Actualizado Noviembre 2018
Haz clic en cualquiera de los siguientes enlaces para ver estas películas de Navidad en línea. Películas ¡NUEVO! ¡Qué bello es vivir! - El filme es un clásico del cine estadounidense, y su emisión en televisión se ha convertido en toda una tradición navideña. Está protagonizada por James Stewart en el papel de George Bailey, un hombre que ha renunciado continuamente a sus sueños debido a su sentido de la responsabilidad, su generosidad y su altruismo, y cuyo propósito de suicidarse en Nochebuena provoca la intervención de su ángel de la guarda, Clarence Odbody (Henry Travers). Clarence muestra a George cuántas vidas ha afectado con su ayuda, y cómo sería la vida en su pueblo si él nunca hubiera existido. Un Cuento de Navidad (1984) - Ebenezer Scrooge es, un hombre avaro y tacaño que no celebra la fiesta de Navidad a causa de su solitaria vida y su adicción al trabajo. No le importan los demás, ni siquiera su empleado Bob Cratchit, lo único que le importan son los negocios y ganar dinero. Una noche, en víspera de Navidad, Scrooge recibe la visita de un fantasma que resulta ser el de su mejor amigo y socio Jacob Marley, que muere siete años antes del inicio de la historia. El espectro le anuncia la visita de tres espíritus de la Navidad, que le darán la última oportunidad de salvarse. La historia de la Natividad - La historia de María y del acontecimiento que cambió para siempre su vida y el destino de la humanidad. El cuarto Rey Mago - Cuenta la leyenda que hubo un cuarto Rey mago que llegó tarde a la cita con los otros tres por ayudar a un anciano. Se desplazó por sus propios medios a Belén, pero la Sagrada Familia había partido ya hacia Egipto, en donde intentó buscarlos infructuosamente, pues siempre se enredaba ayudando a algún necesitado. Cuando después de 30 años oyó lo que se comentaba del profeta de Galilea, quiso verlo. Desafortunadamente, nunca llegaba en el momento oportuno, pues siempre tenía que atender las miserias que iba encontrando en el camino. Por fin, ya anciano, alcanzó a ver a Jesús subiendo al Gólgota, y le dijo: «Toda mi vida te he buscado sin poder encontrarte». Jesús contestó: «No necesitabas buscarme, porque tú siempre has estado a mi lado». La mujer del predicador - El bondadoso reverendo Henry Biggs se da cuenta de que su matrimonio con Julia está en peligro debido a que dedica demasiado tiempo a resolver los asuntos de sus feligreses. Por si esto fuera poco, su iglesia se ve amenazada por un promotor inmobiliario. Desesperado, ruega a Dios que le ayude, y la respuesta es un ángel llamado Dudley, que traerá, al principio, más complicaciones que soluciones. Feliz Navidad (Joyeux Noël) - Ha estallado la I Guerra Mundial. Tres ejércitos enemigos -franceses, alemanes y escoceses- libran el conflicto desde las trincheras. En el Día de Navidad sus tenientes acuerdan pactar una tregua. Los soldados comparten unas escasas horas de paz en las que fraternizarán. Este video es para niños mayores y es basado en una historia verdadera. Dibujos Animados y Vídeos de Música ¡NUEVO! Chiquisaurios: La peña navideña - Una vez al año llega el momento de rescatar del olvido el baúl de Navidad. Los chiquisaurios aprenden a ceder y terminan disfrutando mucho de los preparativos para la celebración. Un Cuento de Navidad (1971) Querbín: El Canto del Ángel - La historia de la primera Navidad, contado por Querubín. Incluye canciones divertidos y es ideal para niños de 1 a 6 años. Historias Bíblicas Animadas: El Rey ha nacido La Biblia para Peques: La Historia del Nacimiento El Juguete que salvo la navidad - Parte del serie popular "Veggie Tales". La Navidad de Charlie Brown - Charlie Brown está deprimido porque piensa que la navidad carece de sentido, ve a Lucy y Snoopy obsesionados con regalos y decoraciones, Schroeder obsesionado con la obra de navidad, y todos los demás concentrados en las tarjetas y cartas a santa, todo esto lo hace cuestionarse el verdadero significado de la navidad. Charlie se disgusta por ver como la festividad se ha convertido en un comercialismo total. Cuando los chicos se comprometen a dar a Charlie la tarea de seleccionar un árbol de navidad para la obra, el escoge uno feo y solitario, pero Linus con un conmovedor discurso logra hacer que todos comprendan el verdadero significado de la navidad. El Deseo de Annabelle - Una pelicula navideña que cuenta la historia de una vaquita que dona su voz a su dueño. El burrito de Navidad - Bonito cuento navideño que nos narra las aventuras de Pequeño, un burrito en navidad y su pequeño dueño. Chiquivideo: Alegría Navideña – Video musical infantil para peques. El Desván del Tio Ivan: Amiguitos Navideños - No hay nada mejor que capte con mayor realismo el magia de la Navidad como unos alegres villancicos en voces de niños, ¡o relizar un viaje fantástico al pasado para presenciar en persona el origen de esta fiesta universal! Este entretenido y variado programa navideño transmite innumerables emociones, canciones y sorpresas que harán rebosar de entusiasmo a los chicos al tiempo que avivan su imaginación. El pequeño público descubrira el milagro y significado de la Navidad. Para ver una lista de Cuentos de Navidad gratis para ninos, haz clic aquí. Para ver páginas para pintar y actividades Navidenas, has click aquí.
