Comenten juntos cómo podemos ofender y herir a otras personas si al enojarnos decimos cosas desagradables y desconsideradas. Por eso la Biblia afirma que «La lengua es algo pequeño que pronuncia grandes discursos. Así también una sola chispa, puede incendiar todo un bosque» (Santiago 3:5 NTV). Hablen sobre cómo hasta unas pocas palabras pueden alterar grandemente las emociones y cómo una palabra desconsiderada puede hacer llorar a alguien, al igual que una palabra amable y gentil puede alegrarnos el día. Vean el video Cálmate. En él encontrarán ideas sobre cómo reaccionar con una buena actitud en situaciones donde resulta fácil enojarse. Memoricen el versículo «La respuesta amable calma el enojo» (Proverbios 15:1 NTV). Ayuda a los niños a escribir este versículo en sus cuadernos o ponerlo en algún lugar de la casa donde lo puedan ver con frecuencia a lo largo del día. Lean «El amor se fija en lo bueno». Lleven a cabo la actividad que viene en la última página del artículo. Vean juntos Me llevo bien con mi hermano. Compartan ideas sobre cómo resolver los conflictos cotidianos que surgen con sus hijos. Sería bueno explicarles que cuando están enojados o enfadados no es el momento oportuno para hablar con el amigo o compañero con quien se disgustaron. Es mucho mejor esperar a estar calmado, o hablar con sus padres o profesores sobre cómo se sienten. Eso puede ayudar a arreglar las cosas. Lean «¿Cómo podemos amar a los demás?» Lleven a cabo la actividad que viene en la última página. Material adicional: Adaptado de My Wonder Studio.
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Recopilación para padres y educadores Dedique máxima atención al tiempo que pasa con sus hijos. Es como si estuviéramos en un escenario, por así decirlo y —querámoslo o no— enseñamos al niño e influimos en él por medio de todo lo que decimos o hacemos. Por eso, en la relación entre padres e hijos no basta con que pasen tiempo juntos. Para que ese tiempo tenga sentido, es necesario que sea un tiempo bien aprovechado. Si queremos que nuestra labor de padres sea exitosa, será imprescindible pensar y planear detenidamente y con anticipación. […] Pasar tiempo provechoso juntos es uno de los factores más importantes para cultivar una buena relación entre padres e hijos. El tiempo bien aprovechado juntos podría ser una celebración familiar bulliciosa, una noche tranquila en casa en la que escuche a [una] hija que practica su música, una noche en vela en la que cuide de su niño con fiebre, un día festivo que pasen juntos limpiando el garaje, o una hora de una conversación animada. Cualquiera que sea la actividad que se realice con el niño, el tiempo bien aprovechado que pasamos con él debe transmitirle estas ideas importantísimas: «Te quiero mucho», «Quiero estar contigo», «Me gusta estar contigo», «Lo paso bien contigo». […] Al pasar ratos en familia con regularidad, todos los integrantes se benefician. […] Al empezar a programar actividades provechosas para realizar con sus hijos, es importante hacer con ellos cosas que tengan mucho sentido. Haga una lista de lo que más le gusta hacer a su familia. Que todos aporten sus ideas. A continuación clasifíquenlas todas por orden de importancia, de mayor a menor. Finalmente, programe las cosas que tengan mayor prioridad. Si programa únicamente las actividades más fáciles o las que requieren menos tiempo y esfuerzo, probablemente no podrá realizar las más importantes. - Dra. Kay Kuzma * Podemos enfrascarnos tanto en el ajetreo interminable, horarios frenéticos y en nuestra vida controlada por el tiempo que olvidamos que, en el caso de nuestros hijos, lo que en realidad vale más son las cosas pequeñas y sencillas que hacemos para que su hogar sea un lugar divertido, cómodo y feliz. Las siguientes preguntas los ayudarán a reflexionar en lo bien que les va con relación a lograr ese objetivo. 1. ¿Qué diría tu hijo que es la mejor parte de vivir en tu hogar? ¿Cuáles son las mejores tradiciones —algo que hacen juntos—, que son tan divertidas que tu hija querría hacerlas con su hijo? En resumidas cuentas, ¿qué recuerdos creas para tus hijos en tu vida cotidiana? 2. A tu juicio, ¿qué dirían tus hijos que es lo que desearían cambiar en tu familia? ¿Puedes hacer ese cambio? ¿Qué te detiene? 3. ¿Cuándo fue la última vez que tu familia se reunió y ustedes pasaron un rato divertido? ¿Cuándo fue la última vez que recuerdas que tu familia [todos juntos] pasó un rato de relajamiento? 4. ¿Puedes mencionar una tradición sencilla o rutina familiar que quieres hacer para divertirte con tu familia? Escríbela. Luego, prepárate para hacerla con tu familia. Supongamos que a tus hijos les preguntan qué es lo que de verdad desearían cambiar de tu familia. Esa misma pregunta se hizo a ochenta y cuatro mil alumnos del sexto al duodécimo grado que respondieron a la encuesta de USA Weekend. ¿Qué crees que contestó la mayoría de los chicos? (Lo más probable es que sea lo mismo que dirían tus hijos, así que piénsalo bien.) Resulta que dos tercios de los chicos que respondieron la encuesta dijeron que deseaban pasar más tiempo con sus padres. En realidad, más de dos de cada cinco chicos expresaron que les parece que en el tiempo que pasan con su madre se hacen las cosas con prisa. Los chicos dijeron que querían no solo más tiempo, sino más tiempo relajado. El tiempo que un chico