La vida entraña aprender miles de cosas -desde verter agua hasta apagar las luces cuando ya no las necesitamos-, y los niños de 2 y 3 años están en una edad ideal para empezar a hacerlo. El hogar ofrece incontables oportunidades a los niños pequeños en ese sentido. Con solo detenerse un minuto para enseñarle cómo funciona algo y después dejar que lo intente él, se puede hacer de cada cuarto y de cada objeto de cada cuarto una actividad didáctica. Cuando los niños escuchan explicaciones, intentan hacer cosas nuevas y aprenden a usar algo por primera vez se desarrollan física e intelectualmente. EL CUIDADO DE LAS COSAS Es muy importante aprender a cuidar bien de las pertenencias personales y del entorno. Se debe tener un sitio donde poner los juguetes después de usarlos, donde guardar la ropa cuando el niño se la quita, etc. Conviene ayudar al niño a habituarse a recoger sus cosas cuando termina con ellas; a colgar su chaqueta, a doblar y guardar sus pijamas en la mañana, etc. Haz que lo disfrute prodigándole abundantes elogios cuando haga bien la tarea. Un entorno ordenado hace que el niño se sienta más seguro y le ayuda a empezar desde muy pequeño a adquirir buenos hábitos. El entorno en que vive lo afecta directamente (y también a sus padres), así que hay que procurar mantenerlo limpio, luminoso y alegre. Si se le hace participar en la labor de mantenerlo así -empezando por quehaceres muy sencillos- se le enseña a ser responsable. Al mismo tiempo desarrolla nuevas destrezas, mejora su coordinación y aprende a tener consideración por los demás. Normalmente a los niños pequeños les encanta colaborar en la casa. Son capaces de asistir en pequeños quehaceres que les proporcionan experiencias de aprendizaje. Desde los dos años se les puede enseñar el arte de mover las cosas en forma segura y silenciosa (su mesita y sillitas, por ejemplo). Mientras se cuelga la ropa se le puede enseñar a contar a medida que él te va pasando las pinzas. Que ayude a su papá a lavar el auto. Mientras preparan juntos la ensalada se le puede ir hablando de los alimentos, las vitaminas y la importancia de la higiene. Los quehaceres domésticos pueden resultar actividades didácticas muy divertidas para los niños pequeños: vaciar los papeleros, limpiar, ordenar, barrer, lustrar, desempolvar, doblar la ropa, poner la mesa y hacer las camas. A la hora de hacer el aseo de su cuarto, el niño puede pasar el trapo a la estantería de los juguetes y lavar los juguetes de plástico. Si se colocan unos ganchos y estantes a su altura para que pueda tomar y dejar solito su toalla, su guante de baño, su cepillo de dientes y su ropa es probable que, de ser un nene dependiente y quejica, ¡se transforme en una personita satisfecha y servicial! Se les puede enseñar a realizar cada tarea concienzudamente, bien y hasta el final. Para los niños de dos años y medio a cuatro años de edad, estudiar todos los detalles relativos a doblar la ropa o quitar el polvo puede resultar muy interesante, hasta fascinante. Le llevará tiempo aprender a hacerlo solo. No se puede pedir que sus primeros intentos sean muy eficientes. Sin embargo, a los niños les encanta imitar la forma correcta de hacer las cosas si se les indica detenidamente cuál es. LA VIDA CON OJOS DE NIÑO Recuerda que por lo general los niños hacen las cosas por diferentes motivos que los mayores. No suelen pensar tanto en el propósito de una actividad, sino que hacen las cosas porque disfrutan haciéndolas. La actividad en sí suele ser motivo suficiente para hacer algo. Terminar lo que empezaron no es tan importante para ellos. A veces los mayores nos impacientamos con los niños por la lentitud con que hacen las cosas. No vemos por qué simplemente no se apuran y terminan de una vez. Es posible que un niño tenga una buena capacidad de concentración para su edad, pero tal vez no se esté concentrando en lo mismo que tú. Puede que a ti te interese que termine porque tienen que pasar a otra cosa, pero a lo mejor a él no le interesa terminar rápidamente una actividad que le resulta entretenida o poner fin a un momento agradable sólo para empezar otra cosa. Si es necesario darse prisa, tenemos que tomarnos la molestia de explicarle por qué y en qué se beneficiará él. No conviene andar metiéndole prisa todo el día ni impedirle que absorba las experiencias y disfrute de las actividades que realiza, sino más bien darle tiempo para aprender, observar, explorar y experimentar. Al salir de paseo con él para observar la naturaleza no hay que apurarlo. Puede que tanto él como tú se pierdan algo importante. ¡Ojalá disfruten plenamente la creación divina: las vistas y sonidos, las criaturas pequeñas y grandes, el viento, el sol y la lluvia! Viene bien hacer memoria y evocar las experiencias que tuvimos de niños que se nos quedaron grabadas en la memoria: chapotear descalzos en los charcos, imaginar que las hojas arrastradas por la corriente de un arroyo eran barcos en un río caudaloso. Demos a los niños tiempo y oportunidades para aprender del más fabuloso de todos los maestros: el Creador y Su creación. Tomado del libro "Pre-escolares", escrito por Derek y Michelle Brooks. © Aurora Producciones. Usado con permiso.