Descriptions from Wikipedia, filmaffinity.com and assorted internet sources. Image courtesy of Sean Dreilinger via Flickr.com
2 Comments
Recopilación para padres y educadores Dedique máxima atención al tiempo que pasa con sus hijos. Es como si estuviéramos en un escenario, por así decirlo y —querámoslo o no— enseñamos al niño e influimos en él por medio de todo lo que decimos o hacemos. Por eso, en la relación entre padres e hijos no basta con que pasen tiempo juntos. Para que ese tiempo tenga sentido, es necesario que sea un tiempo bien aprovechado. Si queremos que nuestra labor de padres sea exitosa, será imprescindible pensar y planear detenidamente y con anticipación. […] Pasar tiempo provechoso juntos es uno de los factores más importantes para cultivar una buena relación entre padres e hijos. El tiempo bien aprovechado juntos podría ser una celebración familiar bulliciosa, una noche tranquila en casa en la que escuche a [una] hija que practica su música, una noche en vela en la que cuide de su niño con fiebre, un día festivo que pasen juntos limpiando el garaje, o una hora de una conversación animada. Cualquiera que sea la actividad que se realice con el niño, el tiempo bien aprovechado que pasamos con él debe transmitirle estas ideas importantísimas: «Te quiero mucho», «Quiero estar contigo», «Me gusta estar contigo», «Lo paso bien contigo». […] Al pasar ratos en familia con regularidad, todos los integrantes se benefician. […] Al empezar a programar actividades provechosas para realizar con sus hijos, es importante hacer con ellos cosas que tengan mucho sentido. Haga una lista de lo que más le gusta hacer a su familia. Que todos aporten sus ideas. A continuación clasifíquenlas todas por orden de importancia, de mayor a menor. Finalmente, programe las cosas que tengan mayor prioridad. Si programa únicamente las actividades más fáciles o las que requieren menos tiempo y esfuerzo, probablemente no podrá realizar las más importantes. - Dra. Kay Kuzma * Podemos enfrascarnos tanto en el ajetreo interminable, horarios frenéticos y en nuestra vida controlada por el tiempo que olvidamos que, en el caso de nuestros hijos, lo que en realidad vale más son las cosas pequeñas y sencillas que hacemos para que su hogar sea un lugar divertido, cómodo y feliz. Las siguientes preguntas los ayudarán a reflexionar en lo bien que les va con relación a lograr ese objetivo. 1. ¿Qué diría tu hijo que es la mejor parte de vivir en tu hogar? ¿Cuáles son las mejores tradiciones —algo que hacen juntos—, que son tan divertidas que tu hija querría hacerlas con su hijo? En resumidas cuentas, ¿qué recuerdos creas para tus hijos en tu vida cotidiana? 2. A tu juicio, ¿qué dirían tus hijos que es lo que desearían cambiar en tu familia? ¿Puedes hacer ese cambio? ¿Qué te detiene? 3. ¿Cuándo fue la última vez que tu familia se reunió y ustedes pasaron un rato divertido? ¿Cuándo fue la última vez que recuerdas que tu familia [todos juntos] pasó un rato de relajamiento? 4. ¿Puedes mencionar una tradición sencilla o rutina familiar que quieres hacer para divertirte con tu familia? Escríbela. Luego, prepárate para hacerla con tu familia. Supongamos que a tus hijos les preguntan qué es lo que de verdad desearían cambiar de tu familia. Esa misma pregunta se hizo a ochenta y cuatro mil alumnos del sexto al duodécimo grado que respondieron a la encuesta de USA Weekend. ¿Qué crees que contestó la mayoría de los chicos? (Lo más probable es que sea lo mismo que dirían tus hijos, así que piénsalo bien.) Resulta que dos tercios de los chicos que respondieron la encuesta dijeron que deseaban pasar más tiempo con sus padres. En realidad, más de dos de cada cinco chicos expresaron que les parece que en el tiempo que pasan con su madre se hacen las cosas con prisa. Los chicos dijeron que querían no solo más tiempo, sino más tiempo relajado. El tiempo que un chico diría que es divertido. Sin otras expectativas. Sin estrés. Sin un ritmo frenético. Solo relajarse y divertirse. Ese es el tiempo que hace que la familia esté unida. Además, ese tiempo relajado, despreocupado, es lo que anhelan y necesitan nuestros hijos. - Michele Borba * Un día no muy distante tus hijos ya serán mayores y se marcharán. Entonces agradecerás haberles dado lo que necesitaban de pequeños. […] Por eso, la próxima vez que te encuentres a media noche velando a un niño enfermo, sonriendo pese a las ganas de llorar, cantando para no perder la paciencia, limpiando naricitas mientras sueñas con el día en que harás grandes obras para Dios, no olvides que ya las estás haciendo. No lamentaremos una sola oración, una sola canción, una sola palabra de amor. Cada gesto de amor tiene un efecto perdurable en ellos. Al cabo de años de haberlo hecho todo por fe, gozaremos de la bendición de verlos convertidos en hombres y mujeres hechos y derechos. - Derek y Michelle Brooks * Como se suele decir: «Lo que hago hoy es importante porque a cambio empeño un día de mi vida. El día de mañana, este día se habría ido para siempre dejando en su lugar algo por lo que lo cambié. Quiero que sea ganancia, no pérdida; bien y no mal; éxito, no fracaso; así jamás lamentaré lo que me costó este día». Y eso se les aplica por partida doble a ustedes, que tienen niños a su cuidado. En su caso, no se trata de apenas una hora o unas pocas, ni tampoco de un solo día de su vida: es también una hora o dos, o un día de la vida de ellos. ¿De qué les están llenando la mente, el corazón y la vida? No se trata solo de asegurarse de que aprenden las lecciones teóricas, sino del amor que les manifiestan, del ejemplo que les dan, de su trato, su actitud, su sonrisa y mucho más. ¿Qué sacarán sus niños de este día? ¿Contribuirá a sentar las bases de su vida? ¿Tendrán ustedes la seguridad de que aprovecharon bien este día de su vida viendo en qué resultó o cómo benefició a sus hijos? No siempre notarán la diferencia. Algunos días la notarán, pero otros les costará. En momentos así, fíjense en sus pequeñitos. Están invirtiendo la vida en ellos; invirtiendo tiempo, vida, amor y talentos a cambio de dividendos que perdurarán en la vida de ellos. - Jesús, hablando en profecía Gentileza de Anchor. Foto de Bill Branson (public domain) via Wikimedia Commons.
