Los bebés son las máquinas perfectas para aprender. Todas las experiencias son nuevas para ellos y pueden mantenerse entretenidos con las cosas más simples por mucho tiempo. Aquí tienes algunas formas para poder estimular el cerebro de tu bebé de buena manera.
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Tomado de Grow Up Reading
El desarrollo en los bebés desde que nacen hasta los veinticuatro meses es espectacular. Al nacer recurre al llanto como principal medio de comunicación con el mundo. A medida que crecen, los niños se sirven de gestos, expresiones vocales y faciales, exclamaciones, balbuceos y finalmente palabras. Que el niño tenga facilidad para expresarse contribuirá a que de mayor lea y escriba bien. Los padres pueden contribuir a que los niños lean y aprendan exitosamente fomentando desde el nacimiento la facilidad para la lectura. Lenguaje oral: Los bebés aprenden a hablar por etapas. Durante los primeros cuatro meses captan más que nada lo que se les dice. Durante los cuatro meses siguientes, empiezan a articular e imitar sonidos. A los ocho meses, el niño reacciona al oír su nombre, distingue las emociones por el tono de la voz, al oír sonidos responde con otros sonidos y utiliza la voz para expresar alegría y disgusto. A los doce meses, pone más atención al habla y responde cuando se le dice de forma sencilla que haga algo. Empieza a valerse de gestos sencillos como agitar la mano para decir adiós o negar con la cabeza. Balbucea con entonación y emplea exclamaciones como «ajó», y tal vez diga unas cuantas palabras como «mamá» y sílabas como «ta-ta». Generalmente, los niños de un año articulan seis o siete palabras (aunque muchos no hablan nada, mientras que otros llegan a pronunciar cincuenta) y comprenden casi setenta palabras. Por lo general hay un retraso de cinco meses entre las palabras que el niño entiende y su habilidad para decirlas. Entre los 12 y los 18 meses, su vocabulario aumenta sin prisa pero sin pausa. El vocabulario de la mayoría de los niños se dispara cuando puede decir unas cuarenta palabras. A los dos años de edad, por lo general, aprenden el significado de unas ocho palabras al día. Mientras más le hablen los padres y le lean al niño, más rápidamente se desarrollará su vocabulario. Según los expertos en aprendizaje a edad temprana, la capacidad de expresarse aumenta con más rapidez en los niños cuyos padres hacen más aportes positivos que negativos. Reconocimiento de los fonemas: Reconocer fonemas —las unidades mínimas de sonido con que se forman las palabras— es la base para aprender a hablar y a leer. Los bebés tienen mucha capacidad para distinguir diferencias entre sonidos. Por eso tienen tanta facilidad para aprender idiomas en sus primeros años de vida. Reconocen fonemas y aprenden a distinguir los sonidos que constituyen el habla al comunicarse con sus padres y las personas que los cuidan. Al hablar y leer todos los días al bebé, se contribuye a mejorar su percepción de los sonidos. Estimule el balbuceo del niño, pues eso contribuye a que aprenda el idioma. Aproximadamente a los dos meses, empieza a hablar en voz baja y articula sonidos vocales como «aaa» y «uuu». A los cinco meses, empieza a practicar sonidos consonantes (los más comunes son b, d, y, m, n, g). Cuando tiene un año de edad, ya combina sonidos vocales y consonantes para articular palabras. Comprensión: Entender es fundamental en la lectura. La comprensión se refuerza en los años siguientes. Sin embargo, cuando el niño mayorcito sea capaz de ver las fotos o dibujos y el texto a fin de entender el significado del relato, es importante que también le explique lo que ocurre en esos libros que le lee en voz alta. Jim Trelease dice en The Read-Aloud Handbook que entender lo que se oye también estimula la comprensión de la lectura. A medida que su hijo oye lo que le lee, señálele pistas sobre el relato tomadas de los dibujos. O relacione un dibujo o foto con algo en la vida del niño. Este método contribuye a que el niño se esfuerce al máximo por pensar y lo ayuda a entender más. Compilado de parenting.com