diría que es divertido. Sin otras expectativas. Sin estrés. Sin un ritmo frenético. Solo relajarse y divertirse. Ese es el tiempo que hace que la familia esté unida. Además, ese tiempo relajado, despreocupado, es lo que anhelan y necesitan nuestros hijos. - Michele Borba * Un día no muy distante tus hijos ya serán mayores y se marcharán. Entonces agradecerás haberles dado lo que necesitaban de pequeños. […] Por eso, la próxima vez que te encuentres a media noche velando a un niño enfermo, sonriendo pese a las ganas de llorar, cantando para no perder la paciencia, limpiando naricitas mientras sueñas con el día en que harás grandes obras para Dios, no olvides que ya las estás haciendo. No lamentaremos una sola oración, una sola canción, una sola palabra de amor. Cada gesto de amor tiene un efecto perdurable en ellos. Al cabo de años de haberlo hecho todo por fe, gozaremos de la bendición de verlos convertidos en hombres y mujeres hechos y derechos. - Derek y Michelle Brooks * Como se suele decir: «Lo que hago hoy es importante porque a cambio empeño un día de mi vida. El día de mañana, este día se habría ido para siempre dejando en su lugar algo por lo que lo cambié. Quiero que sea ganancia, no pérdida; bien y no mal; éxito, no fracaso; así jamás lamentaré lo que me costó este día». Y eso se les aplica por partida doble a ustedes, que tienen niños a su cuidado. En su caso, no se trata de apenas una hora o unas pocas, ni tampoco de un solo día de su vida: es también una hora o dos, o un día de la vida de ellos. ¿De qué les están llenando la mente, el corazón y la vida? No se trata solo de asegurarse de que aprenden las lecciones teóricas, sino del amor que les manifiestan, del ejemplo que les dan, de su trato, su actitud, su sonrisa y mucho más. ¿Qué sacarán sus niños de este día? ¿Contribuirá a sentar las bases de su vida? ¿Tendrán ustedes la seguridad de que aprovecharon bien este día de su vida viendo en qué resultó o cómo benefició a sus hijos? No siempre notarán la diferencia. Algunos días la notarán, pero otros les costará. En momentos así, fíjense en sus pequeñitos. Están invirtiendo la vida en ellos; invirtiendo tiempo, vida, amor y talentos a cambio de dividendos que perdurarán en la vida de ellos. - Jesús, hablando en profecía Gentileza de Anchor. Foto de Bill Branson (public domain) via Wikimedia Commons.
Domingo, 14 de Septiembre 2014
Para: David De: Papá, mamá y compañía Asunto: Descendencia ¡Felicitaciones! Papá, mamá y compañía se complacen en escuchar que tú y Marcela tuvieron un bebé. Bien hecho. Aunque un bebé es un proyecto que presenta muchas exigencias (para mayores referencias véase la parte superior, la inferior, la intermedia y demás), sabemos que esta inversión de tiempo y esfuerzo generará grandes resultados tal como los que hemos obtenido nosotros (véase álbum familiar). Aunque este proyecto requirió una gran dosis de trabajo hasta ahora, y que incluso Marcela tuvo que pasar un par de noches en vela, en esta fase inicial la carga de trabajo es mínima en comparación con los años que les aguardan. Sin embargo, a pesar de todo el esfuerzo, ustedes no podrán hacerse acreedores de todo el crédito por el concepto original ni por el producto final. Hace muchos años, el Diseñador de estos modelos los lanzó al mercado con un modelo sencillo a base de polvo y aliento (véase Génesis). Desde entonces es dueño de la patente, y nosotros somos meros colaboradores. Para inaugurar este proyecto ustedes eligieron dar a luz a su primogénito. ¡Una magnífica decisión! Cuando papá, mamá y compañía comenzaron operaciones hace veintitantos años, tomamos la misma decisión. El primogénito siempre es algo encantador, aunque venga con algunas características y particularidades (fíjate en tu hermana). Tras examinar más detenidamente la situación, parece ser que tu esposa es la primogénita, al igual que tu hermana, tus padres también y ahora este chiquitín que acaba de llegar a este mundo. El comenzar con un primogénito nos indica que ustedes siguen un patrón establecido. Por eso, papá, mamá y compañía les recomiendan que la próxima vez traten de hacer algo distinto, y tengan en cuenta los adjetivos nuevo, osado, inesperado (fíjate en tu hermano). También parece que para ocupar el puesto de bebé en su casa, ustedes escogieron como candidato un niño. Como ya saben, existen dos grandes opiniones al respecto a nivel mundial. Sin embargo, escoger un niño es una excelente decisión. Aunque los niños aportan algunos momentos de gran estrés en la primera década de su vida (fíjate en tu hermano y todas las visitas a la sala de urgencias), las chicas lo hacen en la segunda década de su existencia (fíjate en tu hermana). Pero en cualquier caso, el resultado final es igual de satisfactorio. Lo que no está muy claro del todo es por qué Dios desarrolló su proyecto en dos modelos, masculino y femenino. Un consejero eficiente probablemente habría recomendado la consolidación, con objeto de evitar las experiencias negativas del pasado (véase Adán y Eva). Sin embargo, en este momento, la producción requiere de los dos modelos ya existentes, de forma que no parece factible actualmente tal mejora. Es posible que ya te hayas dado cuenta de que un recién nacido implica la aparición de una cantidad sorprendente de artículos infantiles. En resumen: artículos para sostener al bebé, productos