Al pensar en mi infancia, me llegan incontables imágenes de amor, ánimo y recuerdos cariñosos de mi familia. Recuerdo las noches en que mi padre me leía por horas, mientras yo escuchaba sentada en su regazo. Sin duda, esas experiencias me inculcaron un amor por los libros que duraría toda la vida. Cuatro décadas después, escucho con claridad las palabras de mi madre: «Michelle, trata a todos con amabilidad», y en el mismo tono que empleaba cuando yo era niña. Los valores que mis padres me inculcaron —perseverancia, compasión, aceptación, creer en mí misma— son los mismos que actualmente rigen mi vida. Y son los mismos valores que trato de inculcar a mis hijos. No hace falta hacer un estudio para demostrar tu influencia: un momento en que veas que tu hijo imita tu comportamiento o repite tus palabras o copia tus valores, bastaría para confirmar que sí dejas huella. El sentido común nos dice que podemos influir de manera considerable en el rumbo que tome la vida de los hijos. Y hay una sencilla razón: las habilidades para desenvolverse exitosamente en la vida se aprenden, no se heredan; podemos marcar una gran diferencia porque podemos enseñar esas habilidades a nuestros hijos y alumnos. Afrontar los altibajos de la vida, llevarse bien con los demás, fijarse una meta y no rendirse hasta que se logre, saber cómo hallar soluciones y solucionar conflictos, comunicarse con firmeza y seguridad en sí mismo, y hacer todo con compasión y empatía son las habilidades que contribuyen a formar un carácter firme, una mente fuerte y un corazón que se preocupa por los demás; y todas son habilidades que se pueden enseñar. Aunque es posible que nuestro amor y afecto no haga forzosamente que nuestros hijos tengan más confianza en sí mismos ni que sean más amistosos, podemos fomentar las habilidades que mejoren las características de una vida exitosa. Independientemente del temperamento de tus hijos y su composición genética, puedes ampliar sus posibilidades al enseñarles cómo llevar una vida más exitosa y plena. - Michele Borba * Cómo vives —tu orden de prioridades, cómo pasas el tiempo, cómo gastas el dinero, cómo tratas a los demás y a tus posesiones— es el único y mejor indicador de lo que te importa y los valores que aprecias. Créeme, tus hijos interpretan tu vida con mucha mayor claridad que cuando oyen tus palabras. Si esas dos cosas están en armonía, es estupendo. Si no, es hora de volver a evaluar. A medida que tratas de impartir a tus hijos valores sanos, pregúntate:
* ¿Qué significa preparar a los hijos para la vida? Significa ponerse a pensar en cómo ayudarlos a avanzar por las etapas naturales de crecimiento y desarrollo, conscientes y enterados de lo que pasan sus compañeros, y prepararlos para cuando tengan que encarar situaciones parecidas. Significa enseñarles a ser valientes en las dificultades y a encarar situaciones nuevas de forma responsable y con confianza. Significa que en vez de protegerlos de las influencias negativas del mundo actual, les enseñen a discernir el bien y el mal y a comportarse con integridad, autodisciplina, convicción, amor, tolerancia y fortaleza de carácter. […] Inculcar valores morales a los hijos es un desafío que encaran todos los padres. Todo padre y madre conscientes tienen que formar a sus hijos para que se apoyen en valores, convicciones y creencias aunque estén en contacto con influencias que no se tolerarían en su casa pero son parte de la vida una vez que los niños empiezan a ir al colegio y tienen amigos de familias que no comparten la misma fe o el mismo código moral. Preparar a los hijos es esencialmente enseñarles a comportarse fuera de la seguridad de su casa o de su familia, a reaccionar con convicciones y arreglárselas cuando no estén con sus padres y tengan que afrontar la realidad del mundo. […] Los hijos en la actualidad enfrentan muchas influencias y las enfrentarán mucho más a lo largo de su vida. Unas serán positivas, otras negativas y muchas una de cal y otra de arena. Si adoptan la mentalidad de prepararlos para la vida, aceptarán que no pueden protegerlos de todo influjo negativo, pero sí orientarlos para que aprendan a tomar buenas decisiones cuando se vean expuestos a ello. - María Fontaine * «La Palabra de Dios es viva y eficaz» (Hebreos 4:12). Vive en nosotros, nos habla y nos llena la vida de luz y entendimiento. A medida que ingerimos el agua viviente de la Palabra de Dios, comienza a transformar nuestro corazón, mente y vida. Empezamos a ver las cosas desde la perspectiva de Dios, que en muchos casos difiere sustancialmente de nuestra forma de pensar. Descubrimos cosas de nosotros mismos y de los demás que no habríamos alcanzado a ver de ninguna otra manera. A nadie se le ocurriría decirle a un niño que se ha perdido en el bosque que busque por su cuenta el camino de regreso a casa. Nunca se nos pasaría por la cabeza no dar de comer a nuestros hijos, no vestirlos o no dejarlos salir a jugar, respirar aire puro y hacer ejercicio. Y tampoco debemos privarlos