Tu hijo vuelve del colegio y se deja caer en el sofá. Pregunta si puede ver una película o jugar en la computadora. Suspiras. Quieres que juegue al aire libre, que haga algo creativo o formativo. Recomiendas varias actividades, pero recibe tus ideas con desaprobación, pone los ojos en blanco y añade la típica frase: «Qué aburrido». Si te toca la fibra sensible, sigue leyendo y aprende a combatir el aburrimiento sin tener que recurrir a la televisión, un video que no sea provechoso, juegos de computadora ni a que tu hijo navegue por Internet sin supervisión. Todo lo anterior son apoyos electrónicos a los que se recurre con frecuencia. El antídoto contra el aburrimiento podría ser dedicar tiempo y reflexión en planificar actividades sanas para las horas en que tu hijo no esté en clase y sus ratos de ocio. Contribuirá a que tu hijo desarrolle la creatividad, aproveche los valiosos años de la infancia y cultive hábitos para una vida equilibrada. Aunque no puedas pasar mucho tiempo con tus hijos por el colegio, tu trabajo u otras razones, la clave está en la atención y en hacer provechosos los ratos que pasen juntos. Guía de ideas para juegos Tomado de Kick the TV Habit, de Steven y Ruth Bennett Juegos con libros * Escribe o cuenta una continuación: ¿Alguna vez has querido saber qué pasa después de que termina un cuento? Tu familia puede continuar la trama de un libro favorito y añadir variedad a las situaciones y personajes. * Dibuja una reseña. Toda la familia puede disfrutar de esta actividad. Dibujen cinco cuadros que resuman la trama de varios libros favoritos de la familia. Luego, que cada uno presente su reseña a ver si todos saben decir el título de la obra. * Conoce a los personajes. Es posible que tu hijo haya hecho alguna vez reseñas orales, pero ¿lo ha hecho desde la perspectiva del autor? Pídele que haga de cuenta que es el autor de un libro que le guste mucho y revele aspectos de los personajes que solo el autor pueda conocer. * Cinco estrellas. ¿Tu familia tiene marcadas opiniones sobre algunos libros? Programa sesiones para reseñar libros. Aprovecha esas oportunidades para presentarles libros que no hayan tenido un éxito arrollador en tu casa. * Desempeña el papel. Elige un cuento favorito con personajes estupendos. Distribuye los personajes principales entre toda la familia. Lean en voz alta el libro, y que cada uno se ocupe de uno de los papeles principales. Juguetes caseros Tu casa está llena de juegos y juguetes nuevos. Todo lo que tu familia debe hacer es inventarlos. (Adviértase, sin embargo, que algunas de las actividades descritas a continuación se hacen con objetos pequeños que se pueden tragar niños de poca edad. Vigila bien.) * Juego de mesa. Confeccionen un juego de mesa con espacios coloreados, obstáculos, escollos y naipes. Que sea tu hijo quien invente las reglas del juego. * Cohete de tubos de toallas de papel. Haz que los niños peguen las aletas y un cono en una punta para confeccionar el cohete a partir de un tubo vacío de papel de cocina. Decórenlo y ¡al espacio sideral! * Lista para contar. Busquen artículos del hogar en orden numérico de cantidad. Por ejemplo, es posible que tengan un refrigerador, dos bañeras, tres sillas y cuatro lámparas. ¡Hasta puede ser que sean cinco en la familia! * Máquina de inventos. Empiecen con una caja vacía. Peguen tapas de plástico, tapas de botella, botones, arandelas de metal, alambre, fotos, trocitos de cordel, flechas de cartón… todo lo que se les ocurra a tus hijos. ¡Esta máquina puede hacer de todo! * Urbanismo. Desenrollen una hoja grande de papel de dibujo o de un periódico. Añadan cajitas que hagan las veces de edificios y automóviles. Dibujen calles, aceras, zonas de juego, etc. ¡Ya están listos para mudarse! * Lotería o bingo. Confeccionen cartones sencillos para este juego colocando filas de cuadros. Llenen los cuadros poniendo letras en sentido horizontal y números en sentido vertical. Seguidamente, saquen por turno papelitos de una fuente y señalen los espacios con botones. ¡Bingo! * Juego casero de memoria. Peguen en cuadraditos de papel o cartulina fotos parecidas recortadas de revistas y emparéjenlas. Mézclenlas, pónganlas boca abajo y concéntrense. ¿Pueden sacar un par de cartas que sean pares? * Palitos chinos con espaguetis. Jueguen a palitos chinos con espaguetis crudos. * Carrera de organización. Llenen un tazón con muchos artículos pequeños: frijoles secos, pasta, nueces, etc. Hagan carreras contra reloj a ver quién ordena los objetos en una bandeja de cubos de hielo o un cartón de huevos más rápido que la última vez. Variante: ¡organizar con los ojos vendados! * Búsqueda de disfraces. Esconde por la casa artículos para disfrazarse. Di a los niños que los busquen y se los pongan. La búsqueda será más interesante si señalas los artículos con etiquetas autoadhesivas para que cada uno tenga que buscar todos los elementos del disfraz que le toque.
