Family Education y The National Association for the Education of Young Children Nuevos descubrimientos sobre el desarrollo del cerebro afirman lo que muchos padres y cuidadores sabían desde hace años. Hay tres factores: 1) buen cuidado prenatal, 2) relaciones afectuosas entre niños pequeños y adultos y 3) estimulación positiva a partir del nacimiento influyen para toda la vida en el desarrollo del niño. ¿Alguna vez mira a un bebé y se pregunta qué estará pensando? En el cerebro ocurre mucho más de lo que se creía. Según las más recientes investigaciones, este órgano bulle de actividad ya antes de nacer. Cuando nace, el cerebro del niño alberga 100.000 millones de neuronas o células nerviosas. De inmediato, se establecen sinapsis o conexiones entre estas mientras el bebé experimenta lo que le rodea y establece una relación con las personas que lo cuidan. Esa red de neuronas y sinapsis regula funciones diversas, como la vista, el oído y el movimiento. Si el cerebro del niño no se estimula desde el nacimiento, esas sinapsis no se desarrollan, con lo que se dificulta su capacidad para aprender y desarrollarse. El impacto de los factores ambientales en el desarrollo del niño pequeño es espectacular y preciso. No solo influye en la dirección general del desarrollo, sino que afecta las conexiones de los complejos circuitos del cerebro humano. La manera en que se desarrolla y aprende el ser humano depende de forma crítica en todo momento de la relación entre la herencia genética y la nutrición, el ambiente, la atención, la estimulación y la enseñanza que se le dé o deje de dar. Una atención afectuosa y entusiasta en los comienzos es decisiva para que el desarrollo del niño sea óptimo y sano. ¿Qué significa esto para los padres? Ponga en práctica estas cuatro ideas que lo ayudarán a velar por el desarrollo sano del cerebro de su hijo y su estabilidad emocional en los años venideros. 1. Sea afectuoso, cariñoso y entusiasta. Los estudios revelan que los niños que son objeto de atenciones entusiastas como tocarlos, mecerlos, hablarles y sonreírles, soportan mejor de mayores las épocas difíciles. También se llevan mejor con otros niños y se desempeñan mejor en el colegio que los que no tienen relaciones tan estrechas. 2. Hable, lea y cante a su hijo. La comunicación le proporciona una base firme para su aprendizaje futuro. Hable y cante de lo que pasa cada día. Lea cuentos de manera que anime a los mayores y los pequeñines a participar respondiendo preguntas, señalando fotos o dibujos en un libro o repitiendo poemas y refranes. 3. Estimule la exploración segura y el juego. Aunque muchos pensamos que el aprendizaje consiste simplemente en adquirir conocimientos, los niños aprenden jugando. Los bloques, dibujos, rompecabezas y juegos de actuación ayudan a los niños a desarrollar la curiosidad, la confianza en sí mismos, las aptitudes idiomáticas y la capacidad para resolver problemas. Que su propio hijo elija muchas de las actividades en que participe. Si se aleja o se muestra desinteresado, deje de lado esa actividad. Espere a que le interese de nuevo más adelante. 4. Aproveche la disciplina como una oportunidad de enseñar. Es normal que los niños pongan a prueba las reglas y actúen impulsivamente algunas veces. Más que castigarlos, los padres tienen que poner límites que ayuden a aprender a los niños. Por ejemplo, dígale a su hijo cuál es el comportamiento aceptable y hágalo de manera positiva. Diga: «Mantén los pies en el piso», en vez de: «¡Quita los pies de la silla!»
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