de las Palabras de vida, que imparten el poder, la luz y la vida de Dios. Jesús dijo: «Las Palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida» (Juan 6:63) Con la Palabra de Dios los niños aprenden lo que está bien y lo que está mal y adquieren sólidos principios que los capacitan para hacer frente a las numerosas dificultades que se les presentarán en la vida. Y a medida que crezcan, sin duda tendrán que encarar muchas, porque la vida es un terreno de pruebas en el que aprendemos a tomar decisiones en consonancia con los preceptos del bien, en vez de escoger lo que es malo y perjudicial. Desde muy pequeños, los niños libran esta batalla espiritual y toman decisiones que pueden afectar en gran manera su vida y la de los que los rodean. Los padres podemos preparar a nuestros hijos para hacer frente a esas difíciles decisiones proporcionándoles una base de fe y un buen conocimiento de la Palabra de Dios. - Derek y Michelle Brookes Gentileza de Anchor. Foto de Rick Bolin via Flickr.
Cuando de ser padres se trata, no hay fórmulas mágicas. Soy imperfecta como madre, y por lo tanto criaré hijos imperfectos. Debo apoyarme completamente en Jesús y andar por fe, seguir Su guía al criar a mis hijos. A lo que debo aspirar es a ser fiel. A tener fe y mantenerme fiel. Erika Dawson * Los padres exitosos disfrutan de ser padres. Disfrutan de ser padres no porque sea fácil ni porque reporte recompensas inmediatas sino por el puro gozo y privilegio que implica colaborar con Dios en la formación de otra vida más, única y preciosa. Cualquier padre de familia puede dar fe de que «crecen muy rápido». Los padres exitosos se lo recuerdan a sí mismos constantemente y procuran disfrutar de cada día con sus hijos. Se zambullen completamente en la crianza de sus hijos, todo lo posible, y se dedican a disfrutarlos, inclusive en las etapas de los pañales sucios, las enfermedades y las desilusiones. No solo aman a sus niños sino que los disfrutan y esperan con ilusión pasar tiempo con ellos. Los padres exitosos no esperan perfección, ni por parte de ellos mismos ni por la de sus hijos. Ser padres es un arte, no una ciencia. Los padres exitosos entienden que, al igual que ellos, sus hijos no son perfectos. Esto les permite amar a sus hijos libremente, sin reservas. Los padres exitosos no temen a los fracasos ocasionales. Les queda claro que es normal cometer errores, es más, que es saludable cometerlos, que son gajes del oficio. Tratan de tomar las mejores decisiones que pueden, y cuando se equivocan, aprenden de sus errores y tratan de hacerlo mejor la próxima vez. Los padres exitosos no albergan la falsa ilusión de que todo saldrá a la perfección. Los niños tienen opiniones propias, personalidades únicas y preferencias particulares. Inevitablemente, hacen que nos preguntemos de dónde sacan semejantes ocurrencias. Es nuestra responsabilidad fijarles ciertos límites y marcarles pautas que en algunos casos chocarán con sus crecientes anhelos de independencia. Los padres exitosos no se sorprenden ante las dificultades y los conflictos que se presentan; se los esperan. Sin embargo, los padres exitosos entienden que la responsabilidad que tienen para con sus hijos no es la de agradarlos siempre y hacer lo que los pone contentos: es tomar las decisiones difíciles que a la larga les convendrán. Los padres exitosos no hacen las cosas solos. Saben que nadie tiene toda la experiencia ni las solucionesa todos los retos que se presentan al educarlos. Los padres exitosos no se muestran reticentes a buscar la asesoría de otros. Saben que, al fin y al cabo, la decisión está en sus manos, pero que antes de tomarla, pueden asesorarse aprovechando la sabiduría que hay a su disposición. Richard Patterson, Jr. * En cierta ocasión, un grupo de madres discutía con gran solemnidad el valor de dedicar «momentos provechosos» a sus niños de edad preescolar. El consenso parecía ser que, por muy aburrido que fuese empujar carritos por el piso, jugar a las muñecas o armar una nave espacial con Legos, dichas actividades tenían algo de sagrado, que eran fundamentales para fortalecer lazos con sus pequeños. De pronto, se escuchó la voz de una madre por encima del resto, y dijo: «Lo siento, pero yo soy tajante con mi hija mayor en estas cosas. Simplemente le digo que no juego a las Barbies». Lo dijo con tanta convicción que todas las demás se quedaron descolocadas… y terminamos hablando de qué podían considerarse «momentos provechosos». Conversamos sobre cómo eso de aspirar a pasar momentos provechosos puede convertirse en una verdadera carga, un concepto estresante cargado de exigencia y sentido del deber que hace que se pierda la parte del disfrute en las actividades que realizamos con nuestros hijos. A veces, los mejores momentos con nuestros niños se dan cuando no están presentes los elementos de la obligación o el sacrificio. Los momentos placenteros que se dan espontáneamente siempre parecen ser más significativos que las horas jugando a las Barbies o a las