de bombones. …Cuando tenía once años visité por primera vez a mi abuelo. Mis padres y yo habíamos vivido siempre en un país lejano. Durante esa visita nuestro abuelo rezó para recibir a Jesús y Su salvación. Murió poco después, y me alegré de haber tenido la oportunidad de hacerle el mejor regalo de Navidad. …Nos hacían más regalos y nos daban más juguetes de lo que podíamos comprar. Como mis padres eran misioneros, normalmente no tenían mucho dinero para comprarnos regalos. Pero el espíritu generoso que manifestaban a lo largo del año incentivaba a las personas a las que habían ayudado, y estas nos regalaban muchas cosas. En mis primeros años de vida aprendí que cuando nos desvivimos por ayudar al prójimo, el Señor nos da sorpresas y nos lo paga con gestos muy lindos. …En una ocasión me pasé mucho tiempo buscando un regalo para mi madre; tenía muy poco dinero. Finalmente, encontré un collar de prismas de vidrio que ella guardó como un tesoro. La visité cuarenta años después, y todavía lo guardaba con sus alhajas más valiosas. …Cantábamos por el barrio. Mis amigos y yo íbamos de puerta en puerta cantando villancicos. La gente quedaba conmovida. …Enviaba a mis seres queridos tarjetas de Navidad con una dedicatoria escrita a mano. Y ellos también me enviaban. Todos los años expongo esas tarjetas para recordar a los amigos. …Mis padres me leían alguna parte de la historia del nacimiento de Jesús en la Biblia de la familia cada día durante una semana hasta el día de Navidad. …Escuchaba a Celine Dion cantando hermosos y sentidos villancicos. …Participaba en actuaciones navideñas. Todas las navidades son muy emotivas, porque tenemos algo que comunicar. Siempre nos alegra ver la reacción del público. Cada año y con cualquier público, siempre resulta ser justo lo que necesita. …Cada año interpretaba un papel diferente en la obra sobre el nacimiento de Jesús. Unas veces era el humilde burrito, otras el posadero, otras un imponente ángel, otras un pastor asustado, o un majestuoso rey mago o un José orgulloso de ser padre. …Nos reuníamos en la cocina y cada día, del 1 al 24 de diciembre, íbamos arrancando las hojas del calendario de Adviento. …El olor y el sabor del pavo con salsa. …Mis padres hacían que la Navidad tuviera mucho significado. Cantábamos villancicos, leíamos versículos de la Biblia a la luz de la vela, intercambiábamos regalos y nos divertíamos juntos, pero el Señor era el centro de nuestra atención. …Tenía envidia de otros niños a los que les regalaban más juguetes. Pero ahora que lo pienso, ni recuerdo qué juguetes eran. Lo que sí recuerdo con cariño son las ocasiones en que nuestra familia se reunía en Navidad, cómo nos mostrábamos aprecio unos a otros y celebrábamos el nacimiento de Jesús. …Nos sentábamos ante la chimenea a beber chocolate caliente y cantar villancicos en familia. …Recibíamos visitas en casa y compartíamos con ellas la alegría de Navidad. …La satisfacción que sentía cuando se termina el arduo trabajo de Navidad. El tiempo de descansar, pensar en las bendiciones que nos da Dios y darle gracias por el amor que compartimos. ¡Que este año pases una Navidad dichosa en compañía de tus seres queridos y les deje un grato recuerdo! |
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