0 Comments
Con lo ocupados que están en su vida diaria, a veces es fácil ver a los niños como una más de tantas tareas, y si se tiene un día particularmente ajetreado, la solución más sencilla tiende a ser dejar que se entretengan solos con juguetes, videos o juegos mientras ustedes se ocupan de otras cosas. Deben tener presente que lo que viertan en sus hijos cada día contribuye a prepararlos para el futuro. El amor, interés, disciplina y atención que les dedican los ayuda a madurar y convertirse en las personas que serán el día de mañana. Si están demasiado ocupados para dar a sus hijos el tiempo y el amor que necesitan, se perderán la ocasión de hacer una de las inversiones más importantes de la vida; aunque hagan lo que tenían previsto para el día, no será algo que perdure. Lo que trasciende al día de hoy es lo que invierten en la vida de sus hijos. Siempre tendrán tareas pendientes -la limpieza de la casa, ropa que lavar, cuentas que pagar- pero no siempre tendrán a sus hijos con ustedes, y no podrán recobrar los momentos que perdieron «porque estaban demasiado ocupados». Cada día, cada momento, cuentan para forjar el futuro de sus hijos y convertirlos en las personas que deben ser. Cuanto más vierten en sus hijos, más aprenden. Aprovechen todas las oportunidades que se les presenten para enseñarles algo; pueden colmar su vida de felicidad por medio del celo y la inspiración con que viven ustedes la suya. Además, pueden aprender mucho criándolos; de hecho, más de un sabio ha aprendido algo de la sinceridad, el amor y la sencillez de un niño. Recuerden siempre que los años de la infancia son muy valiosos; con lo que les dan forjan el futuro de sus hijos, así que aprovéchenlo, sáquenle el jugo. Nunca lo lamentarán. © TFI. Usado con permiso
Establecer Pautas para el uso de la Internet
Lo que se busca al establecer pautas para el uso de la Internet no es imponer incontables reglas, sino enseñar a los niños a escoger lo que les conviene, lo cual los protegerá durante toda la vida. Una de sus responsabilidades más importantes es enseñar a sus hijos a escoger bien. Los niños tienen que llegar a comprender por qué algo está bien o está mal, y aprender a tomar sus decisiones partiendo de ahí. Lo que los motivará a tomar decisiones acertadas en cuanto a su uso de la Internet será distinguir entre lo que es bueno y sano y lo que es peligroso y nocivo para su intelecto. Hay que enseñar a los chicos a sacar provecho de las ventajas del internet, de modo responsable. La red global es parte integral de esta era tecnológica, y eso no va a cambiar. Los conocimientos prácticos que los niños adquieran sobre la Internet los prepararán para el uso que inevitablemente harán de ella. Recomendaciones * Siempre que sea posible conviene tener el computador en un lugar donde sea fácil supervisar lo que hagan los menores. También se puede restringir el tiempo que el computador está conectado a la red, de forma que no todo el tiempo que pasen en el computador sea en Internet. * A medida que van creciendo hay que enseñarles a usar bien la Internet, a acceder a ella con un propósito, a fin de evitar distraerse con la gran cantidad de información y atracciones que tiene. Los niños deben entender que la Internet no es un conjunto de información precisa bien organizada de la que uno se puede fiar, sino una gigantesca red de computadores que ponen a la disposición de todo el mundo una cantidad exorbitante de información. Una parte de ella es buena y beneficiosa; pero otra no, y en algunos casos hasta es falsa o perjudicial. * Una posibilidad es marcar como «favoritos» algunos portales educativos de confianza o algunas enciclopedias virtuales y que los niños se dirijan directamente a esos sitios