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Adaptado de Kick the TV Habit, de Steven y Ruth Bennett En general, lo que los niños quieren más que nada es que les prestes atención en los ratos que pases con ellos. Poseen un maravilloso detector de presencia integrado. Saben cuando no te concentras en una actividad que realizas con ellos o estás pensando en otra cosa, como las cuentas que tienes que pagar, resolver algún asunto de trabajo, etc. Asimismo, si participas de lleno en el juego, es probable que con el tiempo tu hijo aprenda a seguir realizando esa actividad solo. Aquí tienes una lista para tener en cuenta a fin de que tus actividades sean exitosas. Lo recomendable * Recuerda que mientras más actividades agradables realicen los niños que no requieran aparatos electrónicos, más capacidad desarrollarán para inventar otras. Es probable que esta habilidad sea muy satisfactoria para ellos. * Dales a elegir entre varias actividades. Participar en las decisiones de qué hacer en el tiempo que pasen juntos los motivará más. * Ten una actitud abierta. Si tus niños tienen una idea más clara de lo que tenías pensado, o una manera distinta de llegar al mismo objetivo, ¡apóyalos! Eso los animará. * Ten paciencia. Si tu hijo se ha vuelto imitativo en el juego porque ha visto mucha televisión y juguetes asociados a programas televisivos o juegos de computadora, es posible que necesite ayuda para volver a aprender a jugar con imaginación. Fomenta actividades que inspiren a tu hijo en sus propias experiencias. * Aprovecha las actividades como oportunidades de observar y apreciar a tu hijo. Así mantendrás el interés y los juegos repetitivos serán más entretenidos. Lo que hay que evitar * Hacer algo juntos cuando tienes prisa o algo te fastidia. Tu hijo se frustrará si la idea es terminar lo antes posible. * Concentrarte en el aspecto competitivo de la actividad. Si en el juego tiene que haber un ganador, quita importancia al ganar elogiando a toda la familia. Elógialos por esforzarse para mejorar su anterior resultado. Megan Dale Eran las seis y media de la mañana. Me había levantado para ir al baño, solo para encontrarme con el panorama lluvioso de un día en que nuestro clan familiar había planeado una salida. La lluvia era lo de menos. El cielo sabía que la lluvia era necesaria en nuestro pequeño lugar en el sur de California. Al volver a la cama hice una pausa y miré el jardín. Un pajarillo regordete de color marrón observaba el suelo húmedo con la esperanza de darse un suculento festín con un gusano desventurado a punto de ahogarse. En aquel momento me sentía como ese pobre gusano. Durante los últimos meses había visto negros nubarrones que lentamente se acumulaban sobre mi pequeña familia. Nuestro hijo pequeño tenía demoras de desarrollo que afectaban su felicidad a diario, y a veces cada hora, manifestándose con rabietas que evidenciaban dolor y frustración. Solía despertar gritando en mitad de la noche. Normalmente era un chiquillo tierno, sensible, cariñoso y encantador. No obstante, teníamos que saber más de los obstáculos que afrontaba para poder proporcionarle mejor lo que necesitaba en su etapa de crecimiento, mientras era todavía pequeño y dócil, antes de que llegaran a su vida los efectos secundarios -y a veces trágicos- de la poca autoestima y depresión a raíz de esos desafíos. Para colmo de males, hacía cuatro días que a mi esposo y a mí nos habían comunicado que en poco tiempo él se quedaría sin trabajo; en consecuencia, tendría que buscarse otro empleo y deberíamos buscarnos otra casa. Hasta entonces siempre había acogido con ilusión las sorpresas que me depararía el futuro. Recorría el mundo buscando mi destino por dondequiera que me llevara la vida. Pero