para su limpieza, elementos para proporcionarle alegría, prendas para acicalarlo y mucho más. Se sabe que la acumulación del tonelaje de dichos artículos provoca una ligera inclinación en el suelo de la habitación de los niños, y que harán falta dos autos para transportarlos. Notarás que entre esta vasta cantidad de artículos, serán muy escasos los que tú hayas comprado. La mayoría llegaron a tu posesión en forma de regalos o como dádivas de otras familias que tienen bebés de más edad. Te encuentras atrapado en medio del efecto subsidiario de El Niño, en el cual remolinos de oleadas de artículos de bebé de segunda mano circulan a nivel del suelo siguiendo un patrón impredecible pero constante. Si a tus manos llega un encantador suéter en un tono azul grisáceo adornado con un reno rojo, no lo sueltes. Era tuyo cuando tenías tres años. Notarás que tu recién nacido todavía no domina el castellano. No hay por qué alarmarse. En realidad, algunos chiquitines van ganando en fluidez hasta alcanzar el punto donde su potencia verbal sobrepasa con creces la capacidad auditiva de sus progenitores. Hay que admitir que un recién nacido trae incorporadas toda una serie de características que resultarían pavorosas si las viéramos en cualquier otro huésped: incontinente, irrazonable, incoherente, autócrata y propenso a las lágrimas. Es como hospedar a un minúsculo e hipersensible dictador que no sabe castellano y se moja los pantalones. No está del todo claro por qué Dios consideró que toda esta sarta de cualidades resultaría irresistible para los padres. Sin embargo, existen otros factores que compensan con creces estos rasgos negativos (véase la primera sonrisa, el olor a limpio del chiquitín). Asimismo, descubrirás que tu pequeño no es, al principio, un miembro eficaz del equipo familiar. Pocos chiquitines se ganan elogios como competente y bien organizado o es un verdadero miembro del equipo. La cuestión es encontrar tareas que se acoplen a su nivel de competencia, por ejemplo: mirar fijamente un rincón vacío, cambiar rápidamente su gama de expresiones faciales, producir unas fabulosas explosiones digestivas, dormir. Si elogias al pequeño por lograr dichos objetivos le facilitarás el dominar otras responsabilidades más avanzadas. Sin embargo, debes estar al tanto cuando un niño en etapa de crecimiento comienza a exhibir cualidades que podrían definirse como arranque automático de alta velocidad. Ya no resulta tan ventajoso (véase tu hermano y varias reparaciones que hicimos en el suelo, las paredes y el techo). Para terminar, déjanos felicitarte nuevamente. En cuanto al esfuerzo y mantenimiento que exige, nada iguala la alegría y satisfacción que produce un chiquitín. Uno de los mayores placeres de la vida es llevar a cabo la tarea diaria de criar un hijo y verle crecer y aprender, cuyo colofón es presenciar cómo el niño se vuelve un adulto responsable y tiene sus propios hijos. El niño que provea a sus padres tal grado de satisfacción conferirá alegría durante toda su vida y será un tesoro incomparable (mírate en el espejo). Con cariño, papá, mamá y compañía. Renée Chang Ninguno de sus amigos y familiares entiende por qué decidió hacerlo. A la mayoría le gustaría despertarla de su insensatez. Sus objeciones tienen sentido. Al fin y al cabo, May ya tiene cerca de 45 años y vive sola desde que su hija se mudó a otra parte. Además se ha endeudado. El caso es que May está criando a una niña que su ex marido tuvo con otra mujer. May se casó joven y se divorció antes de los 25 años. Desde antes de separarse ya criaba sola a su primera hija, pues su marido era narcodependiente, y no hacía otra cosa que entrar y salir de la cárcel. Unos veinte años después, él reapareció de la nada y le pidió un favor. Había tenido una hija con otra mujer y quería que ella le gestionara la internación de la niña en un orfanato antes que él volviera a la cárcel. La pequeña Joline (se pronuncia Yolín) había sido abandonada por su madre y parecía destinada a pasar su vida en una institución. May optó por hacer las gestiones para quedarse con ella. Ya lleva cinco años criándola. No le ha resultado fácil. Trabaja arduamente para pagar las cuentas, y Joline no le da tregua. Sin embargo, nada la hace desistir. «Todos me dicen que Joline es una carga enorme y que no valen la pena los sacrificios que hago para criarla. Pero nadie me pregunta qué siento yo ni toma en cuenta las razones por las que lo hago. »Cuando terminó mi última relación, sentí que mi vida había perdido todo sentido, y que nunca tendría una familia normal. Sin embargo, la primera vez que vi la sonrisa de Joline y que ella me agarró un dedo con su manito, supe que había alguien que me quería y me necesitaba. Joline no es una carga; me trae amor y alegría». En ese momento Joline se acercó, echó sus brazos al cuello de May y le llenó las mejillas de besos. «Te quiero, mami. Eres la mejor del mundo». Como madre orgullosa que es, a May se le iluminó el rostro. Entonces caí en la cuenta de que May tenía razón, y de que las críticas que había recibido eran injustas. En lugar de dejar que las vicisitudes y avatares de la vida la sumieran en una espiral de autocompasión, optó por dar de lo que aún tiene. Y gracias a ello ha hallado la felicidad que tan esquiva le había sido. Gentileza de la revista Conéctate. Foto de Wilson Corral via Flickr.