cada vez que busquen algo, en vez de hacerlo mediante un motor de búsqueda. Aunque tome un tiempo escogerlos, vale la pena por el bien de ellos. Lo mismo se puede hacer con los portales recreativos, los hobbies y los intereses personales de cada chico. * Cuando los niños se van haciendo mayores hay que enseñarles a no desperdiciar el tiempo en Internet. Resulta muy fácil dejarse absorber por el caudal de información que contiene, por las vías fáciles de comunicación electrónica, el chateo y otros intereses personales, al punto de que las horas se pasan volando. En esta época marcada por la tecnología, es muy importante enseñar a nuestros hijos (y aprender uno mismo) a usar la Internet con buen juicio. Si inculcamos esos principios a los niños durante la niñez, adquirirán buenos hábitos que los acompañarán toda la vida. Contenidos Nocivos Otro de los riesgos de la Internet es encontrarse inadvertidamente con imágenes o textos no aptos para menores. ¿Cuáles son los Riesgos? Los estudios demuestran que el 90% de los niños de entre 8 y 16 años han visto contenido sexual explícito al navegar por internet. ¿Qué hacían cuando sucedió eso? Según una de las investigaciones, la mayor parte de ellos se encontró con ese tipo de contenido al: * Navegar * Equivocarse en una letra al escribir la dirección de una página * Hacer clic en un enlace en una página web Recomendaciones * Emplear estrategias para reducir la exposición a contenido nocivo. Se les debe enseñar a los niños técnicas para realizar búsquedas de manera eficiente, navegar por Internet y procesar el correo electrónico. * Enseñar a los niños y jóvenes a reaccionar rápidamente (por ejemplo: reiniciando el navegador) para minimizar el daño de ese tipo de contenido. Hay que ayudarles a adquirir integridad moral de forma que decidan ignorar las páginas web perniciosas y pasar rápidamente a otra cosa. * Muchos buscadores ya vienen con la opción del filtro o modo de búsqueda segura escogido, pero por si acaso, se recomienda asegurarse. Ello brinda bastante protección contra textos o imágenes explícitos. * Explicar a los hijos que aunque busquen información empleando palabras completamente inocentes, los resultados de la búsqueda pueden llevarlos a páginas web dañinas. Una forma de evitarlo es leer detenidamente la descripción de la página o portal, y sólo entrar si están completamente seguros de que no hay peligro. Si no están seguros, no deben acceder a esa página sin antes preguntar a sus padres. Qué Hacer Cuando Sucede En algún momento los niños se encontrarán con algo indebido, ya sea en internet, en revistas, televisión u otros medios. No es sino cuestión de tiempo. No hay que hacer un drama cuando ocurre eso, sino más bien aprovechar la oportunidad para hablar del tema, inculcar valores y explicar a los hijos por qué conviene seguir las recomendaciones. A los niños hay que darles explicaciones, consejos y orientación, en función de sus necesidades y de su edad. Si alguien no sabe cómo abordar esos temas con sus niños y adolescentes puede buscar consejos e ideas en Internet, consultar libros sobre el tema o acudir a personas capacitadas. Hoy en día el uso generalizado de Internet forma parte de nuestra vida diaria, permitiéndonos acceder a información que en otros tiempos habría sido difícil o costosa de obtener. Esta red mundial de intercambio y comunicación ha aumentado y mejorado las oportunidades de aprendizaje. Ahora se puede fácilmente desde estudiar hasta hacer juegos educativos, mirar obras de consulta, buscar datos e información de todo tipo, encontrar consejos para hacer casi cualquier cosa, ver videos y cantidad de cosas más, en línea. Además nos permite estar en contacto con nuestros familiares y amigos.