figuritas. Como dijo alguien una vez: «La felicidad se disfruta, no se enseña». Nancy Samalin con Catherine King * La manera más segura de enseñarles algo a sus hijos es por medio del ejemplo que les dan; no de lo que les predican ni lo que les dicen que deben hacer, sino de aquello en lo que ustedes creen y aplican. Jesús, hablando en profecía * Cuando los padres tienen suficiente valor como para disculparse con sus hijos por sus errores o falencias, modelan muy efectivamente lo que significa depender de Dios. Cuando uno es abierto y transparente ante Dios y sus hijos, lo que transmite es que, «a pesar de ser mucho mayor, yo también dependo de Jesús, y es así como quiero que también dependan ustedes de Él». Otro beneficio de mostrar apertura ante Dios y sus hijos es que los motivará a acercarse a ustedes y buscarlos para hablar de sus sentimientos más profundos. Es más probable que les cuenten sus problemas y debilidades si les consta que ustedes también han transitado ese camino. Pensarán: «Mamá no se enojará conmigo porque a ella también le pasó algo similar…». Muéstrale a tu niño o niña tu dependencia del envolvente amor de Dios y de Su fuerza en tu vida. Sé modelo de la sumisión al Señor para que tus hijos al verla aprendan a someterle también su vida a Dios. Kevin Leman * ¿Alguna vez has observado a una pata con sus patitos? La pata parece de lo más serena, tranquila y despreocupada nadando por la laguna con sus pequeñuelos. Sin embargo, los vigila en todo momento. Ella es la viva imagen de cómo deseo que seas tú. La serenidad de espíritu reflejada por esa patita es lo que va a ayudar a tus pequeños a sentirse seguros. Nunca te va a alcanzar el tiempo para hacer todo lo que tienes que hacer, pero no dejes que eso te ponga nerviosa y frenética. Haz un esfuerzo por conservar la calma y transmitirle ese mismo espíritu al niño. Cuando las presiones se multipliquen, detente un momento y cierra los ojos. Pídeme que te llene de la perfecta paz que proviene de confiar en Mí. Jesús, hablando en profecía * A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra. Salmo 121:1–2 * Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen; pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán. Isaías 40:29–31 Text courtesy of www.anchor.tfionline.com. Photo copyright: alexandralexey / 123RF Stock Photo ![]() Chalsey Dooley Algunos días parecen ser mágicos: las cosas me salen bien, pongo en práctica nuevas ideas y el tiempo me rinde. En cambio otros días, cuando llega la noche tengo que hacer un esfuerzo para recordar algo digno de mención que haya hecho. Es cierto que di de comer a los niños, los vestí, los ayudé con sus actividades didácticas y los llevé a jugar a la plaza… pero me quedo con gusto a poco. Tengo ganas de liquidar unos cuanto ítems de mi extensa lista de tareas pendientes. Quisiera poder decir que he hecho grandes progresos. No obstante, me da la impresión de estar atrasándome cada vez más en muchos aspectos de mi vida. Hace unos meses, al terminar una larga jornada, intenté quitarme de encima el peso del abatimiento por tener tanto que hacer y no dar abasto resolviendo problemas. Entré al baño y me encontré con que Patrick (de dos años) había tomado su suave ornitorrinco de peluche, había llenado la pila, le había dado un buen lavado y en ese instante estaba echándole bicarbonato, producto que uso para limpiar la pila. Otro desastre que limpiar no era precisamente lo que más necesitaba; pero él lo había hecho con todo su buen corazón. Así que me reí y me dije para mis adentros: «Aunque no parece que vaya a avanzar mucho en las otras cosas, por lo menos el ornitorrinco está limpio». Más tarde, mientras miraba a los niños contentos y a gusto en la cama esperando su cuento, decidí modificar mi criterio de lo que considero un progreso y un buen día. Así que confeccioné una lista distinta, y cada noche la repaso para ver cuántos ítems puedo marcar como hechos. § ¿Ayudé hoy a mis hijos a sonreír? § ¿Fui paciente cuando me topé con contratiempos? § ¿Les mostré a todos mis hijos que los amo? § ¿Estuve dispuesta a ayudar, escuchar y levantar el ánimo a los demás aun a expensas de dejar cosas sin hacer? § ¿Recé por alguien hoy? § ¿Me reí y decidí tomarme las cosas con calma cuando me sentí exigida al límite? Mañana será otro día. A la larga, las tareas pendientes se harán. Trabaja. Respira, Sonríe. Trabaja. Respira. Sonríe. Tarde o temprano lo lograremos, lo que sea que tenemos que lograr. Chalsey Dooley vive en Australia. Escribe textos motivacionales para niños y educadores y se dedica de lleno a la formación de sus hijos. Echa un vistazo a su sitio web: www.nurture-inspire-teach.com. Gentileza de la revista Conéctate. Usado con permiso. Foto: Kate Henderson via Flickr.
Es un hecho esencial que crías bien a un hijo requiere tiempo y atención. Mientras tener hijos puede ser “hacer lo que te salga natural” ser un buen padre es mucho más complicado. Aquí hay 10 consejos para criar a un hijo con buen carácter.