Al pensar en mi infancia, me llegan incontables imágenes de amor, ánimo y recuerdos cariñosos de mi familia. Recuerdo las noches en que mi padre me leía por horas, mientras yo escuchaba sentada en su regazo. Sin duda, esas experiencias me inculcaron un amor por los libros que duraría toda la vida. Cuatro décadas después, escucho con claridad las palabras de mi madre: «Michelle, trata a todos con amabilidad», y en el mismo tono que empleaba cuando yo era niña. Los valores que mis padres me inculcaron —perseverancia, compasión, aceptación, creer en mí misma— son los mismos que actualmente rigen mi vida. Y son los mismos valores que trato de inculcar a mis hijos. No hace falta hacer un estudio para demostrar tu influencia: un momento en que veas que tu hijo imita tu comportamiento o repite tus palabras o copia tus valores, bastaría para confirmar que sí dejas huella. El sentido común nos dice que podemos influir de manera considerable en el rumbo que tome la vida de los hijos. Y hay una sencilla razón: las habilidades para desenvolverse exitosamente en la vida se aprenden, no se heredan; podemos marcar una gran diferencia porque podemos enseñar esas habilidades a nuestros hijos y alumnos. Afrontar los altibajos de la vida, llevarse bien con los demás, fijarse una meta y no rendirse hasta que se logre, saber cómo hallar soluciones y solucionar conflictos, comunicarse con firmeza y seguridad en sí mismo, y hacer todo con compasión y empatía son las habilidades que contribuyen a formar un carácter firme, una mente fuerte y un corazón que se preocupa por los demás; y todas son habilidades que se pueden enseñar. Aunque es posible que nuestro amor y afecto no haga forzosamente que nuestros hijos tengan más confianza en sí mismos ni que sean más amistosos, podemos fomentar las habilidades que mejoren las características de una vida exitosa. Independientemente del temperamento de tus hijos y su composición genética, puedes ampliar sus posibilidades al enseñarles cómo llevar una vida más exitosa y plena. - Michele Borba * Cómo vives —tu orden de prioridades, cómo pasas el tiempo, cómo gastas el dinero, cómo tratas a los demás y a tus posesiones— es el único y mejor indicador de lo que te importa y los valores que aprecias. Créeme, tus hijos interpretan tu vida con mucha mayor claridad que cuando oyen tus palabras. Si esas dos cosas están en armonía, es estupendo. Si no, es hora de volver a evaluar. A medida que tratas de impartir a tus hijos valores sanos, pregúntate:
* ¿Qué significa preparar a los hijos para la vida? Significa ponerse a pensar en cómo ayudarlos a avanzar por las etapas naturales de crecimiento y desarrollo, conscientes y enterados de lo que pasan sus compañeros, y prepararlos para cuando tengan que encarar situaciones parecidas. Significa enseñarles a ser valientes en las dificultades y a encarar situaciones nuevas de forma responsable y con confianza. Significa que en vez de protegerlos de las influencias negativas del mundo actual, les enseñen a discernir el bien y el mal y a comportarse con integridad, autodisciplina, convicción, amor, tolerancia y fortaleza de carácter. […] Inculcar valores morales a los hijos es un desafío que encaran todos los padres. Todo padre y madre conscientes tienen que formar a sus hijos para que se apoyen en valores, convicciones y creencias aunque estén en contacto con influencias que no se tolerarían en su casa pero son parte de la vida una vez que los niños empiezan a ir al colegio y tienen amigos de familias que no comparten la misma fe o el mismo código moral. Preparar a los hijos es esencialmente enseñarles a comportarse fuera de la seguridad de su casa o de su familia, a reaccionar con convicciones y arreglárselas cuando no estén con sus padres y tengan que afrontar la realidad del mundo. […] Los hijos en la actualidad enfrentan muchas influencias y las enfrentarán mucho más a lo largo de su vida. Unas serán positivas, otras negativas y muchas una de cal y otra de arena. Si adoptan la mentalidad de prepararlos para la vida, aceptarán que no pueden protegerlos de todo influjo negativo, pero sí orientarlos para que aprendan a tomar buenas decisiones cuando se vean expuestos a ello. - María Fontaine * «La Palabra de Dios es viva y eficaz» (Hebreos 4:12). Vive en nosotros, nos habla y nos llena la vida de luz y entendimiento. A medida que ingerimos el agua viviente de la Palabra de Dios, comienza a transformar nuestro corazón, mente y vida. Empezamos a ver las cosas desde la perspectiva de Dios, que en muchos casos difiere sustancialmente de nuestra forma de pensar. Descubrimos cosas de nosotros mismos y de los demás que no habríamos alcanzado a ver de ninguna otra manera. A nadie se le ocurriría decirle a un niño que se ha perdido en el bosque que busque por su cuenta el camino de regreso a casa. Nunca se nos pasaría por la cabeza no dar de comer a nuestros hijos, no vestirlos o no dejarlos salir a jugar, respirar aire puro y hacer ejercicio. Y tampoco debemos privarlos de las Palabras de vida, que imparten el poder, la luz y la vida de Dios. Jesús dijo: «Las Palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida» (Juan 6:63) Con la Palabra de Dios los niños aprenden lo que está bien y lo que está mal y adquieren sólidos principios que los capacitan para hacer frente a las numerosas dificultades que se les presentarán en la vida. Y a medida que crezcan, sin duda tendrán que encarar muchas, porque la vida es un terreno de pruebas en el que aprendemos a tomar decisiones en consonancia con los preceptos del bien, en vez de escoger lo que es malo y perjudicial. Desde muy pequeños, los niños libran esta batalla espiritual y toman decisiones que pueden afectar en gran manera su vida y la de los que los rodean. Los padres podemos preparar a nuestros hijos para hacer frente a esas difíciles decisiones proporcionándoles una base de fe y un buen conocimiento de la Palabra de Dios. - Derek y Michelle Brookes Gentileza de Anchor. Foto de Rick Bolin via Flickr.