Sería irracional descartar los numerosos beneficios que ofrece Internet; no obstante, puede ser también puerta abierta para toda clase de influencias malsanas y hay que cuidarse de eso, y además nos conviene tomar medidas prácticas de seguridad y protección. Inculcar Valores Como los niños carecen de experiencia, necesitan que les enseñemos gradualmente los valores por los que uno se debe guiar cuando se mueve por la red mundial. A la larga, esos principios morales que les hayan inculcado serán su mayor protección; es mucho más eficaz hacer eso que imponerles una serie de reglas. Porque llegará el día en que no podremos continuar supervisándolos; dentro de poco se convertirán en adolescentes y adultos y van a tener que tomar decisiones acertadas por su cuenta y escoger alejarse del peligro por convicción personal; ya no servirá el temor al castigo. Mientras nuestros hijos son chicos tenemos el honor de formar sus valores y principios; hagámoslo sabiamente. Riesgos de Carácter Social Desde un punto de vista social, la Internet puede volverse un mundo aparte ya que ofrece todo un caudal de posibilidades y descubrimientos a los niños y jóvenes. A veces los que son tímidos, a los que les cuesta expresarse en la vida real, pueden hacerlo con mayor facilidad en un mundo virtual; y en otros casos la Internet promueve mayor timidez, inseguridad y baja autoestima, puesto que no los motiva a esforzarse por mejorar su comunicación verbal y su forma de expresarse. Por otra parte está el peligro de la adicción a la Internet, y además la necesidad de que los menores tengan otro tipo de experiencias y realicen actividades variadas para desarrollarse óptimamente en todos los sentidos. Es importantísimo para los niños vivir experiencias de la vida real, que no impliquen el uso de una computadora y que les permitan cultivar sus habilidades prácticas y sociales, disfrutar del deporte y los juegos al aire libre, y mucho más. Las computadoras y la Internet jamás deberían reemplazar esos elementos que son fundamentales para los niños porque suponen vivir la vida plenamente y les aportan experiencia y perspectiva. ¿Cuánto Tiempo es Suficiente? Otro aspecto del uso de la Internet que los padres debemos tener en cuenta es la cantidad de tiempo que los chicos pasan frente al monitor. El contacto desmedido o innecesario con los computadores a una temprana edad puede inducir en los niños un apetito por estimulación visual constante que les quita las ganas de llevar un estilo de vida físicamente activo y entorpece su desarrollo social. Brindar a los hijos una amplia gama de actividades en la vida real es una de las estrategias más importantes para no sólo reducir los peligros de que hablábamos, sino también promover un buen desarrollo armonioso de todas las facetas de su mente, cuerpo y espíritu. La infancia debería ser una etapa llena de actividad, diversión, emociones, aventuras, y desafíos; no de la influencia aletargante que ejercen en los niños las computadoras. Cuando los niños todavía son pequeños, su personalidad está en formación; están viendo cómo encarar la vida y qué hacer con ella. Es muy triste que se pasen horas y horas ante un monitor. Los mayores deben inculcarles una forma de vida activa realizando actividades con ellos que los mantengan espabilados. Los chicos se quejarán y querrán volver a sentarse ante el computador, pero de ustedes depende descubrir formas de hacer más dinámica la vida de ellos, de motivarlos a salir a divertirse al aire libre en lugar de pasarse el día sentados en casa perdiendo el tiempo. Supervisión de los Padres Una de las mejores formas de proteger a los niños de las malas influencias de la Internet es simplemente supervisarlos. Los padres sabemos lo que es apropiado para los niños y lo que no lo es. Hay numerosos programas disponibles para controlar el uso de la Internet por parte de los hijos. Son programas diseñados para llevar a cabo distintas funciones, desde filtrar los portales que no son aptos para menores hasta poner un límite a la cantidad de tiempo que los niños pasan en línea. Los propios buscadores (Google, Firefox, Yahoo, etc.) tienen filtros opcionales incorporados. Pero cualquier medida de seguridad que se emplee no debería ser sino un complemento a la supervisión personal de los padres y a las pautas que se hayan establecido en cuanto al tiempo que pueden dedicar a la Internet, el uso que le van a dar, etc. La Internet puede ser una herramienta educativa fenomenal, por lo que emplear algún medio de filtrar las páginas