Los juguetes que se venden en el mercado no tienen nada de malo. Sin embargo, usted puede hacer mejor estas cosas divertidas y estimulantes: 1. Refuerce el «¡ajá!» Vea a su bebé como un científico en ciernes que espera grandes descubrimientos: la sonrisa en el baño que significa «¡Cuando me meto al agua me dan el patito de goma!» Agitar los brazos se puede traducir por: «¡Cuando papá mira de esa manera me va a hacer cosquillas!» Cumpla las sencillas expectativas de su bebé y participe de su alegría cuando acierte. 2. Tenga erguido a su hijo cuando esté alerta. Los bebés ven más claro cuando están en posición vertical, no horizontal. Póngalo en su regazo para mostrarle objetos nuevos, y levántelo para que vea por encima de su hombro cuando lo lleve de paseo por el mundo, que es tan nuevo para él. 3. Promueva el diálogo y las expresiones faciales. Mucho antes de que el bebé pueda hablar, verá que intenta imitar las expresiones faciales de usted. Haga muecas y verá cómo aumenta su interés. Preste atención y responda a las expresiones de su bebé. 4. Bailar. Para satisfacer sus ansias de movimiento, baile un vals con él por el cuarto; mézalo con cuidado de un lado a otro; hágalo rebotar suavemente; siéntese en una silla giratoria y observe mientras el nene da una vuelta en su regazo. 5. Anímelo a probar sabores. Vea la boca del bebé como un espacio sensible que sirve para probar cosas y aprender sobre su cosmos personal. Evite los objetos demasiado pequeños, puntiagudos o sucios. Deje que lama la cuchara de la sopa o que envuelva con las encías el borde de una taza o un trozo de pan. 6. Lea en voz alta. No se preocupe por las palabras complicadas. Lea libros de poesía u otras obras; mientras más variaciones haya en el lenguaje y el bebé las oiga en sus voces favoritas, más cautivado estará. Elija libros con mucho lenguaje repetitivo. A los bebés les gusta porque es fácil adivinar lo que sigue. 7. Cante con palabras o sin ellas. ¿Olvidó la letra de su canción de cuna favorita? Tararéela. Las notas musicales sin consonantes y vocales resultan más sencillas y con frecuencias brindan una forma más relajante de estimulación. Tomado de Grow Up Reading Lectoescritura emergente: Emplee vocabulario adecuado cuando hable con su bebé. Por ejemplo, diga «mira, un perro» en vez de «un guau, guau». Así su hijo captará la estructura del lenguaje con un mínimo de confusión. Los bebés se comunican por gestos antes de aprender a hablar. Anime a su hijo a emplear gestos y señas sencillos (como por ejemplo, aplaudir para pedir «por favor» o tocarse el pecho para dar las gracias), así puede aumentar su comprensión del idioma y acelerar el desarrollo del lenguaje. Recite poemas o cante canciones infantiles a su hijo a fin de que escuche los distintos sonidos que componen las palabras (conocimientos de fonética). Las canciones infantiles como «Los pollitos dicen pío pío pío, cuando tienen hambre, cuando tienen frío» ponen rimas en lugares destacados para atraer de manera natural la atención del niño hacia esos sonidos. Al oír dos palabras que riman, los bebés empiezan a entender que las palabras se componen de sonidos separados, lo cual es algo esencial en el aprendizaje de la lectura. Además de las cartillas de lectura y silabarios ilustrados, emplee libros con dobleces, texturas, olores y sonidos para estimular los sentidos de su hijo. Señale imágenes en una página y nómbrelas; así aumentará su vocabulario. Hable también de lo que ocurre en la historia; así entenderá mejor. Utilice el método dialogado cuando lea en voz alta. Lo esencial de este método de lectura es que los adultos y los niños conversen sobre el libro. Pregunte al niño sobre el relato; haga una pausa y responda a sus preguntas. Este sistema contribuirá a que su hijo se sienta más a gusto con el método dialogado cuando ya se exprese con palabras. Desarrollo cognitivo: Juegue con juguetes que reaccionen, salten, hagan ruido o ayuden al bebé a entender la relación causa-efecto. Entre los 9 y 12 meses, la mayoría empiezan a jugar independientemente con juguetes y disfrutar los que reaccionan o hagan ruido. Los bebés de esa edad empiezan a estudiar objetos de muchas maneras (sacudiendo, golpeando, arrojando, dejando caer) y a utilizarlos bien (sacudir un sonajero, beber de una taza, oír el teléfono). Jugar a esconderse y reaparecer (cu-cu). Los bebés chiquitos todavía no han desarrollado el sentido de la permanencia de los objetos: comprender que un objeto que no se ve todavía existe. Para empezar, esconda el rostro detrás de una cortina y descúbrase rápidamente ante el bebé. Póngase