Extraído de un artículo escrito por Maria Fontaine
Una parte de ayudar a sus hijos a crecer y madurar es enseñarles a escoger bien en diversas situaciones y permitirles situaciones y experiencias con las que cobren vida las lecciones. Cuanto antes les enseñen a discernir y a decidir bien ellos mismos, más a salvo estarán y mejor preparados para las decisiones que solo ellos pueden tomar. Un ejemplo práctico de esto se puede dar si tienen piscina. Puede que haga falta una cerca alrededor para evitar accidentes, pero también querrán enseñar a sus hijos a nadar, y con el tiempo ayudarlos a ser buenos nadadores. La valla es la protección inicial, pero al enseñarles a nadar los preparan para desenvolverse sin riesgos en el agua. Estas lecciones de vida que no se pueden enseñar solamente en clase. Se aprenden con el tiempo, y exigen mucha comunicación, debate y experiencias para que los hijos entiendan y maduren en esos aspectos. Pero esas experiencias y enseñanzas los volverán más prudentes, fuertes, equilibrados, maduros, sagaces y comprensivos, y los equiparán mejor para la vida. La experiencia es buena para sus hijos y los prepara para la vida, si los ayudan a aprender de ella. ¿Qué significa preparar a los hijos para la vida? Significa ponerse a pensar en cómo ayudarlos a avanzar por las etapas naturales de crecimiento y desarrollo, conscientes y enterados de lo que pasan sus compañeros, y prepararlos para cuando tengan que encarar situaciones parecidas. Significa enseñarles a ser valientes en las dificultades y a encarar situaciones nuevas de forma responsable y con confianza. Significa que les enseñen a discernir el bien y el mal y a comportarse con integridad, autodisciplina, convicción, amor, tolerancia y fortaleza de carácter. Esas son lecciones de vida que imparten a sus hijos porque son componentes de buen carácter que conformarán la brújula moral de sus hijos para la vida. Esas lecciones de formación del carácter les vendrán muy bien durante toda la vida, y los padres son los instructores clave para educar a sus hijos de esa forma, ya que al transmitirles sus convicciones y valores los ayudan a encontrar el rumbo debido para su vida. Vale la pena esforzarse para enseñarles a abrirse camino entre los aspectos negativos y cuestionables de la sociedad, a discernir con exactitud el bien del mal, y a fundamentar sus decisiones y actos en una ética y una perspectiva cristianas. Los hijos en la actualidad enfrentan muchas influencias y las enfrentarán mucho más a lo largo de su vida. Les convendría tomarse un tiempo para descubrir a qué se enfrentan sus hijos sin que ustedes lo sepan. Podrían hablar con otras personas con las que se relacionen sus hijos y pedirles su opinión. Estar preparados es mucho mejor que llevarse una sorpresa desagradable, y si dedican tiempo a ello, piensan las posibilidades y las conversan, pueden estar mejor preparados para las diversas situaciones con que se puedan ver o se estén viendo ya sus hijos. Es natural que a veces los hijos tomen decisiones no muy buenas o erróneas, porque están experimentando y aprendiendo a aplicar la formación que les han dado. Por eso, si ustedes participan activamente en su vida cuando ellos se topen con influencias diversas, y cumplen así su deber de aconsejarlos cuando tengan dudas y ayudarlos a determinar cómo pueden tomar buenas decisiones, les brindan una preparación constante. Es enseñarles a vivir a diario la teoría de su formación. Concéntrense en ayudarlos a cultivar convicciones, enseñarles a decidir bien ante la presión social o si están en situaciones difíciles y abrir vías de comunicación para que ustedes puedan orientarlos a fin de que superen lo que vayan encontrando.
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