inapropiadas incrementará la calidad de los resultados de sus búsquedas virtuales. Si optan por instalar un programa de seguridad en el computador que emplean sus hijos, aprovechen la oportunidad para enseñarles por qué lo hacen. Existe el riesgo de pensar que tras la instalación de esos programas sus hijos ya están a salvo y no necesitarán más supervisión ni instrucción de su parte. Pero los programas sólo protegen hasta cierto punto; aunque alivien ciertas inquietudes, sigue recayendo sobre nosotros la principal responsabilidad, que es asegurarnos de que aprendan ellos mismos a defenderse de las influencias nocivas. Cuando sus hijos crezcan no tendrán esos filtros ni otras restricciones externas, y para entonces lo único que funcionará es que tengan convicciones personales y entiendan por qué se deben evitar ciertos portales y páginas de Internet. Bil Keane En los casi treinta años que llevo dibujado la caricatura The Family Circus he aprendido muchísimo acerca del amor. Lo he descubierto en mi familia, y muchas veces me he basado en situaciones reales para hacer las caricaturas. No es ningún secreto. En lo que se refiere a amor, mi máxima inspiración y el modelo para el personaje de la madre ha sido mi esposa Thel. Tenemos cinco hijos y cuatro nietos. Cuando nuestros hijos eran pequeños, la gente con frecuencia se preguntaba cómo se las arreglaba Thel para cuidar de todos. Siempre podíamos contar con ella, ya fuera para aliviar el dolor de un rasguño en la rodilla, sentarse entre el público en una representación de teatro escolar o ayudar a los niños a hacer las tareas del colegio en la mesa de la cocina. Y mientras más hacía por nosotros, más podía dar de sí. Así descubrí las paradójicas leyes del amor de Dios. El amor no se raciona. Nunca se agota. Al contrario, de una manera que desafía a las leyes de la física, mientras más amor se da, más se puede dar. Así como el entusiasmo se contagia y genera más entusiasmo, la amabilidad ayuda a ser amable y la alegría se comunica, el amor aumenta cuando se regala. Intenté poner todo eso en una de mis caricaturas. En ella aparece la madre con una bolsa llena de comestibles en un brazo y el bolso en la otra mano, mientras los cuatro chiquillos están agarrados de sus rodillas. A la izquierda hay una señora que le pregunta: «¿Cómo hace para repartir amor entre cuatro niños?» Y la madre responde con una frase digna de reflexión: -Verá usted, señora, es que no divido el amor, lo multiplico. ***** La esencia del amor En la vida, lo mejor siempre trae en su envoltorio una etiqueta que advierte de sus riesgos. Se desata el regalo, y junto con el riesgo se asume la alegría. La paternidad es así. El matrimonio es así. La amistad también. Para vivir la vida a plenitud, hay que exponerse ante el abismo sin fondo de la vulnerabilidad. Esa es la esencia del amor verdadero. Kristin Armstrong Mi marido y yo oramos diariamente por la seguridad de nuestras hijas. No me cabe duda de que esas oraciones les han evitado más de un accidente. Por otra parte, es posible que yo siempre haya considerado a mis hijas como excepciones, no a las normas —por Dios—, sino en el sentido de que me parecía que nunca cometían las típicas tonterías infantiles que pueden provocar accidentes o daños. Por ejemplo, llevarse cosas a la boca. Me imagino que debí haber tomado en cuenta la señal de advertencia. Laura, de dos años y medio, había tomado una monedita del suelo y se la había metido alegremente en la boca. Afortunadamente, estaba muy cerca de mí. Se la saqué y le di su correspondiente regaño, en el cual incluí una explicación de todas las consecuencias nefastas que puede tener el tragarse una moneda. Aun así, nada podría haberme preparado para lo que sucedió aquella noche. Mi esposo y yo nos estábamos preparando para salir. Habíamos atenuado la luz del cuarto de las niñas, y ellas daban vueltas en sus camas como de costumbre. ¿Estarían dormidas para cuando llegara la chica que venía a cuidarlas? Seguramente no. De golpe Kimberly gritó: —¡Mamá, Mamá! ¡Laura se está atragantando! Tomé a Laura y le pregunté a Kimberly qué había pasado. —Laura se tragó una moneda —me respondió. Se me puso la mente en blanco. Había leído y vuelto a leer —probablemente cinco o seis veces— un artículo que explicaba cómo auxiliar a un niño que se atraganta. Pero en el instante en que más lo necesité, no logré recordar una sola palabra. Llevé a Laura al pasillo, donde había luz, y pedí auxilio a gritos. Gracias a Dios, no sucedió lo peor. Laura comenzó a toser. Recordé que