Gentileza de http://es.wikihow.com/criar-a-un-ni%C3%B1o. Foto de lorenkerns via Flickr.
No me olvido de aquel sábado lluvioso y triste hace varios años. Los niños no habían podido salir en todo el día y estaban empezando a enervarse unos con otros. Los había distraído, separado y hasta aislado con el deseo de generar un poco de paz y tranquilidad. Para cuando llegó la hora de la cena, todos estaban de mal humor. Las quejas y reclamos no cesaron cuando llegaron a la mesa. Prendí la radio y puse un poco de música antigua en un intento de animar el ambiente, pero ni eso dio resultado. Para colmo de males uno de los niños tuvo la audacia de hacer un comentario despectivo sobre mis habilidades culinarias. Algo así como que si ellos tenían que ir a la escuela para aprender a leer y escribir, quizás yo debería ir a la escuela para aprender a cocinar. No me acuerdo quién lo dijo pero sí recuerdo que el ambiente se puso muy denso a la espera de mi reacción al comentario. Por unos segundos me sentí ofendida. Luego… me empecé a reír. «Tienes razón. Puede que no sepa cocinar, pero sé bailar muy bien», exclamé, y empecé a bailar al ritmo del rock que estaba tocando en el radio. (Todo el mundo sabe que no bailo muy bien.) De pronto cuatro varoncitos estaban bailando en la cocina y subiéndose a las sillas. Todos se echaron a reír y movimos el esqueleto hasta que terminó la canción. Les prometí que les daría helado si se comían todo el brócoli y mi esposo prometió lavar los platos si yo dejaba de bailar. Como por arte de magia ya no se escuchaban más quejas y terminamos de comer. Hasta el último bocado. La dicha es algo que se puede aprender. Es una decisión que podemos tomar en lo más íntimo de nuestro ser, una decisión de encontrar el lado bueno de las cosas. Lo positivo. Lo inusitado de una situación en lugar de concentrarnos en lo malo. […] Quiero que mis hijos recuerden sin sombra de duda que me divertí criándolos. […] Quiero que recuerden con alegría todas las veces que los hice reír y todas las tradiciones, juegos y recuerdos que compartimos juntos. Gwendolyn Mitchell Díaz * Mi buena intención de tomar un té con mis hijas mayores se desvaneció el primer día. Al parecer uno de los menores había escuchado que teníamos planes de tomarnos un té. Desde luego, pensaban que los invitaríamos a tomar el té. El té que habíamos planeado para tres, terminó siendo un té para toda la banda. No era lo que tenía planeado, pero la fiestecita a la hora del té, terminó siendo algo memorable para todos. Briana nos demostró con qué delicadeza podía pedir algo cuando nos dijo: «El té está estupendo. ¿Me podrían servir un poco más?» Hasta los muchachos le entraron a la onda. (No les gusta ser excluidos de nada.) Imaginen la escena: seis niños sentados en la mesa tomando el té con el meñique levantadito. Los recuerdos son diferentes a las tradiciones. Aunque ambos pueden entrecruzarse, las tradiciones se llevan a cabo, los recuerdos se llevan dentro. Algún día, cuando mis hijos vean a sus propios hijos tomando té, me pregunto si se darán un paseo al pasado recordando los meñiques y el té de frambuesas. ¿Esbozarán sus rostros sonrisas incontenibles como si tuvieran un secreto especial? En realidad, eso son los recuerdos… secretos especiales. ¿Recordarán la Navidad que mamá gastó cientos de dólares en regalos? ¿O recordarán solamente el día después de Navidad cuando mami hizo un ángel de nieve con ellos? ¿Se acordarán de la cocina llena de platos sucios? ¿O recordarán todas las comidas con pan integral casero cada vez que huelan pan recién horneado? ¿Se acordarán que comían carne molida cada martes? ¿O recordarán el día que cada comida era azul? Yo todavía recuerdo que mi mamá hizo puré de papas verde cuando yo tenía dos o tres años. Terri Camp * La relación entre un padre y su hija es muy especial, algo que Dios mismo diseño con un propósito, creo. No me extraña que de todos los nombres que Dios escogió, el que más usamos es «Padre». Creo que es porque piensa de su relación con nosotros como pienso yo de mi relación con mis hijos. Creo que la tarea de un padre, cuando la hace bien, es arrodillarse frente a sus hijos y susurrarles al oído: «¿Dónde quieres ir»? Cada día Dios nos invita a una aventura por el estilo. No es un viaje con un itinerario inflexible, simplemente nos invita. Nos pregunta qué nos ha incitado Él a amar, qué nos llama más la atención, qué alimenta esa indescriptible necesidad de nuestra alma de experimentar la riqueza del mundo que creó. Y luego, se nos acerca y nos susurra al oído: «Hagamos eso juntos». Bob Goff * Se logra tener éxito con los hijos haciendo todo lo que se pueda, entregándose de lleno, invirtiendo en ellos y dejando el resultado en Mis manos. La sabiduría que transmites nunca se pierde. No se desperdicia. No desaparece. Nunca deja de ser. Hay ciertas cosas en la vida que nunca se pierden, como el amor, Mi Palabra, la instrucción y formación espiritual, el tiempo dedicado a brindarse a los demás y sobre todo el que se dedica a la formación de los niños. Al volcarte en tus hijos, estás dándoles lo que nunca envejecerá, nunca se desvanecerá; dones vivos que siempre serán parte de su vida, aunque se mantengan latentes durante un tiempo. Los dones que les das de amor, tiempo, formación y verdad son parte