ahora me acobardaba al afrontar una novedad importante que surgió en un momento decisivo de la vida de mi hijo. Durante cuatro días que me parecieron como cuatro años me aferré hora tras hora a una pequeña esperanza, por lo general en forma de un pasaje de las Escrituras o una frase que me sirviera de tabla de salvación. Tantos grandes personajes a lo largo de la historia atravesaron épocas difíciles y a raíz de ello escribieron anécdotas, poemas e himnos; cómo me aferraba entonces a esas citas y pasajes. A veces repetía un versículo como si fuera un mantra para no perder el aplomo mientras me ocupaba de mis hijos y los quehaceres domésticos. Y me daba buenos resultados. Desde la puerta, observaba al pajarillo. Entonces oí la voz de consuelo que he llegado a reconocer como la de mi Salvador: «No eres el gusano, Mi amor; eres el pajarillo. Las lluvias y tormentas que he permitido que lleguen a tu mundo te han dado un festín; si no, habrías tenido que escarbar para conseguirlo.» De repente, mi perspectiva cambió. Tesoros que normalmente habríamos tenido que desenterrar afloraban a la superficie. Esos tesoros eran los regalos extraordinarios de una relación estrecha entre nosotros, un aprecio y amor más grande hacia nuestros amigos y familiares. Y, por medio de la oración, un deseo ferviente de encomendar a Jesús mis necesidades y temores de cada día. ¿Ha dejado de llover? Todavía no. Aún debemos enfrentar desafíos en muchos sentidos. Pero seguiremos alegres, felices como pajarillos aun en medio de la lluvia, porque aunque suene raro, ¡tenemos un festín de gusanos! P.D.: Justo un día después de aquella revelación en un día lluvioso, el hijo del vecino -un niño de ocho años-, se me acercó y me mostró un montón de gusanitos que se revolvían, y me dijo: «Si quiere gusanos, los hay a montones en esa pila de hojas». No importa; me quedo con la metáfora. ***** Lo nuevo me desestabiliza Las dificultades que tienen nuestros hijos en su etapa de desarrollo influyen en nosotros casi tanto como en ellos. Como es imposible eludir los cambios, conviene que aprendamos a sacarles el máximo provecho. He aquí algunas propuestas: Haz una distinción. Separa aquello sobre lo que tienes una medida de control de lo que no puedes controlar, y encomiéndaselo todo a Dios, que en última instancia es señor de todo. Razona. Discrimina entre los aspectos prácticos y los emocionales, y aborda cada uno como corresponda. Juntos pueden parecer abrumadores, pero por separado suelen ser más abordables. No te cierres. Puede que lo que haces y tu forma de actuar te hayan dado resultados bastante buenos hasta ahora; pero también es posible que haya alternativas mejores. Recaba la ayuda de Dios. Las circunstancias lo pueden rebasar a uno, pero no a Él. «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible». Aprovecha el factor Dios. Sé optimista. Concéntrate en las oportunidades en vez de fijarte en los obstáculos. Busca y brinda apoyo. Comunícate e investiga soluciones que terminen por beneficiar a todos. Ten paciencia. El progreso suele constar de tres fases: un paso para atrás y dos para adelante. Piensa a largo plazo. «[Dios] que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo». Gentileza de la revista Conectate. Usado con permiso. Un presentación dedicado a los padres. Feliz Día del Padre! ¿Cómo reaccionó el padre del hijo pródigo cuando este volvió al hogar? (Lucas 15:11-24) ¿Corrió a oler el aliento de su hijo para averiguar si había estado bebiendo? ¿Hizo algún comentario sobre lo mal que había cuidado su ropa? ¿Lo criticó por tener el pelo desgreñado y las uñas sucias? ¿Le preguntó cuál era el saldo de su cuenta corriente? Por supuesto que no. Abrazó al chico y le dio una calurosa acogida.