La educación en casa es una maravillosa forma de estar junto a tus hijos mientras los ayudas a convertirse en adolescentes completos y adultos. Hacerlo te brinda la oportunidad de adaptar la educación de tus hijos de acuerdo a sus necesidades, a tu estilo de vida y a tus creencias. La educación en casa también les brinda un lugar seguro donde permanecer mientras estudian a las personas y a los lugares a su alrededor. Con la capacidad de personalizar la educación de tu hijo, realmente puedes fomentar una pasión por el aprendizaje que dure toda la vida.
Superar los primeros obstáculos 1. Antes de comenzar con la educación de tus hijos, primero investiga las leyes del lugar donde vives y notifícale como es debido, además de hacer una lista de verificación de plazos futuros para ti mismo (en caso de ser aplicable). Adaptado de un artículo de internet
¿Te has fijado cómo mejora el comportamiento de los niños cuando juegan al aire libre en lugar de estar metidos en casa todo el tiempo? Mis recuerdos de la infancia están repletos de jugar al escondite, al corre que te pillo, hacer lamparitas con luciérnagas, inventar nuestros propios clubs, explorar los bosques (cualquier terreno desocupado) cerca de casa, y hacer cosas con la arcilla que encontrábamos en el patio. Mi madre y su hermano nos contaban historias de que, durante los meses veraniegos, salían de casa por la mañana y no volvían hasta el anochecer. Se pasaban el día cogiendo cangrejos en una acequia cercana, chapoteando en el Dry Creek y construyendo escondites entre la hierba alta de la pradera. ¿Será que hoy en día, nuestros hijos disfrutan de un día completo para explorar la naturaleza y gozar de la libertad que proporciona estar al aire libre? Las evidencias señalan que los niños pasan cada vez más tiempo en casa, desconectados de la naturaleza por culpa de la fascinación que ejerce la televisión, el internet y los videojuegos. Jugar al aire libre genera un efecto relajante En mis propios hijos he observado una gran diferencia cuando disfrutan del placer de jugar al aire libre. Toda la vida he sido de la opinión de que los niños deben pasar el mayor tiempo posible al aire libre, rememorando mis tiempos de maestra cuando yo era la única que llevaba a sus alumnos a jugar al parque en días fríos y húmedos. Nunca tuve problemas con el comportamiento de los chicos en el aula, siempre y cuando pasaran bastante tiempo al aire libre, y siempre me aseguraba que así fuera. Cuando se alborotaban mucho, era indicio de que necesitaban SALIR. Y me he dado cuenta de que lo mismo sucede con mis tres hijos. Algunos estudios han demostrado que estar al aire libre y en contacto con la naturaleza proporciona un efecto relajante a los niños que sufren del síndrome de hiperactividad y déficit de atención. Incluso los adultos también se benefician de ello, como ha quedado demostrado, pues ayuda a la relajación, disminuye los niveles de estrés, y restaura el equilibrio mental. Jugar al aire libre es divertido El verano pasado, cuando celebramos la fiesta de cumpleaños de mi hija, pasaron la noche en casa doce niñas de seis a once años. Mi esposo estaba de viaje. Me sentía un poco preocupada por tener que hacerlo todo sola, así que una de mis amigas me ayudó durante un par de horas. Luego dejó a sus hijas conmigo y salió a disfrutar de una cena tranquila y sosegada con su esposo. Me quedé sola ante el peligro. Era una locura en casa (y con toda la razón), por todo el suelo había migas de pastel y gotas de helado. Sabía que lo mejor era sacar a las doce niñas al patio y así tener unos minutos para limpiar todo aquel desorden. Durante los quince minutos que me tomó limpiar el desastre, no paró una que otra niña de llamar a la puerta: «¿Cuándo podemos entrar?» «Estoy cansada.» «Estoy aburrida aquí», etc. Parecía que no entendían la idea de estar fuera de la casa en medio del calor. Finalmente, terminé de limpiar la cocina y estaba lista para que entraran de nuevo. Pero, un instante… ¿Qué estaba pasando afuera? Abrí ligeramente la ventana para echar un vistazo. Habían encontrado una rana y le estaban construyendo una mansión con los platos de papel, palitos y hojas. A medida que transcurrieron algunas horas, la mansión se convirtió en algo cada vez más elaborado y las ranas se multiplicaron. Como te podrás imaginar, necesitarían muchas alcobas. Y toda una piscina con trampolín incluido… Tuve que obligarlas, casi a las diez de la noche, a entrar a la casa. El proyecto de construir la mansión de las ranas terminó siendo el evento más comentado de toda la fiesta. Es vital para el desarrollo humano el contacto con la naturaleza Cada vez más estudios señalan la importancia de estar en contacto con la naturaleza para el crecimiento y desarrollo humano. Numerosas evidencias indican que es esencial para gozar de una buena salud física y emocional. Los niños que no pasan tiempo al aire libre, se pierden una faceta muy importante de su infancia. Richard Louv en su libro Last Child in the Woods: Saving Our Children from Nature-Deficit Disorder, afirma: «El síndrome de no estar en contacto con la naturaleza describe los costos humanos de dicha carencia, entre ellos: una disminución del uso de los sentidos, dificultades para prestar atención y un índice mayor de enfermedades físicas y emocionales.» No debemos considerar el jugar al aire libre como un mero esparcimiento, sino como algo tan vital para el desarrollo infantil como una dieta equilibrada o el buen descanso. Estar al aire libre ayuda a: * desarrollar la fuerza motora * mejora la memoria * aumenta la creatividad * mantiene a raya la obesidad * incrementa la capacidad de atención * disminuye la intranquilidad * reduce el estrés Hacer ejercicio desde temprana edad forma tu cuerpo de por vida Cada vez