fija de la vida de tus hijos y nunca la perderán. Jesús, hablando en profecía * En determinadas situaciones y circunstancias es inevitable que los padres se sientan agobiados. El bebé llora, la niña de ocho años no quiere hacer sus deberes, la música del chico de catorce hace temblar la casa, el de dos añitos se hizo pis en los pantalones y los invitados a cenar van a llegar en cualquier momento. Uno se siente exigido al máximo. Todos tenemos días así. Tu caso no es único. Y no es preciso que hagas frente a la situación a solas: Jesús está contigo. Él te entiende y quiere darte ánimo y soluciones. Si tienes oportunidad, habla con alguien, tal vez con tu cónyuge o con una amiga; puede contribuir a serenarte y hacerte ver las cosas desde otra perspectiva. También es un buen momento para que invoquen juntos la ayuda del Señor. Hasta puedes pedir a tus hijos que recen contigo, incluso los más pequeños. Su fe y sus simples oraciones te infundirán mucho aliento. Hagas lo que hagas, no tires la toalla. No des lugar a la frustración y al abatimiento. Eleva una plegaria y pídele a Jesús que te conceda fuerzas y gracia en ese preciso momento, y Él lo hará. Ruégale que te ayude a ver a tus hijos como Él los ve, que te permita ver lo que llegarán a ser. Él te ayudará a enfocar la situación con optimismo y esperanza. Por muy negras que se vean las circunstancias, si miras hacia arriba (a Jesús) el panorama siempre es luminoso. Dado que los niños son un reflejo de los padres, cuando a uno o a varios de nuestros hijos no les va bien en cierto aspecto es muy fácil descorazonarse y sentir que uno ha fracasado. Pero no hay que olvidar que son también hijos de Dios y que son una obra en curso, igual que nosotros. «Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su buena voluntad». Lo único que Él espera de nosotros es que pongamos todo de nuestra parte, que les prodiguemos nuestro amor y que dejemos lo demás en Sus manos. Claro que eso no es excusa para alzar los brazos en señal de impotencia y abandonar en cuanto las cosas se ponen difíciles, pasándole la pelota a Dios. Es probable que Él quiera que formemos parte de la solución. Tenemos que preguntarle qué quiere que hagamos y hacerlo; y a continuación encomendarle a Él lo demás, dejar que haga lo que está fuera de nuestro alcance. Derek y Michelle Brookes Compilación gentileza de Anchor.
Un empresario Estadounidense se encontraba en México, en el muelle de un pueblecito costero. En ese momento atracó un bote en el que venía remando un pescador. En el interior de la embarcación había varios ejemplares de gran tamaño de atún de aleta amarilla. El forastero elogió al mexicano por la calidad de su pescado. Seguidamente le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos.
—Un ratito, señor —repuso el pescador. El estadounidense le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para capturar una cantidad mayor. El pescador respondió que con aquel lo le bastaba para ganarse el sustento y atender a las necesidades inmediatas de su familia. El visitante continuó preguntando: —Y ¿qué hace el resto del tiempo? —Verá usted, señor —contestó el pescador—: Me levanto tarde. Voy a pescar un rato y después paso un tiempo jugando con mis hijos. Luego duermo la siesta con mi esposa María y en la noche salgo a pasear al pueblo, a tomar un poco de vino y tocar la guitarra con mis amigos. Como verá usted, estoy muy ocupado todo el día, señor. El gringo añadió con tono burlón: —Yo podría ayudarlo. Soy graduado de la Universidad de Harvard en administración de empresas. Si usted dedicara más tiempo a la pesca, con las ganancias podría comprar una embarcación más grande. Al aumentar sus ingresos y contar con un barco de mayor calado, podría comprar varias embarcaciones. Con el tiempo llegaría a tener una flota de barcos pesqueros. En vez de vender a un intermediario, lo haría directamente a una empresa conservera, y al final llegaría a ser dueño de una fábrica de productos enlatados. Usted tendría en sus manos el envasado y la distribución del producto. Entonces tendría que mudarse de este pueblito costero a la ciudad de México, luego a Los Ángeles y, a la larga, a Nueva York. Desde allí dirigiría su empresa en expansión. —Pero dígame una cosa, señor, ¿cuánto tiempo llevaría todo eso? —Quince o veinte años. —Y después, ¿qué haría yo? El estadounidense se rió antes de responder: —Esa es la mejor parte. En el momento idóneo, vendería las acciones de su compañía y se haría rico. Ganaría millones de dólares. —¿Dice usted millones, señor? Y luego ¿qué? —Se retiraría de los negocios y se mudaría a un pueblito costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, dormir la siesta con su esposa María y pasear por las noches en el pueblo, donde tomaría vino y tocaría la guitarra con sus amigos. - Anónimo 1. Tengan ratos fijos de devociones en familia. Procuren hacerlos entretenidos y variados; que sean ocasiones que todos esperen con ilusión. (Nota del Editor: Se puede encontrar devocionales gratis para los niños en FreeKidStories y My Wonder Studio.) 2. Aprovechen el tiempo que dedican al estudio de la Palabra de Dios para que sus hijos perciban y se contagien también del entusiasmo que tienen ustedes por aprender y descubrir nuevos tesoros espirituales. 