un pañuelo en la cabeza y deje que el niño se lo quite; esconda objetos debajo de cajas para que él las derribe y saque el objeto escondido. Desarrollo motor: Dé a su bebé mucha libertad de movimiento por el piso. Los niños muy pequeños necesitan pasar tiempo acostados de espaldas y sobre el pecho a fin de que los músculos se le preparen para el movimiento. Esto ocurre en los primeros quince meses de vida. Si pasa demasiado tiempo en un columpio o una silla, se entorpecerá el desarrollo de su habilidad motora. A medida que su hijo crezca y empiece a gatear y a caminar, continúe ofreciéndole muchos juegos en el suelo. Agregue dificultad colocándole objetos como cojines, rampas y túneles para que perfeccione su capacidad de movimiento. Entre los juegos que aumentan la coordinación de manos y ojos y afinan la habilidad motora, están construir y derribar torres de bloques, cubrir y destapar recipientes, desarmar y volver a armar juguetes, recoger pelotas u otros objetos en movimiento, girar perillas, pasar las páginas de un libro, escribir y pintar con los dedos y hacer figuras de plastilina. Desarrollo social y emocional: Participen de juegos de manos y dedos como el de las palmitas y «cu-cu», como dijimos; anímelo a imitar esos gestos. Cuando responde a los gestos del bebé, lo ayuda en sus esfuerzos para comunicarse. Cante canciones con el niño. La música estimula las funciones cognitiva y emocional del cerebro. Juegue a hacer los quehaceres de la casa, pasatiempos y otras actividades de cada día. Dígale al bebé lo que usted está haciendo y anímelo a imitarla. Los juegos de imitación perfeccionan la capacidad motora y hacen que se sienta más satisfecho de sus logros. Lea libros de hábitos como cepillarse los dientes, lavarse las manos, ponerse los zapatos y bañarse. Esos libros incentivan a los niños para disponerse a aprender y dominar esas acciones. ¿Tienes —o vas a tener pronto— un bebé?¿Te gustaría prepararte un poco mejor para criarlo bien? ¿Buscas consejos prácticos para desarrollar su inteligencia y hacerlo feliz?¿Te interesa establecer un profundo y perdurable vínculo afectivo con tu hijo?
Disfruta de tu bebé te introduce en el asombroso y misterioso mundo de esa personita que Dios te ha enviado. Descubrirás cosas increíbles de tu pequeñito y verás todo lo que puede llegar a ser si lo tratas con amor y sabes comprenderlo y orientarlo. Suzanne Schlosberg, revista Parents
1 ¡Quítame el suéter! Solo porque haga fresco no significa que tienes que abrigar a tu hijito como si fuera en trineo por Siberia. Los padres tienden a abrigar en exceso a sus hijos, que se ponen inquietos cuando se sienten sudorosos o acalorados, igual que nos sucede a los adultos. Solución: Viste al bebé con tantas capas de ropa como tú. Si no estás segura de si tiene frío o calor, coloca tu mano caliente en su barriguita o en su espalda para medir su temperatura. A veces los pies, manos y mejillas del bebé se notan un poco frescos aunque esté cómodo. También puedes revisar su nuca para ver si está bien. Si la notas un poco sudorosa es porque está demasiado abrigado. Lo normal es que la piel esté cálida y seca. Un simple estornudo no significa que tenga frío. 2 ¿Podemos llevarnos bien? Los bebés no comprenden frases como: «No puedo creer que se te olvidó pagar la tarjeta de crédito», o: «¿Por qué siempre tengo que recordarte que saques la basura?» Pero perciben cuando discuten mamá y papá, y eso no les gusta nada. Cuando existe tensión en el ambiente, afecta al chiquitín y lo pone intranquilo. Solución: Siempre habrá alguna que otra discusión con tu esposo (sobre todo cuando tienes un chiquitín a quien cuidar y eso te exige tanto tiempo y esfuerzo). Pero trata de expresar tus emociones de forma tranquila y sosegada para que el ambiente permanezca sereno y acogedor. 3 «Estoy completamente estresado». A un bebé le hace llorar un ambiente demasiado ruidoso, con mucha actividad o donde haya luces demasiado brillantes; como un centro comercial, una cafetería muy concurrida o una celebración casera. Y hasta cierto punto, demasiada estimulación de cualquier tipo, incluso ponerlo en el columpio saltarín 20 minutos o rodearlo de demasiados juguetes, puede resultarle abrumador. Solución: Cada niño posee una resistencia diferente, por eso fíjate en cuánta conmoción aguanta tu hijito. Haz visitas breves a los centros comerciales, come en los restaurantes durante las horas de menor concurrencia (cuando el ambiente sea más tranquilo) y dale juguetes nuevos (hasta los que no producen sonidos) en pequeñas dosis. También, después de salir con el bebé a la calle, programa un rato tranquilo para que el niño se tranquilice. 