El amor y los desvelos que prodigaste a tus hijos y las plegarias que rezaste por ellos no quedarán sin gratificación. Cada pañal que cambiaste, cada vez que los aseaste, cada enseñanza que les impartiste, cada error que les perdonaste, cada lágrima que derramaste, cada palabra de ánimo que les dijiste, cada beso, cada abrazo, cada sacrificio, cada oración, todo eso contribuye a hacer de ellos unas criaturas de las que te enorgulleces.
Aunque puede que no siempre lo expresen ni lo den a entender por medio de sus actos, están orgullosos de tener una madre como tú. No logran entender cómo puedes seguir amándolos cuando les parece que menos lo merecen. Así y todo, lo desean, lo aprecian y saben que lo necesitan. ***** Formar a un niño es como realizar una obra maestra. Al igual que el pintor aplica una capa tras otra de pintura en la tela, día a día tú vas pincelando la vida de tu pequeño. El pintor no comienza por los detalles más nimios; se vale de trazos gruesos para delinear las formas generales de su pintura. Luego, con paciencia y gran cuidado, añade nuevas tonalidades y un poco más de detalle cada día, hasta que finalmente está en condiciones de apartarse un poco y admirar su obra, un producto terminado del que puede enorgullecerse. Lo mismo hace una madre: Con desvelo, paciencia y ternura contribuye a transformar a sus pequeños en hombres y mujeres maduros. Un día de estos te apartarás un poco y te quedarás admirando tu obra maestra. Los demás nunca llegarán a entender ni a apreciar cabalmente los años de ardua labor que te llevó producirla. Pero tú sí. Y sabrás que ni una gota de tu esfuerzo fue en vano. ***** La maternidad tradicional nunca pasará de moda, porque su esencia misma es el amor. Una madre es la encarnación de la ternura, el desvelo y el amor, al cual se muestra sensible hasta el más pequeño bebito. Si eres, pues, de las que piensan que se están perdiendo algo o que viven en el pasado por estar en casa sin hacer otra cosa que cuidar del nene o criando a varios niños en vez de seguir una carrera, reflexiona. ¡El amor es lo mejor que nos brinda la vida! Es lo más importante que alguien puede aprender y, a la vez, el obsequio más valioso que se puede recibir. Y una madre lo encarna y lo entrega como nadie. Podríamos seguir viviendo perfectamente bien sin muchas cosas; pero no sin madres. La maternidad a la antigua nunca pasará de moda.
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