El amor de una madre es uno de los más claros ejemplos del amor que Yo abrigo por Mis hijos. Una buena madre ama incondicionalmente y demuestra su amor una y otra vez sean cuales sean las circunstancias. Yo puse ese amor sin igual en el corazón de cada madre para ayudar a todos a entender mejor Mi amor.
Puede que te sientas incapaz de cumplir tu papel de madre. Eres consciente de tus faltas y sabes que no eres perfecta. No obstante, la belleza que rodea a una madre es formidable. Las madres se parecen a Mí por su generosidad y amor desinteresado, y a veces poco correspondido. Se asemejan también a Mí por las oraciones que elevan a favor de sus hijos y el apoyo que les brindan para cumplir sus sueños. Cuando te concedí hijos, Yo era consciente de que te causarían desilusiones, incluso desesperación y angustia. Pero también sabía que vivirías momentos de gran dicha y de infinito amor, y que ellos le darían mucho más sentido a tu vida. Ser madre exige bastante, pero tiene sus recompensas: la alegría de sostener en brazos a un recién nacido, la sonrisa de un pequeñuelo, los momentos felices que se viven en familia, la gratitud y el respeto que te manifiesta un hijo adulto, y todos los gestos de amor intercambiados día a día. Esas son algunas de las muchas bendiciones que recibes en pago de todo aquello de lo que te privas para ser madre. Además, un día en el Cielo se te premiará por todos los sacrificios que hiciste. Lo celebrarás con una gran reunión familiar, en la que estarán ausentes las lágrimas y toda limitación terrenal, y en la que te envolverá un amor total. En aquel momento experimentarás el amor maternal en su máxima expresión. Tomado del revista Conectate. Usado con permiso.
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