A mi juicio, la principal lección que nos deja este episodio de amor inmortalizado en la Biblia es que Dios nos acepta tal como somos. A la luz de ese ejemplo que Él nos puso, ¿no deberíamos esforzarnos por obrar del mismo modo con nuestros hijos? ¿Podemos darnos el lujo de privarlos de esos abrazos que les demuestran que los acogemos con amor? Ese cariño es como una manta que todo progenitor puede tejer para abrigar a su hijo y demostrarle que lo acepta tal cual es. Es lo que motiva a un padre a seguir ayudando a su chico a superarse hasta que éste alcanza la meta que Dios le ha trazado. - Bob Pedrick *** Un buen padre vale por cien maestros de escuela. - George Herbert *** De niño mi padre me decía todos los días: «Eres el muchacho más fantástico del mundo y puedes hacer cualquier cosa que te propongas». - Jan Hutchins *** Todo hombre, por muy ocupado que esté, que reflexiona de vez en cuando sobre su labor como padre puede aprender a ser un mejor papá. - Jack Baker *** Mi padre me dio el mejor regalo que uno pueda recibir: creyó en mí. - Jim Valvano *** Al niño, corrígelo con cariño. - Refrán español *** Mi padre no me habló de cómo debía vivir. Vivió y me dejó observarlo. - Clarence Budington Kelland *** Los hijos y el jardín de un hombre reflejan el tiempo dedicado a desmalezar durante la temporada de desarrollo. - Anónimo *** Los niños pequeños se convierten en grandes hombres por la influencia de grandes hombres que se interesan por los niños pequeños. - Anónimo *** A un padre se lo respeta por el liderazgo que ejerce. Se lo aprecia por los cuidados que prodiga a su familia. Se lo valora por el tiempo que dedica a sus hijos. Y éstos lo aman porque les da lo que más estiman: se entrega a sí mismo. - Anónimo Gentileza de la revista Conectate. Usado con permiso. Soy tu pastor Hace falta mucho amor y generosidad para criar a una niña, y más cuando lo haces sola. Hay días en que te parece que es más de lo que puedes sobrellevar, que no puedes hacer las veces de madre y padre para ella. No obstante, sigues adelante, y eso me enorgullece. Un día te alegrarás mucho de no haberte dado por vencida, de no haber dejado de amarla e instruirla lo mejor que podías. Cuando tu hija se haga mayor, al volver la vista atrás y recordar todo el amor y los cuidados que le prodigaste se sentirá muy agradecida y orgullosa de haber tenido una madre como tú. Sé que además es difícil ser la principal fuente de sustento de tu familia. Quiero ayudarte y velar por ti. ¿Has leído el Salmo que dice: «El Señor es mi pastor, nada me faltará»? No quiero que te falte nada. Si oras y me pides ayuda, te indicaré qué hacer para pagar las cuentas y me aseguraré de que tú y tu hija tengan satisfechas sus necesidades. Alguien en quien apoyarte Los niños son una bendición enviada por mí. Cada uno de ellos es un reflejo especial de Mi amor. Nunca son un error. Yo los creo con amor y se los encomiendo a madres como tú, para que los amen y velen por ellos. Has dado muchísimo de ti para cuidar de tus retoños y sigues haciéndolo. Quiero que sepas que veo y valoro todo lo que haces. Y quiero que sepas también que estoy a tu lado para ayudarte. En muchas ocasiones no te sientes capaz de ser madre; pero si acudes a Mí, te lo haré más fácil. Es una tarea titánica, sobre todo cuando tienes que hacerla sola; pero Yo te ayudaré a superar los momentos difíciles. Te daré todo el amor y la paciencia que necesitas. Te concederé toda la sabiduría y comprensión