existen más estudios que corroboran que hacer ejercicio posee un efecto tremendo en el crecimiento y desarrollo humano, sobretodo en la infancia, aunque también hasta los 30 y pico años. Aunque obviamente el ejercicio resulte beneficioso a cualquier edad. Algunos de sus efectos, como por ejemplo el crecimiento óseo, nos afectan de por vida, y solo se pueden obtener a temprana edad. Existe la teoría de que los niños que no hacen suficiente ejercicio y actividad física no llegan a alcanzar su máximo desarrollo físico. Además del crecimiento que obtenemos con la alimentación y el descanso, es un hecho confirmado que el ejercicio también promueve el crecimiento. El disfrutar de huesos fuertes y grandes está directamente vinculado a hacer ejercicio. Los niños que hacen bastante ejercicio crecen más y tienen huesos más fuertes que los que hacen poco o ningún tipo de ejercicio. Los huesos, al igual que los músculos, se fortalecen al hacer el ejercicio. Los huesos dejan de crecer durante la pubertad o entre los 18 y 20 años; aun así, su densidad y fortaleza crecen hasta los 30 ó 35 años. El ejercicio es el factor que más influye en el crecimiento óseo. Además, el gozar o no de huesos fuertes durante tus primeros 35 años de vida, previene o contribuye a prevenir la osteoporosis, y a tener en la vejez una estructura ósea fuerte o débil. ¿Qué podemos hacer? Esfuérzate por pasar más tiempo al aire libre. Busca maneras de que tus hijos estén en contacto con la naturaleza y zonas verdes. Puede ser difícil cuando hace mucho calor en verano, pero a veces será suficiente si tienes una manguera y unos cuantos globos llenos de agua, una piscina infantil inflable o una tina, unos cubos o baldes con agua y burbujas. Además tu patio lucirá mucho mejor si le añades un jardín con rocas y plantas o un pequeño terrario para mascotas. El verano pasado salimos bastante por la tarde a montar en bicicleta y dar caminatas por las zonas verdes, y nos deteníamos a observar las cosas interesantes que encontrábamos a nuestro paso. Estudios: Una ingente cantidad de estudios reiteran que estar en contacto con la naturaleza produce efectos considerables en el bienestar de personas adultas, incluyendo la parte psicológica, funcionamiento superior cognitivo, una disminución de los problemas físicos y una recuperación más rápida en caso de enfermedad o dolencias. Y muchos especialistas consideran que dicho entorno aún tiene un efecto mucho más profundo en los niños debido a que poseen una mayor vulnerabilidad o plasticidad (Wells 2003). Las investigaciones muestran una evidencia cada vez más contundente de los enormes beneficios que reciben los niños al estar en contacto con la naturaleza. Eso incluye: * Los niños con síntomas del síndrome de hiperactividad y falta de atención logran concentrarse mejor (Taylor 2001). * Los niños que pueden observar o estar en contacto con la naturaleza consiguen puntajes más altos en las pruebas de concentración y autodisciplina. Cuanto más verde sea la zona que observan, más alto es el puntaje (Wells 2000, Taylor 2002). * Los niños que juegan con regularidad en ambientes naturales manifiestan una mejor motricidad, incluyendo coordinación, equilibrio y agilidad, y son menos propensos a las enfermedades (Grahn, et al. 1997, Fjortoft 2001). * Cuando los niños juegan en ambientes naturales, el juego es más diverso, con juegos creativos y que estimulan la imaginación, los cuales fomentan las habilidades lingüísticas y de colaboración (Moore & Wong 1997, Taylos, et al. 1998, Fjortoft 2000). * Estar expuestos a ambientes naturales optimiza el desarrollo cognitivo de los niños al mejorar su nivel de razonamiento y atención, así como su capacidad de observación. (Pyle 2002). * La naturaleza absorbe el impacto del estrés en los niños y les ayuda a afrontar la adversidad. Cuanto mayor sea su contacto con la naturaleza, mayores serán sus beneficios (Wells 2003). * Jugar en un ambiente natural variado reduce o elimina la actitud hostil (Malone & Tranter 2003). * La naturaleza refuerza la capacidad de observación y creatividad de los niños y les inculca una sensación de sosiego (Crain 2001). * Disfrutar de experiencias a temprana edad con la naturaleza se asocia positivamente con el desarrollo de la imaginación y la investigación (Cobb 1977, Louv 1991). La curiosidad innata de los niños es un factor importante para el aprendizaje a lo largo de toda su vida (Wilson 1997). * Los niños que juegan en ambientes naturales poseen sentimientos más positivos hacia los demás (Moore 1996). * El ambiente natural estimula las relaciones sociales entre los niños (Moore 1986, Bixler, Floyd & Hammutt 2002). * Estar al aire libre contribuye de manera importante al desarrollo de la autonomía e independencia de los niños (Bartlett 1996). Cuando de ser padres se trata, no hay fórmulas mágicas. Soy imperfecta como madre, y por lo tanto criaré hijos imperfectos. Debo apoyarme completamente en Jesús y andar por fe, seguir Su guía al criar a mis hijos. A lo que debo aspirar es a ser fiel. A tener fe y mantenerme fiel. Erika Dawson * Los padres exitosos disfrutan de ser padres. Disfrutan de ser padres no porque sea fácil ni porque reporte recompensas inmediatas sino por el puro gozo y privilegio que implica colaborar con Dios en la formación de otra vida más, única y preciosa. Cualquier padre de familia puede dar fe de que «crecen muy rápido». Los padres exitosos se lo recuerdan a sí mismos constantemente y procuran disfrutar de cada día con sus hijos. Se zambullen completamente en la crianza de sus hijos, todo lo posible, y se dedican a disfrutarlos, inclusive en las etapas de los pañales sucios, las enfermedades y las desilusiones. No solo aman a sus niños sino que los disfrutan y esperan con ilusión pasar tiempo con