Tomado de Grow Up Reading Lectoescritura emergente: Emplee vocabulario adecuado cuando hable con su bebé. Por ejemplo, diga «mira, un perro» en vez de «un guau, guau». Así su hijo captará la estructura del lenguaje con un mínimo de confusión. Los bebés se comunican por gestos antes de aprender a hablar. Anime a su hijo a emplear gestos y señas sencillos (como por ejemplo, aplaudir para pedir «por favor» o tocarse el pecho para dar las gracias), así puede aumentar su comprensión del idioma y acelerar el desarrollo del lenguaje. Recite poemas o cante canciones infantiles a su hijo a fin de que escuche los distintos sonidos que componen las palabras (conocimientos de fonética). Las canciones infantiles como «Los pollitos dicen pío pío pío, cuando tienen hambre, cuando tienen frío» ponen rimas en lugares destacados para atraer de manera natural la atención del niño hacia esos sonidos. Al oír dos palabras que riman, los bebés empiezan a entender que las palabras se componen de sonidos separados, lo cual es algo esencial en el aprendizaje de la lectura. Además de las cartillas de lectura y silabarios ilustrados, emplee libros con dobleces, texturas, olores y sonidos para estimular los sentidos de su hijo. Señale imágenes en una página y nómbrelas; así aumentará su vocabulario. Hable también de lo que ocurre en la historia; así entenderá mejor. Utilice el método dialogado cuando lea en voz alta. Lo esencial de este método de lectura es que los adultos y los niños conversen sobre el libro. Pregunte al niño sobre el relato; haga una pausa y responda a sus preguntas. Este sistema contribuirá a que su hijo se sienta más a gusto con el método dialogado cuando ya se exprese con palabras. Desarrollo cognitivo: Juegue con juguetes que reaccionen, salten, hagan ruido o ayuden al bebé a entender la relación causa-efecto. Entre los 9 y 12 meses, la mayoría empiezan a jugar independientemente con juguetes y disfrutar los que reaccionan o hagan ruido. Los bebés de esa edad empiezan a estudiar objetos de muchas maneras (sacudiendo, golpeando, arrojando, dejando caer) y a utilizarlos bien (sacudir un sonajero, beber de una taza, oír el teléfono). Jugar a esconderse y reaparecer (cu-cu). Los bebés chiquitos todavía no han desarrollado el sentido de la permanencia de los objetos: comprender que un objeto que no se ve todavía existe. Para empezar, esconda el rostro detrás de una cortina y descúbrase rápidamente ante el bebé. Póngase un pañuelo en la cabeza y deje que el niño se lo quite; esconda objetos debajo de cajas para que él las derribe y saque el objeto escondido. Desarrollo motor: Dé a su bebé mucha libertad de movimiento por el piso. Los niños muy pequeños necesitan pasar tiempo acostados de espaldas y sobre el pecho a fin de que los músculos se le preparen para el movimiento. Esto ocurre en los primeros quince meses de vida. Si pasa demasiado tiempo en un columpio o una silla, se entorpecerá el desarrollo de su habilidad motora. A medida que su hijo crezca y empiece a gatear y a caminar, continúe ofreciéndole muchos juegos en el suelo. Agregue dificultad colocándole objetos como cojines, rampas y túneles para que perfeccione su capacidad de movimiento. Entre los juegos que aumentan la coordinación de manos y ojos y afinan la habilidad motora, están construir y derribar torres de bloques, cubrir y destapar recipientes, desarmar y volver a armar juguetes, recoger pelotas u otros objetos en movimiento, girar perillas, pasar las páginas de un libro, escribir y pintar con los dedos y hacer figuras de plastilina. Desarrollo social y emocional: Participen de juegos de manos y dedos como el de las palmitas y «cu-cu», como dijimos; anímelo a imitar esos gestos. Cuando responde a los gestos del bebé, lo ayuda en sus esfuerzos para comunicarse. Cante canciones con el niño. La música estimula las funciones cognitiva y emocional del cerebro. Juegue a hacer los quehaceres de la casa, pasatiempos y otras actividades de cada día. Dígale al bebé lo que usted está haciendo y anímelo a imitarla. Los juegos de imitación perfeccionan la capacidad motora y hacen que se sienta más satisfecho de sus logros. Lea libros de hábitos como cepillarse los dientes, lavarse las manos, ponerse los zapatos y bañarse. Esos libros incentivan a los niños para disponerse a aprender y dominar esas acciones.
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