si un niño atragantado logra toser, normalmente con la tos expulsa el objeto que se le ha atascado en la garganta. Dos o tres segundos después cayó al suelo una moneda de 25 centavos (tamaño mediano) que ella había expulsado de su boca. Yo no lograba contener el llanto ni podía dejar de agradecerle al Señor Su misericordia. Mucho después que las niñas se hubieron acostado entre llantos, abrazos y expresiones de cariño fraternal, por mi cabeza empezaron a circular todos los posibles desenlaces de aquel episodio. Un niño que se atraganta no puede pedir ayuda. El cuarto estaba en penumbra. Yo apurada por alistarme para salir; mi esposo esperándome abajo. ¿Y si Kimberly no se hubiera dado cuenta de que Laura se estaba atragantando? ¿Qué habría pasado si en lugar de una moneda mediana, como la que se tragó, hubiera sido una más pequeña, de un centavo, como la que encontré en su cama la segunda vez que la arropé? Una moneda más pequeña fácilmente podría habérsele atascado en la garganta. ¿Habría logrado sacársela antes que fuera tarde? ¿Qué habría pasado si ya nos hubiéramos marchado y la niñera no hubiera escuchado a Kimberly pedir auxilio? Ahora soy una madre más prudente y precavida. He aprendido a no suponer que mis hijas nunca harán tonterías infantiles que puedan ponerlas en peligro. Además, aprecio mucho más el amor y la misericordia de Dios, Sus tiernos cuidados, y en particular la forma en que responde cotidianamente a nuestras oraciones por la seguridad y el bienestar de nuestras hijas. Cuando nos enfrentamos a situaciones inesperadas que prácticamente escapan a nuestro control, contar con Jesús y la oración es de capital importancia. Escrito por Jasmine St. Clair y publicado originalmente en la revista Conectate. Usado con permiso.
Es posible que la lectura sea la principal aptitud necesaria para adquirir una buena cultura, pues en buena medida el aprendizaje se basa en la capacidad de leer. Los padres y profesores debemos esforzarnos al máximo para mejorar los procesos mentales de los niños y ayudarlos a expresar sus sentimientos e ideas. Los niños que crecen en un ambiente en que tienen un buen surtido de lecturas adquieren más afición a leer. También avanzan con más rapidez si empiezan a leer a una edad temprana. Una regla esencial al enseñar a un niño a leer es que padres y maestros vean la lectura como una actividad entretenida que realizan juntos. Es importante tener presente que: * El aprendizaje es el juego más emocionante de la vida; no es trabajo. * El aprendizaje es un premio, no un castigo. * El aprendizaje es placer; no una imposición. La forma de avanzar en la lectura varía de un niño a otro, pero hay una constante: el interés personal y atención de los padres y maestros puede hacer mucha diferencia. Prácticamente cualquier método que se siga dará buen resultado si el niño está contento, motivado e interesado y disfruta de la experiencia. Muchas personas creen que un niño pequeño no es capaz de mantener la atención que hace falta para que aprenda a leer. Sin embargo, si los momentos de aprendizaje son activos y no muy largos, tal vez descubran que es al revés, y que el niño asociará aprendizaje con placer. Ello contribuirá a mantener su interés y le aumentará el deseo de aprender. Los niños pequeños se intimidan mucho menos con la lectura que los mayores y no la consideran algo lleno de ideas abstractas e intimidantes; lo ven como otra materia interesante que aprender. Una clave para el éxito es que los niños sepan que hacen progresos. Elogiarlos por sus logros los motiva para seguir aprendiendo. La lectura puede ser particularmente atractiva para los niños pequeños al ver lo fácil que es reconocer palabras juntando sílabas y ver que pronto pueden leer solos. Si al final de una sesión de lectura se elogia al niño por lo bien que lo ha hecho, quizá se le muestra y presenta como algo interesante lo que verá la próxima vez y se le da un elogio afectuoso acompañado de un abrazo. Todo eso motiva mucho a la mayoría. El cerebro es como una computadora; cada día recibe grandes cantidades de datos; cuantos más recibe, mayor capacidad tiene para recibir. Lo que se aprende entre uno y cinco años de edad se retiene fácilmente. Los niños pequeños son genios lingüísticos; a los cinco años por lo general han aprendido un idioma (o hasta dos o tres), así como deportes, operaciones matemáticas sencillas, rudimentos de escritura y mucho más. Su capacidad para aprender es máxima; pueden adquirir conocimientos con más rapidez que en etapas posteriores de