4 ¡Me duele la barriga! Existen mil y una razones para que al bebé le moleste la barriguita. Quizá una acumulación de gases. Tal vez ande estreñido. Los bebés que toman biberón pueden sufrir de alergia o malestar provocado por la leche y eso les causa calambres. O tal vez el niño sufra de reflujo, y los alimentos del estómago se regurgitan al esófago. Solución: Ayúdale a eructar con frecuencia, y después de alimentarlo, sostenlo en posición erguida. Masajea con suavidad su barriguita o mueve sus piernas en forma de pedaleo para reducir la acumulación de gases. Si el bebé toma pecho aliméntalo de un solo seno en lugar de ambos. La leche que sale primero es más rica en lactosa que la última. Si toma biberón, utiliza una tetina donde la leche fluya lentamente para evitar que trague demasiado aire. Si de vez en cuando regurgita no te asustes, pero si se vuelve algo crónico o parece que se siente mal consulta con tu pediatra sobre el síndrome de reflujo gastroesofágico. 5 ¡Ay, me aprieta! Tal vez el niño tenga un cabello o una hebra alrededor de un dedo de la mano o del pie que le afecte la circulación sanguínea provocándole dolor o inflamación. Ocurre con más frecuencia de lo que te imaginas. También puede ser que sienta irritación por culpa de una etiqueta de la ropa o una cremallera, o que el cinturón del cochecito o del asiento del auto esté demasiado apretado. Solución: Desviste al bebé y revisa los deditos de sus manos y pies. Si tiene un cabello enredado trata de desenredarlo o córtalo con unas tijeritas. Si es un varoncito, tal vez se le haya enrollado un cabello alrededor del pene. Revisa también las cremalleras de su ropa y ajusta cualquier cinturón o correa que esté demasiado apretada. 6 «¡Me siento solito!» El bebé, entre los 6 y 9 meses, adquiere conciencia de que es un ser individual, y eso es bueno. Pero tal vez se ponga a llorar en cuanto te vea salir de la habitación porque te echa de menos. Y eso es bueno, y también malo. Solución: Si te parece que separarte momentáneamente de él desencadenará una crisis, detén por unos instantes lo que estés haciendo y dale un poco de cariño. A veces, el solo verte de nuevo o que lo abraces le servirá para dejar de llorar. También un suave masaje o unas palmaditas en la espalda le brindarán la seguridad de que cuando te vas, siempre regresas. 7 «¡Me estoy muriendo de hambre!» Tu chiquitín comió hace una hora, así que no le toca comer de nuevo, ¿o sí? Si está dando un estirón, tal vez sus lágrimas signifiquen: «Camarera, sírvame otro plato.» Esos estirones ocurren por lo general a las 2, 3 ó 6 semanas de vida, así como a los 3 y 6 meses de edad, y duran un par de días. Pero como los bebés no consultan el calendario puede suceder en cualquier momento. Solución: ¿De veras tiene hambre? La mejor manera de comprobarlo es ponerlo en el cochecito o en el portabebés y salir a dar un paseo. Si se queda calladito o se duerme enseguida, entonces no era hambre. Pero si comienza a gritar en la calle, dale un biberón o el pecho. No te preocupes, es imposible sobrealimentar a un bebé que toma pecho. 8 «Esta pared se está volviendo aburrida.» Para un bebé pasar una hora completa en la misma sillita, en el mismo rincón de la misma habitación es similar a lo que tú sentirías al estar confinado todo el día en el mismo cubículo de la oficina. Sumamente tedioso. Aunque algunos chiquitos poseen una mayor tolerancia que otros a quedarse mucho tiempo en un mismo lugar, todos se aburren y les encanta un cambio de aires. Solución: Fomenta su interés innato por la exploración llevándolo a otra habitación de la casa, al parque o dando un paseo juntos. ¿No tienes tiempo para ir de paseo? Entonces, simplemente conversa con él, es un gran antídoto contra el aburrimiento. Los bebés son criaturas sumamente sociables. Les encanta estar contigo, escucharte y aprender de ti. Una presentación de PowerPoint para las madres. (Para descargar la presentación, haz clic derecho sobre el archivo y seleccionar "guardar" o "guardar archivo como..."
