Beneficios de memorizar en la infancia

• Con la edad adquirimos sabiduría; pero cuanto más pequeño es uno, más fácil le resulta asimilar y almacenar información.
  
• En los primeros seis años, el cerebro humano absorbe información a un ritmo asombroso. Además, los datos que retiene incrementan su capacidad. Pasada esa edad, el proceso resulta más difícil.
  
• Los niños son capaces de aprender a una velocidad mucho mayor que los adultos, y de recordar por más tiempo lo aprendido.
  
• Para ayudar a los niños a retener durante años lo que aprenden conviene repasarlo con ellos y aplicarlo de nuevas maneras.
  
• No hay prácticamente nada que no se le pueda enseñar a un niño.
  

Pautas de memorización de padres y maestros con experiencia 
 (Las siguientes ideas sirven para cualquier texto que se quiera aprender de memoria, no únicamente pasajes de la Biblia.)

Primeros pasos

• Si la memorización es algo nuevo para usted y para su(s) niño(s), empiece con un versículo cada dos o tres días. Una vez que se vayan acostumbrando, probablemente podrán hacer uno al día.
  
• Lea el versículo del día mientras los niños desayunan. Coméntelo brevemente con ellos para asegurarse de que lo entienden y ven de qué manera lo pueden aplicar. Repítaselo unas cuantas veces. Repásenlo antes de acostarse.
  
• Avance a un ritmo relativamente rápido. La verdad es que así los niños absorben mucho mejor los conocimientos.
  
• Conviene tener cada día una hora y un lugar fijos para memorizar.
  
• Procure que los niños le presten toda su atención. Minimice las distracciones.
  
• Presente los textos de una forma relajada.
  
• Haga que les resulte entretenido.
  
• Las sesiones de memorización deben ser breves, sin exceder nunca la capacidad de concentración de los niños. Pare antes que se aburran.
  
• Recalque el sentido y las palabras clave variando la inflexión de la voz. Si usted lee o repite siempre los versículos con la misma entonación y cadencia, se los aprenderán antes.
  
• Para enseñar un nuevo versículo, primero diga la referencia, luego el versículo en sí, seguido de una sencilla explicación.
  
• En el caso de versículos largos, enséñeselos por partes. Luego junte las partes.
  
• Anime a los niños a escuchar primero detenidamente el versículo, o la parte que les esté enseñando, sin decirlo. Cuando se ponen enseguida a repetirlo, es frecuente que digan mal algunas palabras, y luego cuesta que se las aprendan bien.
  
• Repitan juntos el versículo un par de veces; luego deje que lo digan solos.
  
• Anime a los niños a vocalizar bien y a decir los versículos con la debida expresión. Deles ejemplo de entusiasmo.
  
• Sea flexible. Si un método no resulta, pruebe otro.
  
• Recuerde que la primera ley de la memoria es la repetición.
  

Música y gestos

• Los niños aprenden mejor por medio de la acción. Les gusta participar, no sólo escuchar.
  
• Una forma fácil y divertida de aprender las Escrituras es musicalizarlas. Para ello pueden adaptarse tonadas que los niños ya conozcan, como Los elefantes, En la granja de Pepito, Dónde están las llaves, Tengo una muñeca o cualquier otra.
  
• Puede ayudar el hecho de decir el versículo con cierto ritmo. Por ejemplo, los niños pueden dar palmadas o marchar en círculo mientras lo recitan.
  
• Represente lo que dice el versículo, para que los niños lo entiendan bien y se les quede grabado. Dígales que imiten sus gestos. Puede que en un principio a los más chiquitines les cueste hablar y gesticular al mismo tiempo; pero una vez que lo logren, les encantará.
  

Premios

• Se puede animar a los niños a aprender y repasar versículos mediante incentivos.
  
• Los premios no tienen por qué ser gran cosa: se trata simplemente de reconocer de un modo entretenido los avances realizados por los niños.
  
• Para que los niños no pierdan el interés y sigan haciendo progresos, probablemente convenga variar el incentivo de vez en cuando.
  

Tomado del libro "Apacienta Mis corderos: Guía para padres y maestros" © Aurora Productions.