ellos. Los padres exitosos no esperan perfección, ni por parte de ellos mismos ni por la de sus hijos. Ser padres es un arte, no una ciencia. Los padres exitosos entienden que, al igual que ellos, sus hijos no son perfectos. Esto les permite amar a sus hijos libremente, sin reservas. Los padres exitosos no temen a los fracasos ocasionales. Les queda claro que es normal cometer errores, es más, que es saludable cometerlos, que son gajes del oficio. Tratan de tomar las mejores decisiones que pueden, y cuando se equivocan, aprenden de sus errores y tratan de hacerlo mejor la próxima vez. Los padres exitosos no albergan la falsa ilusión de que todo saldrá a la perfección. Los niños tienen opiniones propias, personalidades únicas y preferencias particulares. Inevitablemente, hacen que nos preguntemos de dónde sacan semejantes ocurrencias. Es nuestra responsabilidad fijarles ciertos límites y marcarles pautas que en algunos casos chocarán con sus crecientes anhelos de independencia. Los padres exitosos no se sorprenden ante las dificultades y los conflictos que se presentan; se los esperan. Sin embargo, los padres exitosos entienden que la responsabilidad que tienen para con sus hijos no es la de agradarlos siempre y hacer lo que los pone contentos: es tomar las decisiones difíciles que a la larga les convendrán. Los padres exitosos no hacen las cosas solos. Saben que nadie tiene toda la experiencia ni las solucionesa todos los retos que se presentan al educarlos. Los padres exitosos no se muestran reticentes a buscar la asesoría de otros. Saben que, al fin y al cabo, la decisión está en sus manos, pero que antes de tomarla, pueden asesorarse aprovechando la sabiduría que hay a su disposición. Richard Patterson, Jr. * En cierta ocasión, un grupo de madres discutía con gran solemnidad el valor de dedicar «momentos provechosos» a sus niños de edad preescolar. El consenso parecía ser que, por muy aburrido que fuese empujar carritos por el piso, jugar a las muñecas o armar una nave espacial con Legos, dichas actividades tenían algo de sagrado, que eran fundamentales para fortalecer lazos con sus pequeños. De pronto, se escuchó la voz de una madre por encima del resto, y dijo: «Lo siento, pero yo soy tajante con mi hija mayor en estas cosas. Simplemente le digo que no juego a las Barbies». Lo dijo con tanta convicción que todas las demás se quedaron descolocadas… y terminamos hablando de qué podían considerarse «momentos provechosos». Conversamos sobre cómo eso de aspirar a pasar momentos provechosos puede convertirse en una verdadera carga, un concepto estresante cargado de exigencia y sentido del deber que hace que se pierda la parte del disfrute en las actividades que realizamos con nuestros hijos. A veces, los mejores momentos con nuestros niños se dan cuando no están presentes los elementos de la obligación o el sacrificio. Los momentos placenteros que se dan espontáneamente siempre parecen ser más significativos que las horas jugando a las Barbies o a las figuritas. Como dijo alguien una vez: «La felicidad se disfruta, no se enseña». Nancy Samalin con Catherine King * La manera más segura de enseñarles algo a sus hijos es por medio del ejemplo que les dan; no de lo que les predican ni lo que les dicen que deben hacer, sino de aquello en lo que ustedes creen y aplican. Jesús, hablando en profecía * Cuando los padres tienen suficiente valor como para disculparse con sus hijos por sus errores o falencias, modelan muy efectivamente lo que significa depender de Dios. Cuando uno es abierto y transparente ante Dios y sus hijos, lo que transmite es que, «a pesar de ser mucho mayor, yo también dependo de Jesús, y es así como quiero que también dependan ustedes de Él». Otro beneficio de mostrar apertura ante Dios y sus hijos es que los motivará a acercarse a ustedes y buscarlos para hablar de sus sentimientos más profundos. Es más probable que les cuenten sus problemas y debilidades si les consta que ustedes también han transitado ese camino. Pensarán: «Mamá no se enojará conmigo porque a ella también le pasó algo similar…». Muéstrale a tu niño o niña tu dependencia del envolvente amor de Dios y de Su fuerza en tu vida. Sé modelo de la sumisión al Señor para que tus hijos al verla aprendan a someterle también su vida a Dios. Kevin Leman * ¿Alguna vez has observado a una pata con sus patitos? La pata parece de lo más serena, tranquila y despreocupada nadando por la laguna con sus pequeñuelos. Sin embargo, los vigila en todo momento. Ella es la viva imagen de cómo deseo que seas tú. La serenidad de espíritu reflejada por esa patita es lo que va a ayudar a tus pequeños a sentirse seguros. Nunca te va a alcanzar el tiempo para hacer todo lo que tienes que hacer, pero no dejes que eso te ponga nerviosa y frenética. Haz un esfuerzo por conservar la calma y transmitirle ese mismo espíritu al niño. Cuando las presiones se multipliquen, detente un momento y cierra los ojos. Pídeme que te llene de la perfecta paz que proviene de confiar en Mí. Jesús, hablando en profecía * A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra. Salmo 121:1–2 * Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen; pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán. Isaías 40:29–31 Text courtesy of www.anchor.tfionline.com. Photo copyright: alexandralexey / 123RF Stock Photo Si vives en una casa, departamento o apartamento, las lesiones domésticas están escondidas en cada esquina. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CCPEEU) calculan que más de 11 000 personas mueren cada año en el país por lesiones no intencionales que son el resultado de caídas, incendios, ahogamientos o intoxicaciones. Para proteger tu hogar, puedes ayudar a prevenir accidentes en casa. Evita caídas
Reduce los daños de incendio.