Resumen de Internet, Elizabeth Pantley
El cambio de pañal es un ritual La postura que asumen la mamá o el papá y el bebé durante el cambio de pañales es perfecta para crear una experiencia que los una aún más. Te reclinas sobre el chiquitín y tu rostro se encuentra a una distancia perfecta para entablar contacto visual y comunicación. Y además, esta oportunidad de oro se presenta muchas veces al día. Sin importar lo ocupada estés, puedes disfrutar de unos instantes de conexión tranquila y apacible. Es un ritual demasiado valioso como para que lo encasilles como un simple acto de mantenimiento. Aprende más sobre tu chiquitín El cambio de pañales te ofrece la oportunidad perfecta para asimilar las señales e indicaciones que te da tu bebé. Aprendes cómo funciona su cuerpecito, qué cosas le provocan cosquillas o le ponen la piel de gallina. A medida que alzas, mueves o tocas a tu pequeñín, tus manos se aprenden el mapa de su cuerpecito y qué le resulta normal. Eso es importante porque te servirá para detectar fácilmente cualquier cambio físico que requiera atención. Cómo desarrollar confianza El cambio regular del pañal crea un ritmo en la vida del bebé y le brinda una sensación de que el mundo es algo seguro y confiable. Aunque los días no transcurran siempre igual, el cambio de pañales es un episodio regular y constante. Tus caricias le enseñan que lo aprecias y tu cariño y cuidados le demuestran que lo respetas. Una experiencia instructiva para el bebé Durante el cambio de pañales el pequeñín aprende muchas cosas. Es una de las pocas ocasiones en que puede observar su cuerpito sin ropa, cuando siente todos sus movimientos sin que le estorbe un pañal entre las piernas. Cuando está sin él es una oportunidad fabulosa de estirar las piernas y aprender a moverlas. En esos momentos, tu chiquitín está atento a tu voz, y puede concentrarse en lo que le dices y en la forma en que lo haces, algo muy importante en su proceso de aprender a hablar. Del mismo modo, en esos valiosos minutos prestas atención a tu chiquitín y puedes concentrarte en lo que te dice y cómo lo dice, lo que es vital para fortalecer la relación de ambos. Lo que siente y piensa el bebé A muchos chiquitines que rebosan de energía y actividad no les importa tener el pañal sucio. Están demasiado ocupados para preocuparse de tales trivialidades. Puede ser importante para ti, pero no es una prioridad para él. La pañalitis o un pañal incómodo, que no es del tamaño apropiado o está mal puesto, puede causar aprensión al cambio de pañales, así que revisa eso primero de todo. Cuando te cerciores de que está bien el aspecto práctico, puedes hacer algunos ajustes a la tarea inevitable del cambio de pañales para que resulte más agradable para tu pequeñín. Respira profundo Teniendo en cuenta todos los pañales que te tocará cambiar, es posible que la que una vez fuera una experiencia placentera se haya convertido en algo rutinario, o lo que es aún peor, en un fastidio. Cuando la mamá o el papá enfrentan la tarea del cambio de pañales de manera brusca e insensible, para el bebé también resulta desagradable. Trata de sentir de nuevo esa experiencia unificadora que es el cambio de pañales. Un momento de calma en medio del ajetreo diario donde puedes estar a solas y disfrutar de tu nene. A divertirnos Es un momento fabuloso para entonar canciones, hacerle cosquillas, caricias y jugar. Si le añades una pizca de diversión, para ambos será más placentero. Un juego que pueden disfrutar por mucho tiempo y siempre resulta interesante es esconder el pañal. Coloca un pañal limpio sobre tu cabeza, o el hombro, o debajo de tu camisa y dile al bebé: «¿Dónde está el pañal? ¡No lo encuentro!» O puedes utilizarlo como títere, poniéndole nombre y usando una vocecilla graciosa. Que el pañal llame al chiquitín a que se acerque a la mesa de cambiar el pañal y que le hable mientras tú lo cambias. (En caso de que te canses de hacer esto, solo recuerda cómo era antes de poner en práctica esta idea.) Distracciones Guarda entre los elementos de cambiar pañales una linterna, y mientras cambias al pequeñito deja que juegue con ella. Algunas linternas para niños tienen un botón que cambia el color o la forma de la luz. La puedes llamar la linterna del pañal y sacarla únicamente en esos momentos, y se guarda al terminar de cambiarlo. Quizás prefieras otro juguete que a tu niño le guste más o incluso una cesta de juguetes pequeños que le interesen. Si solo se los das para jugar durante el cambio de pañales, serán algo novedoso por mucho tiempo. Prueba a hacerlo de pie Si el pañal solo está mojado de pipí, para cambiarlo más rápido prueba a hacerlo con el niño de pie. Si utilizas pañales de tela, deja un lado cerrado con un imperdible de seguridad para poder moverlo como si fuera un calzoncillo, o elige pañales ajustables que no necesitan imperdibles. Chalsey Dooley