la vida. Los niños pequeños pueden aprender prácticamente de todo a partir de un año si se les presenta de manera clara, informativa y objetiva. Darnos cuenta de ello nos hace conscientes de que poseen aptitudes extraordinarias y que enseñar a un niño implica gran responsabilidad. Lo que hay que hacer: * ¡Sé alegre! Disfruta enseñando a los niños. * Elogia al niño cada vez que haga algo bien. * Sé entusiasta. * Elimina posibles distracciones para que el niño ponga toda su atención. * Cuando enseñes a un niño a leer ve pasando el dedo hacia la derecha por debajo de cada sílaba. Lo que no hay que hacer: * No aburras al niño yendo demasiado lento. * No lo examines. * No sigas si ves que el niño ha perdido el interés. * No lo presiones para que aprenda. ¡Enseña tu niño a leer en Ingles! ¡Haz clic aquí para ver una programa gratis! Derek y Michelle Brooks, recopilado de Early Bird Readers—A Teacher and Parent’s Handbook. Los niños necesitan -y aprecian- un patrón de conducta claramente definido. En muchos casos, el mal comportamiento es uno de los medios de que se vale el niño para exigir que se le indique el camino. A continuación reproducimos algunos métodos básicos de probada eficacia:
1. Establecer límites bien definidos Hay que dejar claramente sentado lo que se les permite hacer a los niños en casa y fijar castigos razonables por incumplir esas pautas. Aunque no se pueda intervenir mucho en lo que sucede fuera de casa, se pueden fijar normas de comportamiento aceptables dentro del hogar. 2. Crear una comunicación franca y sincera con los hijos Cuando existe una comunicación abierta entre padres e hijos hay más posibilidades de saber lo que hacen cuando están fuera. Lo ideal es que se sientan con confianza para contar cualquier cosa. Aunque no siempre se esté de acuerdo con ellos ni se les permita hacer todo lo que quieran, deberían confiar con toda tranquilidad en los padres. El secreto para establecer esa comunicación es aprender a escuchar. Uno de los mejores regalos que se pueden hacer a los hijos es demostrar un sincero interés en lo que les sucede, prestándoles toda la atención siempre que haga falta. Al escucharlos concentradamente les estamos diciendo que queremos entenderlos y ayudarlos, que consideramos que vale la pena escucharlos, que queremos que sepan que tenemos fe en ellos y que siempre pueden contarnos sus cosas porque los amamos. Hazles preguntas. Eso no sólo da resultado con los niños, sino con cualquiera. Al hacerles preguntas los ayudas a abrirse y les demuestras que te interesas y preocupas por ellos. Hay que motivarlos a hablar, y cuando ellos hacen preguntas, hay que tener cuidado para no filosofar demasiado ni pontificar, ni aparentar ser algo que no se es. No pierdas la sencillez. Trátalos con amor y comprensión. Y evita darles consejos que tú no aplicarías. Conviene aprender a dar los consejos y respuestas de la forma que les resulte más fácil aceptarlos. 3. Buscar un término medio entre lo permitido y lo prohibido Ayuda mucho pedir a Dios que nos ilumine para determinar qué actividades son inocuas, cuáles hay que vigilar y limitar, y cuáles es necesario prohibir. Es menester buscar un término medio en cuanto a lo que se les permite hacer a los hijos, sobre todo cuando están fuera de casa. Es posible que no se consiga nada prohibiéndole totalmente cierta actividad a un niño mayor o un adolescente; eso podría motivarlo a rebelarse y hacerla a hurtadillas. Tal vez sea más conveniente acordar unos límites razonables con él y hacerlos valer. 4. No escandalizarse demasiado por las apariencias No hay que asustarse de un comportamiento que, aunque se salga de la norma, no sea necesariamente malo o perjudicial. Si nos mostramos tolerantes con cosas que quizás no sean de nuestro gusto pero en esencia sean inocuas, es muy probable que los hijos nos obedezcan cuando nos plantemos firmes con otras que estén mal. Aunque no nos guste la forma en que se viste nuestra hija de doce años, para ella esa no es la cuestión de fondo. Lo importante para ella es contar con la aceptación de los de su edad. Viene bien pedirle a Dios que nos ayude a ver más allá de las apariencias y nos dé paciencia y autocontrol para dejar pasar asuntos de relativamente poca monta. 5. Permitir cierto grado de experimentación No toda la experimentación es mala; cumple una función importante en el proceso de maduración. No conviene tomárselo a la tremenda cuando los hijos mayores dicen o hacen cosas que nos parezcan impensables. Muchas veces se empeñan en escandalizar por puro gusto, para tomar el pelo. Si les demostramos que somos capaces de reaccionar sin alarmarnos, muchas cuestiones se resolverán por sí solas. 