3. Procuren adoptar principios y costumbres espirituales juntos. Decidan qué metas ponerse y de qué forma premiarán sus logros; de ese modo será más positivo y entretenido. 4. Reúnanse con frecuencia para orar juntos. Puede ser antes de comer o de salir, a lo largo del día o al retirarse a dormir. No tienen por qué ser sesiones largas; pueden ser plegarias cortas y sencillas, que se hagan con regularidad como cualquier otra actividad cotidiana. 5. Den a conocer las peticiones de oración que tengan. Hagan un tablero de oración donde enumeran sus peticiones y marcan las oraciones respondidas. Asimismo, pueden añadir versículos para invocar. 6. Pónganse una tarea de memorización de versículos en conjunto. Pueden hacer una gráfica en la que enumeran los nombres de todos y los versículos o textos que desean memorizar. Determinen qué premio habrá para quienes cumplan la tarea. 7. Vean una película con sentido o un buen documental, y al terminar que cada uno comente lo que piensa. Compartan sus opiniones y perspectivas y saquen a relucir los principios espirituales. 8. Celebren los días festivos de forma que se reconozca su verdadero propósito o que glorifique a Dios de alguna manera. (Incluso se puede hacer en feriados que no tengan motivo cristiano.) 9. Fomenten una cultura de generosidad para con Dios y los demás. Aparten el diezmo en familia o guarden obsequios para entregar en épocas especiales del año. Decidan juntos a quién dárselo o hagan un plan que beneficie a los necesitados. 10. Escuchen al Señor en familia con relación a las decisiones trascendentales o asuntos que los afecten a todos. Hablen del tema entre todos y soliciten la guía del Señor. Acto seguido, tómense unos momentos para escucharlo. 11. Que sus hijos vean en ustedes un ejemplo de actitudes y valores divinos. Recuerden que ellos observan lo que todo el mundo hace y dice. Aprenderán más del ejemplo que vean en ustedes que de toda suerte de amonestaciones que les puedan dar. Gentileza de La Familia Internacional. Usado con permiso.
Dorcas Dios me ha bendecido con 12 hermosos hijos. Son ocho niñas y cuatro muchachos. Su crianza acaparó todo mi tiempo. Apenas tenía ocasión de un respiro. Pero ahora que todos han crecido —el menor tiene 14 años—, dependo enteramente de su apoyo y ayuda. Cierta mañana pasé un buen rato reflexionando en ello y sintiendo una enorme gratitud hacia mis queridos hijos. En esas recibí una llamada de mi tercera hija mayor. Le comenté aquella sensación de agradecimiento. Ella me contesto: «Mamá, tienes que hablarle de esto a tus hijos. Les haría muy feliz saber lo mucho que significan para ti». La misma idea me había cruzado la mente y coincidí con ella. Mis 12 hijos han crecido de un momento a otro en el curso de 34 años. Sé que suena contradictorio, pero es cierto. El paso de los años me ha inculcado la enorme valía de mis hijos. Todo lo que puedo decirles es gracias. Gracias. Gracias. Les agradezco: Las numerosas lecciones de vida que me han enseñado. Que algunos aún vivan conmigo. Que otros hayan alzado vuelo y ya no residan en mi casa. Las ocasiones en que se acordaron de llamarme. Las ocasiones en que me llamaron para hablarme de un problema. Las visitas de mis hijos mayores durante mi recuperación en el hospital. Las lágrimas que derramaron cuando enfermé. Las risas que me produjeron cuando necesitaba unas palabras de aliento. El pastel que una de mis hijas hornea para celebrar mi cumpleaños y el delicioso almuerzo conmemorativo que preparan. Las llamadas telefónicas los días previos a mi cumpleaños para preguntarme qué deseo de regalo. La impresión de un álbum familiar de fotos que mi hija mayor recopila y me envía al término de cada año. La fidelidad con que cortan la madera para la estufa principal de la casa. La apreciación de una amplia variedad de personalidades y características. A mis nietos por llamarme abuela y a mis hijos por cuidar tan bien de ellos. El tiempo que mis hijos me han dedicado cuando he pasado una temporada difícil. Deseo decirle a cada uno de mis hijos: «Eres necesario. Te doy las gracias. Eres maravilloso». Nuestra mayor fortuna es saber que otros nos necesitan. Pero de no expresarlo en palabras, puede que nunca se llegue a conocer la manera que complementamos la vida de los demás. Ese es el motivo por el que he puesto en palabras lo que siento por mis hijos. Mientras ponía mi agradecimiento por escrito, empecé a pensar en Jesús: el mayor acreedor de nuestra gratitud. Me pregunté si le he manifestado mi gratitud. Últimamente no lo he alabado mucho y me pregunto si ello le entristece. Mi agradecimiento hacia Él supera al de todos los demás componentes de mi vida. Su amor me permite extender mi cariño a los demás. El amor que me propicia me motiva a amar a otros. Se dice que la alabanza invoca el poder de Dios. Estoy segura que es cierto. En los momentos de agotamiento se vuelve incluso más importante alabarle. La verdad es que al momento de escribir estas líneas me encontraba un poco debilitada. Pero mis fuerzas se renovaron cuando empecé a alabar a Dios. El motivo central del artículo es la gratitud, por lo que resulta natural que termine en alabanzas. Articulo © La Familia Internacional. Foto gentileza de photostock/FreeDigitalPhotos.net |
Categories
All
LinksCuentos bilingües para niños Archives
March 2023
|