Aquella sonrisa de mi bebito era una nimiedad. Sin embargo, modificó mi perspectiva de la vida. Al despertarse y mirarme, vio lo que más importancia tiene para él en todo el mundo: ¡yo! No le importó que hubiera que cambiarle el pañal, ni que mi pantalón de pijama no combinara con la blusa, ni que estuviera toda despeinada. Simplemente me quiere y desea estar conmigo. No necesita perfección; el amor lo pone todo en su debida perspectiva. En ese momento en que lo tomé en brazos y me impregné del amor que irradiaba se me esclareció algo que me había preguntado un rato antes. La falta de perfección en la vida es algo que siempre me ha molestado. Cuando alguien dice o hace algo que me contraría, suelo argumentar: «¿Por qué tiene que haber choques de personalidad, descuidos, altas de consideración, injusticias, desaires, pesimismo? ¡Son cosas que suceden todos los días y están mal! ¡Ojalá no existieran! Si todo el mundo —incluida yo misma— se condujera como es debido, mi vida sería toda dicha y perfección». Consideraba que la perfección era lo único que alguna vez aliviaría mis irritaciones. Pero a la vez sabía que eso nunca se daría. La vida es así. Necesitaba otra solución. Cuanto más cavilaba, más me daba cuenta de que lo que en realidad quería era que el mundo girara en torno a mí, mis deseos, sentimientos, preferencias y prioridades. Algo tenía que cambiar, y en este caso, cualesquiera que fueran las faltas de los demás, la que tenía que cambiar era yo. Pero, ¿cómo? Ya lo había intentado antes. Aquella mañana, mientras tenía en brazos a mi bebé, una voz me susurró: «¿Te habría gustado que tu bebé fuera perfecto de nacimiento?» Al sopesar esa idea, comprendí que nada me habría desagradado más. De haber podido él caminar y correr desde el día en que nació, nunca habría podido yo disfrutar de la expresión de emoción que se dibujó en su carita el día que logró dar sus primeros pasos. Además me habría perdido ese singular sentimiento de tenerlo en brazos sabiendo que dependía enteramente de mí. De haber podido hablar perfectamente bien desde el día en que nació, jamás habría podido yo experimentar la alegría de oírlo decir su primera palabra. Si supiera todo lo que sabe una persona mayor, nunca habría podido verlo pasmado ante algún descubrimiento, y nunca habría tenido la dicha de enseñarle algo nuevo. Me habría perdido muchísimas cosas. En realidad sus imperfecciones lo hacen perfecto. ¡No querría que fuera distinto! Entonces me pregunté: «¿Qué hace que su imperfección sea diferente de todas las otras imperfecciones que me rodean?» La respuesta no podía ser más clara: «El amor». ¡Eso es! Eso es lo que me falta. Eso es lo que más preciso para enfrentar con valor y alegría los problemas que quisiera que no existieran. Me dije: «Imagínate todo lo que te perderías si tú y los que te rodean fueran perfectos desde el comienzo. Te perderías ese aspecto imprevisible y sorpresivo de la vida; la dicha de perdonar y ser perdonada; los estrechos vínculos de amistad que se forman en medio de la adversidad, y las cualidades que se cultivan también en esas situaciones». Me di cuenta de que añadir pensamientos negativos a una situación ya de por sí negativa nunca da resultados positivos. En ese momento me propuse buscar y descubrir las oportunidades y experiencias positivas que se ocultan detrás de la máscara de la imperfección. Más tarde aquel mismo día mi bebito no podía dormir. Decidí entonces sacarle provecho a una situación difícil poniendo en práctica lo que acababa de aprender. Hice a un lado lo que a mi juicio era lo mejor para él y para mí en ese momento, y mi marido y yo nos tomamos un rato para cantar y reír con él. Fue un momento perfectamente feliz que todos nos habríamos perdido si aquel día todo hubiera salido perfecto. Gentileza de la revista Conectate. Usado con permiso. |
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