6. Hacerles saber a los hijos que uno los ama incondicionalmente Un niño cuya necesidad de amor y atención está satisfecha en casa suele comportarse mucho mejor. Es preciso garantizar a los hijos que se los seguirá queriendo hagan lo que hagan y que siempre pueden contar con nosotros. Parte de ese cariño consiste en no dejarles hacer cosas que sabemos que son perjudiciales, pero dándoles al mismo tiempo la seguridad de que nunca dejaremos de quererlos. Cuando nos ponen a prueba y descubren que nuestro amor por ellos no mengua aunque nos contraríen, se sienten más seguros. Así es más probable que la próxima vez se planten firmes ante las presiones sociales negativas y tomen buenas decisiones. 7. Aceptar a las amistades de los hijos Si te ganas el respeto y la amistad de los amigos de tus hijos, es posible que se aficionen a juntarse en tu casa. Tal vez se incrementen el nivel de ruido y el gasto en alimentación, pero al menos tendrás paz sabiendo dónde están tus hijos y en qué andan. Si en general aceptas a sus amigos, cuando tengas que poner límites a su relación con alguno que tenga mala influencia en ellos, se mostrarán más dispuestos a acceder a tus deseos. 8. Minimizar las influencias malsanas Mientras tus hijos sean pequeños y seas tú quien tiene en la mano el control remoto, escoge para ellos películas, programas de TV, música y juegos de computadora que sean sanos. Es posible que más tarde se rebelen o se sientan atraídos por otros menos sanos, pero al menos les habrás dado un buen cimiento. Se debe hablar de esas actividades recreativas con los hijos mayores y, en tanto que sea posible, tomar decisiones conjuntas. Si entienden y respetan los motivos por los que se les prohíben ciertas cosas, es más probable que los respeten cuando no estemos presentes. Lógicamente, es importante proporcionarles actividades alternativas que sean entretenidas y a la vez edificantes. 9. Enseñarles a tener convicciones firmes Para plantarse firmes ante las influencias negativas y las presiones sociales, los hijos tienen que saber explicar y defender lo que creen, lo que consideran correcto o aceptable y por qué lo es. Aunque no siempre coincidan en todo con nosotros, si entienden nuestra postura con relación a ciertos asuntos y ven que tenemos convicciones, tenderán más a ir contra la corriente de la presión social negativa. Además les ayudará a explicar nuestras creencias a sus amigos. Es de esperar que los hijos no siempre obren con acierto en las situaciones difíciles, pero se los debe elogiar cuando muestren la convicción para hacerlo. Hay que hacerles saber que se entiende lo difícil que resulta y se está orgulloso de ellos. 10. Enseñarles a ser considerados El ejemplo de amabilidad y consideración que se les dé es muy importante. La forma en que tratamos a los demás, sobre todo a los hijos, influye mucho en la forma en que ellos tratan a terceros. Conviene que analices cómo te diriges a ellos. Pregúntate: «¿Cómo me sentiría si alguien me tratara o se dirigiera a mí de la forma en que yo lo estoy haciendo con mi hijo en este momento? ¿Tengo en cuenta la forma en que me dirijo a otros delante de él o donde pueda escucharme? ¿Me río de él o hago chistes acerca de él que podrían humillarlo?» Los niños suelen discutir mucho entre ellos. Se contradicen, ridiculizan y critican unos a otros. A veces discuten por discutir o tratan de demostrar su superioridad humillándose mutuamente. Es importante enseñarles que no está bien considerarse superiores a los demás. Si no se los instruye y corrige, los niños pueden ser muy hirientes con personas que tienen impedimentos físicos notorios, sobre todo otros niños. Es muy importante que aprendan desde pequeños qué cosas no hay que decir y en qué casos es preferible hacer caso omiso del defecto. Hay que enseñar a los hijos a tratar a los demás como les gustaría que los trataran a ellos si padecieran el mismo problema o se vieran en la misma situación embarazosa. En general, cuando un niño se da cuenta de que sus actos duellen a los demás, tiene más cuidado con lo que dice y hace y los trata con más consideración. Extraído de "La Formación de los Niños", escrito por Derek y Michelle Brooks. © Producciones Aurora. Usado Con Permiso. Hermoso video dedicado a las madres en todas partes. Inglés con subtítulos en español. |
Categories
All
LinksCuentos bilingües para niños Archives
March 2024
|