Reduce los riesgos de accidentes por ahogamiento.
Reduce las posibles intoxicaciones.
Consejos
Gentileza de Wikihow. Foto: Sarah Horrigan/Flickr.
Laura Boggess Cuando era niña, solía correr tan rápido como podía con los brazos estirados. Jugaba a que eran alas y que el viento me levantaba en ellas. Era un avión, un pájaro, un dragón que alzaba vuelo sobre reinos fantásticos. Cuando la luna se asomaba entre las oscuras nubes, mis alas me elevaban de la tierra al cielo, donde surcaban ardientes cometas y bailaba el polvo de estrellas. Las cortinas de los cielos se abrían para recibirme. Allí me encontraba con Dios. Volaba a Sus brazos y me arrullaba en Su enorme regazo. Pero al crecer aprendí los límites impuestos por el orden natural de las cosas. El mundo se volvió más pequeño y Dios se alejó a miles de años luz. Comprendí que la fe es la convicción de lo que no se ve. Las escapadas nocturnas con un Dios invisible fueron relegadas a un dulce recuerdo de mi niñez. Mi conocimiento y fe aumentaron con el paso de los años, pero añoraba cada vez más la íntima comunión de antaño. Hace unos años, salí a pasear con mis dos hijos jóvenes una tarde de frío invernal. Recuerdo como se alejaron corriendo, perdidos en la emoción del juego común entre hermanos, mientras yo reía. A solas bajo un manto de cielo blanco, levanté la mirada. ¿Era cierto que una vez surqué esos mismos cielos, con las mejillas sonrosadas y polvo de estrellas en la mirada? ¿Cuándo rechacé la noción de que para Dios todo es posible? ¿De qué manera se redujo mi imaginación al punto que dejé de aguardar lo aparentemente imposible? ¿Por qué permití que la gravedad y el peso del mundo anclaran mis pies y limitaran mi concepto de Dios? Lo más probable es que fuera a los siete u ocho años. Es lo que sugiere la teoría de desarrollo cognitivo de Jean Piaget. El autor asegura que la etapa preoperacional —la cual se da entre los dos y siete años de edad— se caracteriza por el desarrollo del pensamiento simbólico, la memoria y la imaginación. Todo ello estimula la participación infantil en juegos de imaginación. La base del pensamiento basado en la intuición en vez de en la lógica entorpece la comprensión de causa y efecto, tiempo y comparación. Los expertos lo denominan una limitación evolutiva, pero en mi diccionario la intuición es la percepción de la verdad que pasa desapercibida por la mente consciente. Me parece que es el lugar donde el Espíritu Santo toca la conciencia y la dirige hacia donde lo desee. Si bien el mundo lo considera una limitación, no puedo dejar de pensar… Cuando el cerebro empieza a utilizar la lógica, ¿las estructuras que fomentan el asombro disminuyen para dar lugar al raciocinio? En dado caso, ¿cómo volver a expandirlas? ¿Cómo puede el ser humano, una vez superada la etapa preoperacional que sugiere Piaget, recuperar la alegre capacidad de asombro? ¿Cómo volver a la etapa en la que el Espíritu Santo toca la conciencia, dirige los pasos y ofrece su intuición y perspicacia? Jesús nos advierte en Mateo 18 que a menos que nos volvamos como niños no podremos entrar al reino de los cielos. El que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos. ¿Cómo se logra eso? ¿De qué manera debo acercarme a Jesús como un niño? Encontré la respuesta esa fría tarde de febrero, entre las risas y la nieve. Juega. Pero, ¿cuánta aceptación gozan los juegos en un mundo de adultos? En el libro Jugar moldea el pensamiento, abre la imaginación y vigoriza el alma, el Dr. Stuart Brown asegura que participar enteramente de juegos disminuye nuestra inhibición y nos ayuda a perder la noción del tiempo. Jugar nos permite vivir cada momento a plenitud. Desde entonces he vuelto a jugar. Me pierdo en mis pensamientos mientras observo por la ventana a un jilguero picar una semilla de girasol. Las horas que dedico a remover la maleza del jardín parecen segundos. El aroma de las plantas de tomate es embriagador. Contemplo con asombro el rastro del sol en el agua, y me siento atraída por la refracción de sus rayos en cada gota. El juego me recuerda lo que es ser un niño. El mundo desborda inocencia y esconde maravillas por descubrir. Dios me invita a jugar cada vez que me muestra algo hermoso. Aquella tarde escuché Su voz en las risas de mis hijos y en las calles cubiertas de nieve. Fue una invitación. Una vez más, levanté los brazos y desplegué mis alas. Una mamá —ya en sus cuarenta— se permitió volar en círculos y dejó que el viento acariciara sus alas. Y levanté vuelo. Derecho a los brazos de Dios. * El juego es distinto para cada persona. ¿Qué actividades sencillas y divertidas encajan con tu personalidad y te ayudan a acercarte a Dios de manera íntima, volviéndote como un niño pequeño? Gentileza de Anchor; usado con permiso. Foto de Lesley Snow via Flickr.
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