que te hacen falta. Seré tu media naranja, alguien en quien apoyarte. Te ayudaré a tomar las decisiones difíciles. Quiero formar parte de tu familia. En tu casa quiero ser el cabeza de familia. No tienes que sacar adelante a tus hijos sola. Estoy contigo para asistirte. Tomado del libro “De Jesús con Cariño – Para Ella”. © Aurora Productions. Usado con permiso. ¿Acabas de embarcarte en la aventura de tener un hijo? ¿Te apasiona la idea? ¿Te hace feliz? ¿Te causa cierta inquietud? ¿Es fuente de satisfacción? ¿Te preocupa? ¿Necesitas ayuda? ¿O tal vez tienes hijos desde hace algún tiempo y ahora te enfrentas a nuevas o mayores dificultades? La experiencia de criar un hijo es una de las más emocionantes y gratas de la vida, y a la vez la que nos presenta los mayores retos.
Los padres son idealistas por naturaleza. Esperan lo mejor para sus hijos. Quieren hacer muchas cosas por sus retoños y darles más de lo que ellos tuvieron. Todos anhelan que sus hijos los necesiten, los amen, los admiren, los respeten e incluso quieran emularlos. Parte de la dicha de criar hijos consiste en explorar y redescubrir la vida en compañía de ellos. Las energías, la vivacidad, el entusiasmo, las necesidades y la dependencia de los niños nos motivan y nos impulsan a la acción. Ocurre con harta frecuencia, sin embargo, que los sueños de los padres comienzan a desvanecerse ante la dura realidad de la vida, los problemas personales y económicos, los conflictos matrimoniales, las exigencias laborales, el abatimiento y demás. Particularmente en esos momentos los padres tienen que descorrer el pestillo de las puertas de la esperanza, de la paz, de la alegría, de la inspiración, de la determinación, de la paciencia y, sobre todo, del amor, para acceder a un flujo de amor de tal magnitud que transforme su vida y la de sus hijos. Pero ¿cómo se hace eso? ¿Existe alguna forma de superar nuestra capacidad natural y vencer nuestras flaquezas y falencias? La respuesta es lisa y llanamente sí. Y no se trata de renunciar a nuestra manera de ser. No es preciso que seamos personas extraordinarias, talentosas o perfectas. Si existieran hombres y mujeres perfectos, probablemente no serían muy buenos padres. Es que la clave para criar bien a los hijos consiste en parte en tomar conciencia de nuestra insuficiencia. La Biblia dice que en nuestra debilidad se perfecciona el poder de Dios. Lo más importante -las fuerzas, la sabiduría, la inspiración y las soluciones que necesitamos- solo nos lo puede dar Dios mismo. También son útiles los consejos de índole práctica y ciertas técnicas y datos; pero por sí solos no nos convierten en buenos padres. La chispa tiene un origen superior, procede de nuestro amoroso Padre eterno, y está al alcance de cualquiera. Dios se ha puesto a nuestra disposición. Desea prestarnos asistencia y asimismo ayudar a nuestros hijos. Quiere que criemos niños estupendos, que disfrutemos de ellos y que gocemos cada vez de más amor y felicidad en familia. Él quiere trabajar conjuntamente contigo. Aunque consideres que otros lo hacen mucho mejor que tú, recuerda que Él te escogió a ti para velar por tus hijos, y con Su ayuda puedes ser el mejor padre o la mejor madre del mundo para ellos. Con Dios como socio, no solo se incrementarán tus aptitudes, sino que Él compensará con creces cualquier falencia tuya. Extraído del libro ¿De dónde sacar fuerzas?, por Derek y Michelle Brookes. |
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